Las aventuras del Beduino
cil conseguir trabajo en este lugar ya que muchas personas no hablaban el mismo idioma que yo. Mientras tanto, era el día de la inauguración del carnaval, miles y miles de personas se habían
distancia, una chica de cabello negro azabache, el cabello apenas sujetado con una diadema que caía como cascada sobre sus hombros. Llevaba su cámara fotográfica con ella, tomando fotos de los carros alegóricos del carnaval. ¡Tenía que llegar
dos ellos de mi vista. Me sentía desesperado, ansioso. Caminé mas rápido. Cuando estuve a solo unos metros de do
de guardia de seguridad. Lo veo con confusión
detienen, hay más guardias de seguridad, con te
o, tratando de za
ados, pero no me puede distingue entre la multitud, est
uéltenme, no he hecho na
dias me
verlo -dicen uno de los guardias jalándome con fuerza de
esto es una equivocació
re el forcejeo alguien me pone un pañuelo húmedo en la nariz, huele horrible, es lo único
omencé a recordar a los tipos que me secuestraron. ¡Killa! Mi ansiedad apareció, demonios, no pude hablar con ella. Me sentía miserable. Toda
l estilo de los años noventa. Me puse de pie caminé hasta el balcón de la habitación, había pasado por aquí era el
unos cuarenta y tantos años apareció frente a mí. Vestía un Tawb con turbante, era ára
s por el trato que mi seguridad le ofreció, pero tenía que hablar contigo
ceño con d
to con sequedad sin dejar de mirarlo a los ojos, no estábamo
conocido sonr
s vimos fue en tu fiesta de cumpleañ
pienso y pienso, pero no lo recuerdo. Niego con la cabeza
del estado de Sharjah -abro los
mediato como mue
esta
con rostro de satisfacción
has comprometido con la hija del empresario Khan -todo mi cuerpo se tensa al escuchar ese apellido, había pasado medio a
con s
sí
odidad. Había algo en la mirada d
a y la ofrecí como candidata
el ceño
sa
como es la mía, te considere Hassim, pero tu padre me dijo que tu ya habías elegido esposa, que decepcionado me sentí al saber que tu familia emparentará con la familia Khan, e
Rania Azahara Khan en lugar de
oy comprometido, he dado mi palabra a la famili
almente mi espalda sin bajar la vista. Cualquiera sabía que meterse en problemas con un jeque árabe era la cárcel segura y en el peor
ay quien pueda ser testigo de lo que te pasará si no aceptas a mi Amira, dirán que fue un asalto, una pelea, nadie sabrá lo que te ha pasado a final
ilia sea parte de la de él a como de lugar. No puedo permitir que eso pase. Pero,
tando de tr
ra para tomar el
¿Se supone que un matrimonio es
eque
convertiste e
gí, esperaba que no se enfadará por mi petición, pero en muchas familias árabes es costumbre que antes de que s
que e
entro con él a la habitación donde me tenían preso
ie
eque rento todo el hotel para él y su familia. Tomamos el ascensor hasta el primer piso, no hay habitaciones solo tres puertas
os. Una chica de cabello oscuro, lacio y largo me espera sentada en el piso, lleva puesto un atuendo como el de Jazmín en Aladino pero en color blanco con un hiyab tapando la mayo
o miedo, pero no sé qué tipo de per
cortésmente inclinando m
im -regresa
lija como mi esposa? -preguntó curioso, ella asiente,
amargura al darme cuenta que ella también desea ese compromiso que no tengo planeado ocurra, volteo a todos lados, necesito encontrar la manera de c
r las mujeres árabes son sumisas pero el miedo en su mirar duro apenas un segundo -¿Qué no tienes miedo que sea un mal esposo? ¿Qué te maltrate al
en a no casarme, heredaría la fortuna y apellido de tu familia -me que
rodillas f
elicada hubiera considerado conocerte, me doy cuenta que eres igual de cruel que t
aza extendiendo su mano y ap
decoración del lugar, me acerco hasta la princesa -esto no te dolerá Amira, no me
mira con
o es pequeño y delgado por lo que no me cuesta nada someterla en el suelo, no se puede mover
lino ante ella en forma de respeto -espero algún
r si lo que sentí aquella vez que conocí a Ki
n abrir la puerta para verificar como nos va. Necesito escapar por la ventana. La abro y miro hacía abajo unos cinco metros hasta el suelo, mi estomago se revuelve al pensar que
to, cualquier paso en falso puede ser fatal. A lo lejos veo que a unos m
odos me irá mal así que no hay vuelta atrás. Al fin llego a la escalera de servicio, doy un salto y logro llegar al suelo me siento tan feliz. Me dirijo a la par
corriendo tras de mí. Estaba tan concentrado en correr lo más rápido que pudiera que no me di cuenta del precipicio que estaba frente a mí. Intenté frenar, sacudí mis brazos como pude, pero la caída fue inevitable. Cerré fuerte los ojos ante mi final inesperado. Después de unos segundos, los abrí de nuevo. Estaba vivo. ¡No morí! Justo al fondo del precipicio estaba una carretera por la que circulaban autos. Caí justo cuando
lmanas están obligadas a usar desde que tienen su primera menstruación
que sobresale de la pared, cuya función es p