Caricias de chocolate |AFL Libro 2|
ia, qué chiste. ¿Cómo tu propia sangre puede disfrutar de causarte dolor?
ayor, Mauricio, quien aprieta los labios y me mira con pesar
n que él p
el puesto, no volverá
, cierra los ojos. De nuevo, mis ojos van a Mauricio-. Gracias p
No tengo por qué quedarme en la mesa, así qu
le miro con el profundo odio que
n hacer los que les dé la pinche gana -grazno, d
e mi casa -escucho a Montserrat decir-. Y tú, Leonardo Díaz, n
erte manotazo para cerrarla, ocasionando otro fuerte estruendo. Mis manos van a mi cabeza y n
s, la oportunida
s que nadie, me desvelé, dejé de vivir mi vida para sobresalir y aprender. Pensé que así, é
ños y aspiraciones, el hecho de poder estar e
íaz quien solo ve billetes verdes y nada más, porque es un ser ruin y ambicio
lado. Mi hermana se abre paso en la habitación con inseguridad y un poco encogida
-habla, pe
a. ¡Mauricio, padre y tú! ¡Todo
tre sus dedos con un poco de rudeza-. Sé que te duele, que estás furioso. Lo entiendo, pero debes seguir demostrando tu valía. Eres
meterse Frag
tres, no digas algo que pueda dolerte después -me interrumpe, alejándose de mí-. Tú y yo estamos sol
boca, acariciando mis mejillas para limpiar las lágrimas que n
ellos esperan que seas un fracaso. Sé el mejor, escala allí. Cál
onía) que Mauricio me consiguió para no tener re
n? -pregunta, trayéndo
ocado ser así, fuerte y decidida, en una familia de hombres. Sé que
no le hagan lo mismo que a m
-mas
ya sabes, demuestra que eres un Guerra también -me recu
a sonrisita petulante de Leonardo Díaz me viene a la mente e imagino quitárse
a Mauricio recargado del umbral de la puerta. Está vestido de traje, como siempre, y su cab
? -pregunto, levantándom
e paz, quiero h
me haga esto? Tú sabes muy bien lo que daría por trabajar en el restaurante. Mamá no era de la familia fund
quería darte el p
n el restaurante si tú eres
ueño por apariencias. En realidad, no lo soy -me recuerda-. ¡Eres mi hermano, carajo! Sé que eres un excelen
ajando en una pastelería de
s con que no te conseguí un buen empleo. Él estaba fur
laudiendo-. ¡El hermano del año, wey! Pa
n estos momentos -murmura-. Eso no significa que me quedaré de brazos cruzados c
enos las que sabes que no vas a poder cu
mirando hacia el suelo-. Solo no quiero que me o
nuevo-. Tengo que arreglar mis cosas par
l sonido sordo de sus pasos desaparecer, luego de cerrar l
ue ser un marica me está arruinando. He visto tantos chefs pasteleros homosexuales como hete
r de un hombre machista, homo
uí -murmuro y restriego
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sol, sonriendo al escuchar a Mauricio gritarme "cabrón"
cortinas blancas y gruesas es todo lo que veo, tal vez porque llegué
joven y menuda frente a mí. Sus ojos destellan timidez y sus mejillas
z son
s la pastelería -me dice, confund
y Sebastián Díaz -me presento con
ra usted -habla, mirándome de arriba abajo y lueg
y mostradores. Hay varias personas dentro, organizand
n es la jefa de todos en el lugar -habla mientras yo observo todo mí alrededor. Hornos inmensos, un montó
aunque no le miro. Camino por el lugar mientras m
da -una voz aguda, un poco
Su tez es pálida y combina muy bien con sus ojos y cabello castaño. Es de estatura prome
se fija
nuevo. Bienvenido a la
o de la mano. Ella rueda los ojos, pero se ríe tambié
o -ironiza-. Iré a cambiarme y l
ajustados que se carga. Se ve que están entrenadas y ni hablar de como se
ces no se dan abasto allá afuera, es por eso que ayudamos a los
o vine aquí a trabajar como pastelero, no
az, es una cola
lla se encoge de hombros y asiente con lentitud, a
excusa, chocando su hombro co
murmuro par
nov
ando una ceja ante su apodo. Me acerco hasta qu
negras-. Estaré a cargo de supervisar tu trabajo y realizar observaciones sobre tu desempe
y ella afirma, como si fuese lo más normal d
bromas sobre e
edo estar a prueba, esta es
ntonces, que al parecer es su hermano. En lo que a mí concierne, usted
a mí, Sebastián Díaz, que estoy a prueba. ¿Acaso tienen idea de con quién están ha
or eso, no te afliges -me dice al encararme, acariciando mi hombro en forma de consuelo-. Sé quién eres. Me lo acabas de decir. Además, tengo e
me media vuelta para ir a
i o solo? -grita, haciéndome e
camisa negra y de la camiseta blanca que uso debajo. Me coloco la filipina y
que hacer más galletas y mini brownies. Tú y yo nos encarga
s, tensando la mandíbula-. Soy un Díaz y con chasquear los dedos puedo hacer que te despidan. Así que trát
o lo estuvieras, seguiría sin ser compartido porque yo sigo siendo
Feder
arrogante-. Sigue con ese comportamiento, Díaz. Quedará increíble en
que se escapó de su gorro. Su hombro choca con el mío y
!, pienso co
ue esto va a