Si el amor duele
Aunque sabía perfectamente que Elliott era un hombre terco, todavía tenía que intentarlo. Entonces, una idea surgió en mi cabeza. Lo miré y dije: "Estoy de acuerdo con el divorcio, pero con una condición. Debes quedarte aquí esta noche y acompañarme al funeral mañana. Firmaré los papeles de divorcio justo cuando se acabe el funeral".
La burla llegó a los oscuros ojos de Elliott mientras entrecerraba los ojos y decía: "Entonces, compláceme".
Soltó mi barbilla y susurró en mi oído: "Gianna, si quieres algo, tienes que ganártelo".
Su voz clara estaba llena de deseo y picardía. Era más que evidente lo que estaba pidiendo. Sin pestañear, lo abracé y levanté la cabeza para mirarlo. Él era mucho más alto que yo.
Sabía muy bien que era patético de mi parte usar esta técnica simplemente para hacer que el hombre que amaba se quedara conmigo.
Justo cuando estaba a punto de deslizar mi mano debajo de su camisa, él me detuvo. Lo miré sorprendida por el toque amoroso que vi en sus ojos. Sin embargo, lo escuché decir: "Es suficiente".
No sabía lo que quería decir. Mientras lo miraba desconcertada, él se desnudó y se puso su pijama gris.
Me tomó varios segundos comprender sus acciones. ¡Se iba a quedar!
Sonreí con felicidad, pero mi alegría fue efímera. Repentinamente, una voz de mujer se escuchó desde afuera de la ventana. "Elliot...".
Por enésima vez en los últimos minutos, me quedé estupefacta. En ese instante, Elliott fue al balcón y miró hacia abajo. En un segundo, regresó, tomó su abrigo y salió de la habitación sin mirarme.
De inmediato, la curiosidad me llevó al balcón. Allí, vi a Olivia parada bajo la lluvia, llevando un vestido delgado. Ella estaba temblando, luciendo débil y lastimera.
De repente, Elliott apareció y le puso su abrigo sobre los hombros. Justo cuando estaba a punto de reprenderla, ella lo abrazó y comenzó a sollozar como una niña. Al verla, él empezó a acariciarle la espalda amorosamente.
Esa escena me demostró una vez más que yo no era rival para Olivia. Esa mujer todavía lo tenía comiendo de su mano a pesar de que habíamos estado casados por dos años.
En ese momento, Elliott sostuvo a Olivia en sus brazos y la llevó adentro. Me quedé en la escalera y miré con desdén a los dos amantes empapados, bloqueando su camino.
"¡Fuera de mi camino!", rugió él, mirándome con disgusto en sus ojos.
¿Acaso yo estaba triste porque traía a otra mujer sin tener en cuenta mis sentimientos? Quizás...
La vista sola me lastimó tanto los ojos como el corazón. Después de todo, ¿qué mujer estaría contenta al ver a su frío esposo tratar a su amante como una reina?
"Elliott, sé que no tienes respeto por mí, pero, ¿ni siquiera respetas a tu abuelo? Recuerda que le prometiste que nunca la traerías mientras yo viviera aquí".
Era muy humillante que Elliott quisiera llevar a Olivia a mi casa. De hecho, ese era el único lugar donde no tenía que competir con ella. Incluso la dejé tenerlo por incontables noches. ¿Cómo se atrevía ella a aparecer en mi casa y hacer que él rompiera su promesa?
"¡Ja!". Elliott se burló de repente. Luego, me empujó y dijo: "¡Te tienes en muy alta estima, Gianna!".
En seguida, aquellas palabras clavaron mil cuchillos en mi frágil corazón. Me quedé allí mientras mi propio esposo llevaba a Olivia a la habitación de invitados.
Parecía que esa noche estaba maldita.
Olivia siempre estaba delicada de salud. Y como se empapó con la lluvia, no pasó mucho tiempo antes de que se resfriara y tuviera fiebre alta. Por lo tanto, Elliott estaba muy preocupado. Él la cambió de ropa y secó su cabello mientras yo los observaba desde la puerta tras haberme colado en la habitación de invitados.
Tal vez él se sentía incómodo o asqueado con mi presencia. Después de arropar a su amante sobre la cama, me dedicó una mirada fría y dijo: "Puedes irte a la vieja mansión de mi familia y quedarte allí esta noche. Olivia tiene fiebre y ya es muy tarde, así que no puedo enviarla a casa".
¡Qué descaro! Él era consciente de era muy tarde, pero de todos modos me estaba mandando a la vieja mansión. ¿Era eso lo mucho que mi propio esposo me odiaba? ¡Ja, ja, ja!
Era mi culpa. No debí haber entrado.
Mirando su espalda durante un largo rato, reflexioné sobre cómo recordarle lo lejos que quedaba la vieja mansión de allí y lo peligroso que era para una mujer estar afuera a esa hora.
Él parecía haber olvidado que estaba allí parada. Entonces, acarició las mejillas rojas de Olivia mientras la miraba con ojos preocupados y llenos de amor.
Era más que evidente que mi seguridad no le importaba en absoluto. No obstante, logré decir con serenidad: "Me quedaré en mi habitación. No puedo ir a la vieja mansión a esta hora".
Yo nunca me pondría en peligro a mí misma solo porque él quería un tiempo a solas para cuidar a Olivia.
Maldiciendo a esos dos en mi mente, salí de la habitación de invitados en seguida. En el pasillo, vi a Colton Blake apresurándose hacia mí. Él llevaba puesto un pijama negro y un par de chanclas. Parecía que estaba dormido y había venido lo más rápido que pudo.