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El Bebé De La Sirvienta Y Su Hermanastro

Capítulo 3 03

Palabras:1422    |    Actualizado en: 06/01/2024

tulo

No era mi intención confundirlo, más de lo que ya estaba en realidad. Acabé dibuj

etas dando la espalda sobre aquel viejo columpio de

riciando s

tante agradecido. —Te quiero Emi,

sa manera, urgía a mi corazón una dosis de su ternura. El nudo se atoró en mi ga

ía cambiar el desenlace sombrío que se palpaba en esa casa. Desafortunadamente Marie había dicho muchas veces que su hijo tardaría en volver. Desde París se había h

opio hijo? ¿Tan estúpidos al creer que Max

e amo, te amo mucho Matt —confesé be

ñera de habitación, nos estaba observando. Me separ

trabajar, pór

aré,

muriendo cada día y mis fuerzas disminuían. La única razón por la que no renunciaba era Mat

eguntó cuando est

—me encogí

ire

or —pedí cansada de

do, lo qu

la nostalgia se había adueñado de mis pensamientos,

constante recordatorio de err

ilusión de que sólo fue un sueño. Tampoco que nuestra historia se resumiera en recuerdos del

volvían mis labios temblorosos, imaginaría que me rodeaban sus fornidos braz

nsé desviando mi atención del cielo resplandeciente, de los árboles que se movían c

el viento que me hizo caer y alzarme en vuelo o dejar que conti

a y rojizo, también llegó el fin de mi jornada laboral. Había limpiado sin parar luego de qued

o cuatro habitaciones de i

de las tostadas y el café de la mañana. Devolví los instrumentos de limpiez

enos el gigantesco armario blanco en el que solía perderme en busca de un vestido. Aquí sólo habían dos camas, una pequeña mesita de noche, el baño común y corriente. También

ice asidua a

las compartíamos. No podía darme ese lujo puesto que trabajaba a cambio de un techo y comida. Era

ra sobre mi espalda. Bajo la cascada fría pero

albornoz y salí d

Lo miraba despectiva, ella misma lo mandó a hacer en una joyería

vez, la madre

sólo cosa de niños, pero me equivoqué. No sé po

intentando contener la rabia, mi pro

é aparentando serenidad. Pero solo quería recla

a sonrisa

a, pecadora y recogida. No eres más que una adoptada de la que cada día me arrepiento haber dado mi apellido

erde, ya me lo ha dicho inconta

la absurda lástima que André te tiene. De lo contrario ya estarías en la calle, p

er irreconocible, pero no pude contener el dolor que causa

eth. ¡Basta de ser infant

harta de su humillación, de que me robe el derecho

pasos resonaron fuerte en la madera. Aventó a algún lugar el brazalet

recho a reclamarlo estúpida desagradecida! —gritó tirando con fuerza de mi cabello

áximo a Matthew, ¿Por qué l

e por favor…—imp

al piso sosteniéndome la cab

ue imaginé. La miré horroriz

posición en ésta casa? —preg

r, incapaz de move

-n

ué g

mi hijo o te vas a arrepentir —am

peor que

destrozo contundente en mi interior. No pude levantarme,

ponerme la pijama y a entrar a la cama.

Emi, dul

pertar por la mañana. Hacerlo signi

*

asfixia estar sin ti; finjo estar bien pero po

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