Placeres intensos
ado esta conversación antes. - No harías eso. Como dije, soy el herede
n. - ¿Y cree que tendría tanta lib
a alguien? Maldita sea. Él estaba en lo correcto. Estaba siendo infantil
que le podría pasar sería contratar a una señora de cincuenta años que
tir algunas cosas y mi padre me dio total libertad dentro de la empresa
Me recosté en el sofá, más rel
César, quien fue mi chofer durante muc
que veía de vez en cuando...
sea ella. Era un niño bajito y llevaba gafas con fondo de botella, que de he
Giovanna, el nombre. Por supuesto, ese era el nombre. Pero recuerdo p
so peor que la a
día decir lo
do con mi trabajo. Fui dedicada, cu
ero no había dejado de pensar en la chica que había conocido de niña t
mi padre, que me estaba llamando.
visitar, junto con unos informes,
o profesional, así que recogí los p
en con la chica. Lo miré con una ceja levantada. Pero no se equivocó al darme ese consejo. De las cinco mujeres que sirvieron como mi secretari
se preocupe, señor Elder, me portaré bien, lo prometo. Porque esa chica
u padre, y a él no le gustó mucho su propuesta de venir a trabajar cont
receptor está muy bien propagad
llevar muy bien la vida. - Sé que haces esto sólo para ocultar el dolo
que amaría por la eternidad. Y por supuesto todavía sentía un gran dolor por su pérdida, y no me gustaba hablar de ello, precisamente para ev
bio que le llegaba justo debajo del hombro, había un fequillo desordenado que caía como una llama. Llevaba
color gris azulado. Ella me miró de arriba abajo, pareciendo evaluarme por completo. - Eduardo, ella es G
a sonrisa que le había dirigido a mi padre. - Es un placer conocerte,
cosa, sólo búscame. Eduardo te mostrará el piso y todo lo que necesitas saber. Giovanna se limitó a asentir y mi padre salió de la habitación,
rás, pero ya nos conocemos. - A quien yo conocí era un chico tonto y muy molesto. Espero que ya no exist
l ambiente. Pero en realidad no estaba de humor para tomárselo con calma. - Me gusta sacar mis propias
stábamos. Muy rara vez una mujer me
ecir si fue por mi belleza, mi conversación o incluso el dinero que
se momento. - ¿Quieres ver el lugar? - Señalé la puerta. Ella asintió
me vi obligado a escuchar algunas cosas. - Espero que estén bien. - E
la que trabajaría. Era el último piso, donde solo estaban ubicadas mi ofcina y la de mi padre, cada una e
ces. Espero que hayas disfrutado de
si la secretaria de mi padre puede
taba las gafas con un dedo. Sin saber realmente lo que estaba haciendo
iece mi trabajo. Se puso detrás del escritorio, encendió la computador
ó a trabajar conmigo. Ella había cambiado completamente, de la niña que había conocido a la hermosa
ada con Giovanna, había acordado con mi padre. Y
llena de sorp
erente. Trabajar con Eduardo Tavare
. ¿Fue esto algo bueno? Probableme
la invitación del Sr. Elder. Reforzó
aba a las mujeres, y mucha