La Joya
igue? –
uevo en el esp
o sa
o hac
e las suyas; su piel es
as visto cómo eras y ahora
–parece que estuviera leyé
s palabras. Como si en re
cul
mantener mi respiración e
n la cabeza baja, subo a l
evanto l
l espejo ha sid
la imagen que tenía de mí misma en mi cabeza: la de
e estoy mirando ahora es
das, moldeadas para acentu
icadeza sobre los ojos l
lilas y dorados. Sus labi
llo cae sobre sus hombros
lado con una hebilla
as que forman una maripos
brillando. El color del ves
lo hace que sus ras
rece? –preg
a un paso hacia mí y nu
odavía pareci
as –su
j de arena; es pequeño y e
ica–. Tienes este tiempo
antar. Meditar. Solo no
uil
é ha
mirada algo tr
ldado te llevará hasta l
o ter
orazón en
e i
n asi
e, con los ojos puestos s
e sobre el tocador–. Los s
s marchado –me regala una
r prepar
arena y camina
en, e
osa y quiero morderme e
e no arruinar mi maquilla
s de que me vendan. Pero s
ue puedo hacer
con la
quiero hablar contigo.
no me entiende. Luego, c
en su
dose el rodete–, siemp
sillones antiguos, cruza
pacio libre junto a él. S
erté en est
lo que faltaba. Ah
encio en el que casi pue
en el
taría hablar? –
honestidad–. Solo... n
n de Lucien
rra algo –sacude la tela
Otra vez noto lo s
ños tienes?
za a
es empezar así. Nunc
sintiendo el calor
vivido mucho tiempo en u
se limitaba solo a una
caricia
tás haciéndolo mucho me
ue he pr
uánto ha
eparo todas las Subasta
elegir con quién traba
me el
sí
o puedo imaginarme qué
ra. ¿Cómo podía sa
un mo
jos –r
sorpre
e v
das las sustitutas de la S
a sino tener tres armario
a ex
ien hojeando pilas de
número de lote y el tall
uy insig
oj de arena: ya ha pasa
miedo?
len por sí solas, y me doy
stoy segura de si "miedo"
nectada, como si no fuera
do a otr
dice Lucien–, creo
palabras. El sonido de la
a con fuerza
llá afuera?
pueda responder, la arena
a hace u
bó el
dado es muy grave. Ocupa
e ajusta los hombros ampli
s–. Venga
mente seca y debo hace
ce lo mismo, y por un seg
prieta mi mano. Luego se h
samente
rcarme al soldado, y ca
elegancia y atraviesa la p
con una alfombra color ro
sus botas emiten el más
iluminaban mi habitación brillan en las paredes. A ve
n desde el que estamos tr
a sensación de incomodi
an abruptamente que por
te es igual a las demás: s
n paso atrás y asume una
a que me dijera lo que s
lante y abro la
dedor, como si fueran mi
ndo ingreso, y luego el
ida que le lleva a mi cere
utas, no muñecas. Una rubia
racias a su cabello, api
metros por encima de la ca
tas que se extienden hacia
ado. Está conversando co
su piel es del color del c
ona. Lleva puesto uno de
con la parte superior hecs de borlas que respla
stá dividido en muchas t
rados. El efecto final e
se entrecierran mientras
se posan en una figura pe
la habitación. Luego al
res
e resulta tan familiar que
–. Me preguntaba c
esta nueva Raven encaje
do una bata larga que par
iva. El estampado es rojo
piernas. Tiene los ojos del
o de sus labios ha sido pintado de un rojo intenso
o liso y brillante está pei
omo si fuese un abanico que
a cuelgan de sus orejas:
uego la cierro.
como una idiota
al mismo tiempo. Si
pondo–. Esos aretes de
edármelos. Al menos aún
artista de prepar
Él decidió qu
Raven por poco se sal
asignaron
cia sería impactante. No
l es solo
de compañía
as expresiones en su rost
ómo
r en la palabra adecua
¿Qué ha
ehistórica que probablemen
iebren. Era horrible –Rav
ya se
iempo has
s, tal vez? No había tan
timas –digo, mirando al
s joyas de la Subasta –Ra
para ser honesta. Bu
el lado opuesto de la hab
anterior, de cabello
–llama–.
elética en un vestido
se acerca a la puerta. Su
y sus hombros. El soldado hace una pequeña reverenci
amas del vestido ti
a tomar la de Raven
l moment
rnos –prometo–.
e nuevo. Aparece un
191. L
tura que lleva un vestid
ue. Aprieto la mano de R
rta se
–dice Raven–. Nunca
192. L
en alto, camina orgullo
uchachas y sal
o desa
umbarse y la habitación
me de r
se h
. Ni siquiera le dije adi
e a
tu a
irada para observar a la
. No puede tener más de tr
po es delgado y nervudo, y
ajoso. Casi no tiene maqui
illo en los labios. Se ve
jos cafés están ll
igo–.
ica a
vino conmigo aquí. Pero
desde
tro de reten
as vinieron conmigo –res
leona–. Pero n
iolet
e abren de
itido decir nu
bable que n
se muerde
sonríe con timidez–. Creo
cial tus ojos. Debes ha
ción mu
. ¿Qué h
nada que la h
patética. Eso es lo que di
hlia, nerviosa, mastic
en se marchó, se abre. S
ués, le sigue
bitación se siente cavern
cristales rosas, e inunda
uebles. Solo la alfombra
mo estar dentro de
–pregunta Dahl
momento, los sentimien
preparación se han afina
estómago, me carcome la
omo si fuera algo externo
cubre m
–res
ca la uña del dedo índice
ta quedar e
número de Lot
rpo se
es el
1
nariz y mira
–su
e esta pequeña y harapienta muchacha sea la sus
re ot
celera. Observo a las sus
iado rápido; seguro no d
o más tiempo entre las otr
ldado con los ojos oscur
ma mi número de lote, pero
sue
me im
ir, V
encia y le susurra algo al
pad
Dahlia –digo. Luego obl
oldado se acerca hasta que
s me tiemblan, el miedo y
tado en la base de mi crá
y se da vuelta, y yo lo
uri