Caricias de chocolate |AFL Libro 2|
A FE
emos sentarnos mientras ¿cenamos? ¿A las 4 de la mañana se le consi
ueno, no soy ciega y Sebastián está muy... bien, ¿qué digo bien? El hij
la visión de su espalda con los omoplatos deliciosamente tensos mientras preparaba su sándwich no pude evitar esconderme para mirar. No quer
abía visto sus brazos tonificados, pero sus pectorales y su abdomen... ¡Jesús! Su abdomen es dur
descubierto que son verdes me parecen más bonitos. La primera vez que lo tuve cerca, me di cuenta de que sus irises no eran del todo café, al contr
co antes de hablar, acariciándose la barba de pocos
za? -pregunta antes de dar e
sea otro cuento -respondo antes de
cabeza que tenía era por el hambre -dice, levantándose p
guardar el agua en la nevera, encontrándome con un panec
so con lástima, ya que allí se quedará.
olteo para ver como le da un gran mordisco al dulce, dejando un poco menos de la mitad. Me toma
ia fingida y yo quiero golpearlo-
olo de igual forma porque quier
te Mauricio. Le enseñé
njoso se deshace en mi boca, así como el dulce del betún se pega a mi p
a, por lo que me la cubro con la mano al hablar-. A
Federica -admite con una sonrisa de niño bueno en el rostro. Es como si le
que me mata
hago -agrega y yo me termino el pan
ablo, limpiándome las manos en los pantalones d
cabeza antes de darme media vuelta y salir de allí-. ¡Hey! -me llama cuando es
s en modo de aviso, así que me volteo para ata
ándole una sonrisa genu
ta, haciendo que mi corazón palpite como un caballo al galope. Y, aunque nunca lo diría en voz
cuando se puso furioso por la estupidez de los 15 días de prueba. Ese d
cabrón guapo que se cruce en tu camino se adueña
uedar. Jamás me acostaría co
bo resistirme. No puedo involucrarme c
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estalle. Se siente como punzadas en el cráneo que me imposibilitan
de ir a bebe
n ojos entrecerrados. Lo primero que percibo es que Montse no está y que mi prima
do de dolor. Entonces recuerdo que Sebas me dio una caja de pastillas para el dolor de cabeza y
con Sebastián? Porque si es así, qué vergüenza. El alisado de mi cabello se dañó con el sudor y el
briela dormir un poco más. Falta poco para el mediodía, cosa que no me sorprende porque me dormí en la
abrazar a su hermana con un brazo y ella enrosca los suyos en la cintura del muchacho. Él deja caer
rsonalidad, aunque no logra eclipsar mucho su físico en
n el lugar y todos alzan la mirada para verme. No me siento mal
hermano para tomar mi mano y acercarme a la mesa-. Hicimos un d
Mauricio va a la cocina a buscar unos vasos de cristal y se paraliza por unos segundos al observar por el pasillo. Miro en la misma direcció
todos, pero su mirada está fij
enso, e
enen una vib
Arellano -la corrige el
nvita Montse, señalan
ira, alzando una ceja en mi dirección. Yo tomo un cubierto con la mano y rue
asiento junto a nosotros. El aroma a comida hace que mis tripas suene
by, mirando el plato frente a
abla Mauricio antes de meterse una cucharada de comida a la boca―. Coc
la comida típica del lugar ―admite a
on arrogancia. La misma puta sonrisita petulante de Sebastiá
lsa? ―pregunta ella, sin r
, jitomate, frutos rojos, especias, cebolla
yo reprimo las ganas de reírme. Está mu
n eso, creo que ese es el motiv
rmanito Sebas ―celebra la menor de
bajaste de la nube al decir quien lo preparará ―ma
―me responde el aludi
incluida la de él. Lo observo, notando como se le arrugan las esquina de sus
ontinuamos almorzando entre charlas y risas, así c
ue peleaba demasiado
nversar desde donde me encuentro. Él le sonríe y ella le dice algo que lo hace re
o -habla Montse a mi lado, haciéndome pegar un brinco del sus
mirándola-. Estaba p
ián para ver si necesita algo y saber cómo está s
o y ella me mira con ojos brillo
s a nadie ¿sí? -Me pide, bajando la voz-. Que piensen qu
ometo, haciendo el gesto típ
o seas muy ruda con Sebas. Le han quitado todo lo que se merece y debe... conformarse con el trabaj
, mirando a Sebas quien
es un tanto incorregible, o al menos eso parece, pero por dentro es un algodón de azúcar aunque inten
rada vuelve a Sebastián, quien al cab
abla: Cristián. Luego de eso, solo observo todo mi alrededor, enamorándome de los detalles de la casa: los cuadros con fresas, paisajes y los colores cá
a espalda, mientras busca de conversar con mi prima. Sin embargo,
oblemas se arreglarían con un revolcón y sé que si Gaby pu
lo sé. Nuestro org
hace saber que muero por un pedazo. Ella lo coloca sobre la encimera y yo me ofrez
n el suave bizcocho y se me hace agua la boca. Cuando noto que Sebas se a
as a comer? ―pregunta Sebas, al
da, imbécil ―miento, cruzándome d
sonreír, ocultando el gesto al darle el primer bocado al postre que se deshace en mi boc
y montar a caballo ―habla Sebas, sentándose junto a mí. El olor de su co
colonias masculinas. El señor Díaz, el
o una reunión de negocios y allí es don
enir con nosotros al rancho. ¡Sé que les va a g
pronto ―le recuerda mi prima. Aunque sé que se ni
acticar para el examen ―insiste―. Y pasar una noche increíble, montar a cabal
s, Montserrat ―responde Mauri
uando tus socios se vayan, saldremos. ¡Di que sí, por
mite que vaya Cristián, pero no insiste mucho. Mauricio y Gabriela se miran com
ebastián me observa y sonríe. Genial, yo tam