El Bebé De La Sirvienta Y Su Hermanastro
tulo
No era mi intención confundirlo, más de lo que ya estaba en realidad. Acabé dibuj
etas dando la espalda sobre aquel viejo columpio de
riciando s
tante agradecido. -Te quiero Emi,
sa manera, urgía a mi corazón una dosis de su ternura. El nudo se atoró en mi ga
ía cambiar el desenlace sombrío que se palpaba en esa casa. Desafortunadamente Marie había dicho muchas veces que su hijo tardaría en volver. Desde París se había h
opio hijo? ¿Tan estúpidos al creer que Max
e amo, te amo mucho Matt -confesé be
ñera de habitación, nos estaba observando. Me separ
trabajar, pór
aré,
muriendo cada día y mis fuerzas disminuían. La única razón por la que no renunciaba era Mat
eguntó cuando est
-me encogí
ire
or -pedí cansada de
do, lo qu
la nostalgia se había adueñado de mis pensamientos,
constante recordatorio de err
ilusión de que sólo fue un sueño. Tampoco que nuestra historia se resumiera en recuerdos del
volvían mis labios temblorosos, imaginaría que me rodeaban sus fornidos braz
nsé desviando mi atención del cielo resplandeciente, de los árboles que se movían c
el viento que me hizo caer y alzarme en vuelo o dejar que conti
.
a y rojizo, también llegó el fin de mi jornada laboral. Había limpiado sin parar luego de qued
o cuatro habitaciones de i
de las tostadas y el café de la mañana. Devolví los instrumentos de limpiez
enos el gigantesco armario blanco en el que solía perderme en busca de un vestido. Aquí sólo habían dos camas, una pequeña mesita de noche, el baño común y corriente. También
ice asidua a
las compartíamos. No podía darme ese lujo puesto que trabajaba a cambio de un techo y comida. Era
ra sobre mi espalda. Bajo la cascada fría pero
.
albornoz y salí d
Lo miraba despectiva, ella misma lo mandó a hacer en una joyería
vez, la madre
ñor
sólo cosa de niños, pero me equivoqué. No sé po
intentando contener la rabia, mi pro
é aparentando serenidad. Pero solo quería recla
a sonrisa
a, pecadora y recogida. No eres más que una adoptada de la que cada día me arrepiento haber dado mi apellido
rde, ya me lo ha dicho incontabl
la absurda lástima que André te tiene. De lo contrario ya estarías en la calle, p
er irreconocible, pero no pude contener el dolor que causa
eth. ¡Basta de ser infant
harta de su humillación, de que me robe el derecho
pasos resonaron fuerte en la madera. Aventó a algún lugar el brazalet
recho a reclamarlo estúpida desagradecida! -gritó tirando con fuerza de mi cabello
áximo a Matthew, ¿Por qué l
e por favor...-i
al piso sosteniéndome la cab
ue imaginé. La miré horroriz
posición en ésta casa? -preg
r, incapaz de move
no.
ué g
mi hijo o te vas a arrepentir -am
peor que
destrozo contundente en mi interior. No pude levantarme,
ponerme la pijama y a entrar a la cama.
Emi, dul
pertar por la mañana. Hacerlo signi
*
asfixia estar sin ti; finjo estar bien pero po