Caricias de chocolate |AFL Libro 2|
es largarme de aquí. Mauricio tiene cara de pocos amigos, mirando siempre en dirección a Gabriela. Ay, her
rco a Federica, motivado a intentar que baile conmigo. Está claro que no aceptaré un no por respuesta e insistiré hasta q
te un baile? -su
s se enroscan en mi cuello y no oculto mi sorpresa cuando se acerca más a mí
nsentimiento? -mascullo entr
mitir eso -dice y noto que ar
bor
su cuello. Sus ojos brillan bajo las luces al mirarme y sus la
intura. Noto como traga saliva con dif
rato? Te desapareciste com
ento y busco de desviar
ndo una sonrisa ebria qu
a nuestras narices mientras observa hacia mi cuello u otra dirección, y el tenerl
en encajar. Alza su mirada oscura, alejándose unos pocos centímetros de mí, pero n
cluso mucho má
o. Coloca distancia entre nosotros al extender s
o sé si pretendía sonar así de brusca, pero luc
-evado y ella me empu
hacer -gruñe, energú
! -mascullo
une y les dice algo que las hace reír. Luego de eso, Cristián se marcha con c
al fin, es ho
que llevan mucho rato hablando y mirando en dirección a las chicas.
e gusta p
mirar a las chicas -le comento
nte unos segundos, hasta que notamos que tres de ellos se levantan. Observo a Mau
en con un baile? -pregu
mirando a la mujer de lila. Las tres mujer
de mi hermanita, son
na canción, señ
no -masculla Gabr
íe con orgullo. Achís, achís. Miren
deras de Fede, acercándola a mí. El aroma frutal que desprende alcanza mis fosas nasales y su trasero choca con mi pelvis, cosa que
íamos con ustedes -habla la mujer fren
ientras la otra da a entender q
z -pide uno de ellos, asin
edírselas a ellas -agrego
er contacto visual conmigo y me regala una sonris
ipejo antes de dar media vuelta y llevarse
dice Gabriela. Yo me alejo de ella, en busca de las cos
de irno
l depa -me corrige Montse y yo recuerdo
el ceño, negan
l depa? -Pregunta, sacando las lla
lestia -pide Gabriela de inmediato, cosa
lestia -agrego yo, solo po
intenta insultarme, pe
an accediendo. Federica me busca la lengua, insultándome por cualquier co
te. Mi jefa y yo bajo el mismo
espacios y beben del tequila que compró Montserrat. Me tienen con la cabeza a punto de expl
a como si tuviese seis dedos en vez de cinco. Bueno, tal vez vea como 10 dedos de lo borracha que va, pienso. Al final, decido toma
tud, observándome. Sus ojos están un poco enrojecidos
la casa donde se puede regular la temperatura. Apenas entramos, me suelta y observa tod
pedante que le encanta ser al
ar sus cuantos pesos ―habla
Mauricio? ―pregunta Fede ta
vanidad―. Compré una casa grande
ignorando ese rid
, ¿no? ―pregunta Federica, al
rmar una familia ya no va a suceder ―responde,
Mauricio le pide a Montse que revise si la habitación está
astabilla, cayendo frente a mi hermano que la sostiene con agilidad. Ella se ríe como si fues
s de nuevo se han perdido en la cocina. Escucho el grito de mi hermana, dici
pregunto―. ¿No va
e―. Soy venezolana, to
especial el tequila, es un poco fuert
, pero con el tiempo mis compañeras de trabajo me invitaron a salir varias veces. Aunque ya no lo hacemos a menudo, no desde que me
on amigas? ―pregun
es y formas de pensar muy diferentes,
qué? ―
a un poco de miedo porque temo que termine en algo más allá de discusiones ―explica y lu
en mi boca―. Supongo que si no hace nada ni escu
clara, encarándome―. Sí se pue
mi hermano y yo me alejo un poco de ella. Le ced
a frente―. Mala idea, se m
pasa esa borrachera ―me burlo
e? ―inquiere Montse, bostezando―. Hac
ro noto que ella deja que todos pasen primero y toma mi mano―. Oye, uhm, lo
rnos disculpas a nosotros, no fuimos l
uenas noches,
o, usando el diminutivo de
mal. Cuando se aleja, tiene las mejillas un poco sonrojadas y suelta mi mano, encaminándose a la habitación de mi h
iene la mano, la muñeca o si se apoya de mis hombros; siempre brinda a mi cuerpo sensaciones nuevas
ngo que detenerlo antes de que se torne má
omiendo de mi palma,
organismo y nada de comida desde el mediodía. Me levanto, buscando en mi armario uno de esos pa
n rodajas de jamón de pavo y queso amarillo, tomate y lechuga. Coloco todo eso sobre la encimera y busco el pan de sándwich para hacerme unos d
movimiento por el rabillo del ojo. Me paralizo por unos instantes y alzo la mirada, encontrándome con la mitad del cuerpo de Federic
-murmura, saliendo de su escondit
ro la nevera, apoyándome de la puerta de esta con cuidado y ella se acerca con le
es dormir?
aja y observando el vaso con agua-, pero me dio vergüe
. Entonces... ¿estabas babeando por el sándwich o porque estoy sin camisa? -inquiero
isa, hay visitas en tu casa y no debes andar por ahí todo... encuerado -aprovecha de mirarme en la última palabra, paseando sus ojos por
, Sebastián -niega, ac
chón de cabello entre mis dedos y enroscándolo en mí índice
un brillo diferente en su mirada, pasara desapercibido para mí que la cercanía entre nosotros la alt
do el mentón para volver a su actitud testaruda y distante