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Las aventuras del Beduino

Capítulo 7 La princesa Amira

Palabras:2573    |    Actualizado en: 07/08/2023

cil conseguir trabajo en este lugar ya que muchas personas no hablaban el mismo idioma que yo. Mientras tanto, era el día de la inauguración del carnaval, miles y miles de personas se habían

distancia, una chica de cabello negro azabache, el cabello apenas sujetado con una diadema que caía como cascada sobre sus hombros. Llevaba su cámara fotográfica con ella, tomando fotos de los carros alegóricos del carnaval. ¡Tenía que llegar

dos ellos de mi vista. Me sentía desesperado, ansioso. Caminé mas rápido. Cuando estuve a solo unos metros de do

de guardia de seguridad. Lo veo con confusión

detienen, hay más guardias de seguridad, con te

o, tratando de za

ados, pero no me puede distingue entre la multitud, est

uéltenme, no he hecho na

dias me

verlo -dicen uno de los guardias jalándome con fuerza de

esto es una equivocació

re el forcejeo alguien me pone un pañuelo húmedo en la nariz, huele horrible, es lo único

omencé a recordar a los tipos que me secuestraron. ¡Killa! Mi ansiedad apareció, demonios, no pude hablar con ella. Me sentía miserable. Toda

l estilo de los años noventa. Me puse de pie caminé hasta el balcón de la habitación, había pasado por aquí era el

unos cuarenta y tantos años apareció frente a mí. Vestía un Tawb con turbante, era ára

s por el trato que mi seguridad le ofreció, pero tenía que hablar contigo

ceño con d

to con sequedad sin dejar de mirarlo a los ojos, no estábamo

conocido sonr

s vimos fue en tu fiesta de cumpleañ

pienso y pienso, pero no lo recuerdo. Niego con la cabeza

del estado de Sharjah -abro los

mediato como mue

esta

con rostro de satisfacción

has comprometido con la hija del empresario Khan -todo mi cuerpo se tensa al escuchar ese apellido, había pasado medio a

con s

odidad. Había algo en la mirada d

a y la ofrecí como candidata

el ceño

sa

como es la mía, te considere Hassim, pero tu padre me dijo que tu ya habías elegido esposa, que decepcionado me sentí al saber que tu familia emparentará con la familia Khan, e

Rania Azahara Khan en lugar de

oy comprometido, he dado mi palabra a la famili

almente mi espalda sin bajar la vista. Cualquiera sabía que meterse en problemas con un jeque árabe era la cárcel segura y en el peor

ay quien pueda ser testigo de lo que te pasará si no aceptas a mi Amira, dirán que fue un asalto, una pelea, nadie sabrá lo que te ha pasado a final

ilia sea parte de la de él a como de lugar. No puedo permitir que eso pase. Pero,

tando de tr

ra para tomar el

¿Se supone que un matrimonio es

eque

convertiste e

gí, esperaba que no se enfadará por mi petición, pero en muchas familias árabes es costumbre que antes de que s

que e

entro con él a la habitación donde me tenían preso

ie

eque rento todo el hotel para él y su familia. Tomamos el ascensor hasta el primer piso, no hay habitaciones solo tres puertas

os. Una chica de cabello oscuro, lacio y largo me espera sentada en el piso, lleva puesto un atuendo como el de Jazmín en Aladino pero en color blanco con un hiyab tapando la mayo

o miedo, pero no sé qué tipo de per

cortésmente inclinando m

im -regresa

lija como mi esposa? -preguntó curioso, ella asiente,

amargura al darme cuenta que ella también desea ese compromiso que no tengo planeado ocurra, volteo a todos lados, necesito encontrar la manera de c

r las mujeres árabes son sumisas pero el miedo en su mirar duro apenas un segundo -¿Qué no tienes miedo que sea un mal esposo? ¿Qué te maltrate al

en a no casarme, heredaría la fortuna y apellido de tu familia -me que

rodillas f

elicada hubiera considerado conocerte, me doy cuenta que eres igual de cruel que t

aza extendiendo su mano y ap

decoración del lugar, me acerco hasta la princesa -esto no te dolerá Amira, no me

mira con

o es pequeño y delgado por lo que no me cuesta nada someterla en el suelo, no se puede mover

lino ante ella en forma de respeto -espero algún

r si lo que sentí aquella vez que conocí a Ki

n abrir la puerta para verificar como nos va. Necesito escapar por la ventana. La abro y miro hacía abajo unos cinco metros hasta el suelo, mi estomago se revuelve al pensar que

to, cualquier paso en falso puede ser fatal. A lo lejos veo que a unos m

odos me irá mal así que no hay vuelta atrás. Al fin llego a la escalera de servicio, doy un salto y logro llegar al suelo me siento tan feliz. Me dirijo a la par

corriendo tras de mí. Estaba tan concentrado en correr lo más rápido que pudiera que no me di cuenta del precipicio que estaba frente a mí. Intenté frenar, sacudí mis brazos como pude, pero la caída fue inevitable. Cerré fuerte los ojos ante mi final inesperado. Después de unos segundos, los abrí de nuevo. Estaba vivo. ¡No morí! Justo al fondo del precipicio estaba una carretera por la que circulaban autos. Caí justo cuando

lmanas están obligadas a usar desde que tienen su primera menstruación

que sobresale de la pared, cuya función es p

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