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La Joya

Capítulo 5 ☆Cinco☆

Palabras:2654    |    Actualizado en: 08/03/2021

igue? –

uevo en el esp

o sa

o hac

e las suyas; su piel es

as visto cómo eras y ahora

–parece que estuviera leyé

s palabras. Como si en re

cul

mantener mi respiración e

n la cabeza baja, subo a l

evanto l

l espejo ha sid

la imagen que tenía de mí misma en mi cabeza: la de

e estoy mirando ahora es

das, moldeadas para acentu

icadeza sobre los ojos l

lilas y dorados. Sus labi

llo cae sobre sus hombros

lado con una hebilla

as que forman una maripos

brillando. El color del ves

lo hace que sus ras

rece? –preg

a un paso hacia mí y nu

odavía pareci

as –su

j de arena; es pequeño y e

ica–. Tienes este tiempo

antar. Meditar. Solo no

uil

é ha

mirada algo tr

ldado te llevará hasta l

o ter

orazón en

e i

n asi

e, con los ojos puestos s

e sobre el tocador–. Los s

s marchado –me regala una

r prepar

arena y camina

en, e

osa y quiero morderme e

e no arruinar mi maquilla

s de que me vendan. Pero s

ue puedo hacer

con la

quiero hablar contigo.

no me entiende. Luego, c

en su

dose el rodete–, siemp

sillones antiguos, cruza

pacio libre junto a él. S

erté en est

lo que faltaba. Ah

encio en el que casi pue

en el

taría hablar? –

honestidad–. Solo... n

n de Lucien

rra algo –sacude la tela

Otra vez noto lo s

ños tienes?

za a

es empezar así. Nunc

sintiendo el calor

vivido mucho tiempo en u

se limitaba solo a una

caricia

tás haciéndolo mucho me

ue he pr

uánto ha

eparo todas las Subasta

elegir con quién traba

me el

o puedo imaginarme qué

ra. ¿Cómo podía sa

un mo

jos –r

sorpre

e v

das las sustitutas de la S

a sino tener tres armario

a ex

ien hojeando pilas de

número de lote y el tall

uy insig

oj de arena: ya ha pasa

miedo?

len por sí solas, y me doy

stoy segura de si "miedo"

nectada, como si no fuera

do a otr

dice Lucien–, creo

palabras. El sonido de la

a con fuerza

llá afuera?

pueda responder, la arena

a hace u

bó el

dado es muy grave. Ocupa

e ajusta los hombros ampli

s–. Venga

mente seca y debo hace

ce lo mismo, y por un seg

prieta mi mano. Luego se h

samente

rcarme al soldado, y ca

elegancia y atraviesa la p

con una alfombra color ro

sus botas emiten el más

iluminaban mi habitación brillan en las paredes. A ve

n desde el que estamos tr

a sensación de incomodi

an abruptamente que por

te es igual a las demás: s

n paso atrás y asume una

a que me dijera lo que s

lante y abro la

dedor, como si fueran mi

ndo ingreso, y luego el

ida que le lleva a mi cere

utas, no muñecas. Una rubia

racias a su cabello, api

metros por encima de la ca

tas que se extienden hacia

ado. Está conversando co

su piel es del color del c

ona. Lleva puesto uno de

con la parte superior hec

s de borlas que respla

stá dividido en muchas t

rados. El efecto final e

se entrecierran mientras

se posan en una figura pe

la habitación. Luego al

res

e resulta tan familiar que

–. Me preguntaba c

esta nueva Raven encaje

do una bata larga que par

iva. El estampado es rojo

piernas. Tiene los ojos del

o de sus labios ha sido pintado de un rojo intenso

o liso y brillante está pei

omo si fuese un abanico que

a cuelgan de sus orejas:

uego la cierro.

como una idiota

al mismo tiempo. Si

pondo–. Esos aretes de

edármelos. Al menos aún

artista de prepar

Él decidió qu

Raven por poco se sal

asignaron

cia sería impactante. No

l es solo

de compañía

as expresiones en su rost

ómo

r en la palabra adecua

¿Qué ha

ehistórica que probablemen

iebren. Era horrible –Rav

ya se

iempo has

s, tal vez? No había tan

timas –digo, mirando al

s joyas de la Subasta –Ra

para ser honesta. Bu

el lado opuesto de la hab

anterior, de cabello

–llama–.

elética en un vestido

se acerca a la puerta. Su

y sus hombros. El soldado hace una pequeña reverenci

amas del vestido ti

a tomar la de Raven

l moment

rnos –prometo–.

e nuevo. Aparece un

191. L

tura que lleva un vestid

ue. Aprieto la mano de R

rta se

–dice Raven–. Nunca

192. L

en alto, camina orgullo

uchachas y sal

o desa

umbarse y la habitación

me de r

se h

. Ni siquiera le dije adi

e a

tu a

irada para observar a la

. No puede tener más de tr

po es delgado y nervudo, y

ajoso. Casi no tiene maqui

illo en los labios. Se ve

jos cafés están ll

igo–.

ica a

vino conmigo aquí. Pero

desde

tro de reten

as vinieron conmigo –res

leona–. Pero n

iolet

e abren de

itido decir nu

bable que n

se muerde

sonríe con timidez–. Creo

cial tus ojos. Debes ha

ción mu

. ¿Qué h

nada que la h

patética. Eso es lo que di

hlia, nerviosa, mastic

en se marchó, se abre. S

ués, le sigue

bitación se siente cavern

cristales rosas, e inunda

uebles. Solo la alfombra

mo estar dentro de

–pregunta Dahl

momento, los sentimien

preparación se han afina

estómago, me carcome la

omo si fuera algo externo

cubre m

–res

ca la uña del dedo índice

ta quedar e

número de Lot

rpo se

es el

1

nariz y mira

–su

e esta pequeña y harapienta muchacha sea la sus

re ot

celera. Observo a las sus

iado rápido; seguro no d

o más tiempo entre las otr

ldado con los ojos oscur

ma mi número de lote, pero

sue

me im

ir, V

encia y le susurra algo al

pad

Dahlia –digo. Luego obl

oldado se acerca hasta que

s me tiemblan, el miedo y

tado en la base de mi crá

y se da vuelta, y yo lo

uri

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