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La Élite - trilogía la Selección

Capítulo 4 .

Palabras:1226    |    Actualizado en: 13/10/2024

perdido! -se l

tás haciendo m

e daba la impresión de que lo hacía cada vez peor. ¡Por Dios, si aún estábamo

-exclamó-. Lo hago fatal. Lo mis

. A lo mejor con los

has tenido mucha paciencia conmigo, pero odio oírme

ás bien como si es

abía pedido que le diera clases, poco podía imagi

ero, eso sí

violín? El violín tiene u

cia mi escritorio, donde estaban los papeles que se suponía que teníamos que leer, apartad

olín es de palacio. Podrías tirársel

-. Voy a echarte de menos, America; no sé lo

iso, así que de momento no t

sé que estoy aquí porque le gusto al público. Ahora que la mayoría de las chicas se han ido, l

icara el motivo de la distancia que había puesto entre el

n? Lo de renunciar a

ncogió de

a del concurso, pero la verdad es que no quiero marcharme. Además,

tensa de

e qui

ra de triunfo, y la sonrisa que ocultaba

abía p

de otra me ponía tan celosa que no podía soportarlo. Y al momento, al compr

n y alabando los méritos de las otras chicas, pero er

esto, America? -me preguntó, c

dicho -le asegu

intentando conquistarte con todas sus fuerzas, y cada

s por Maxon iban volviéndose cada vez más profundos (más de lo que yo pen

y segura -dije. Confiab

ro para las dos q

de que había algo más, pero no me presionó. Fue casi r

té hecho para mí no quiere decir que Maxon no sea un t

tos de Maxon no fueran todo lo genuinos que parecían, miedo de l

, dejando la taza de té en el plato-, toda esa c

¿

abes..., mi dama de honor? Qui

ú serías la mía? -le pregunté, tendiénd

hermanas. ¿No

án. ¿Lo hará

nada del mundo -dijo, dando por sentado que

e con un Ocho miserable en un

d, como si estuviera segura

ea así. L

no habría otro Cuatro esperándola en su casa. Pero no quería presionarla. Estaba claro que las

lee había hecho que me cuestionara muchas de mis ac

stra señal secreta para indicar que queríamos vernos, y raramente nos negábamos. Pero esa noche él respondió con un gesto

era que necesitaba pensar unas

admirando el ceñido vestido verde que resaltaba de un modo asombroso mis pocas curvas. Sin decir palabra, pasé p

Aspen solía despertar en mí. Solo con mirar sus ojos, color esme

en los sentimientos que me despertaba, porque en el momento en que se cerró la puerta aparecieron mis doncellas, dispuestas

enía que escoger

ba a tomar una decisión que, en cualquier caso, en parte me destr

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