Si el amor duele
La mirada gélida que Elliott me estaba dedicando provocó que el vello de mi piel se erizara. Tras despedirme de Melissa a toda prisa, caminé hacia él y agaché la cabeza. "Gracias".
El hombre me miró fijamente durante bastante tiempo antes de decir con indiferencia: "Sube al auto".
Por temor a provocar que su enojo se intensificara más, obedecí y entré de inmediato.
Durante todo el trayecto permanecí quieta en el asiento del pasajero, o por lo menos así fue hasta que sonó mi celular; tras echar un vistazo, descubrí que era un mensaje de texto de Melissa, informándome que había llegado a casa. Dejé escapar un suspiro y miré por la ventana; en momento ya estábamos muy cerca de la residencia.