A fuego lento |Libro 1|
tobillo se me dobla y termino tamb
us frías manos, y doy un respingo al es-tremecerme. Me alej
tá ebria... o no sabe caminar con
te —respondo, encogiéndome de hombros—.
sigo mi camino, derecha y con
zo tardar tanto? —pregunta
nto. Creo que no tolero mucho el vino
lonia mascu-lina. Mauricio pasea por nuestro lado, con su paso seguro y arrogante, abotonán
aba ahí —mascullo para m
a muero porque llegue el día de maña-na e ir a beber co
gunas personas. El frío me eriza la piel y se quita su blazer para colocar
gunta, acercán
y suspiro al exhalar, también huele rico. Le regalo u
—murmuro, sonrie
acerca a él, rodeando mis hombros con su brazo y nos s
nde se encuentra Mauricio, tal vez porque nos p
ada más verlo me
moto. Observo de nuevo en dirección al café y
spera! —grit
a que su casco le cubre el rostro. Corro hacia la pared donde está
do el papel—. ¡Es en la tarde! Me d
legues más temprano —dice, sa
? —pregunto,
—responde, son
motocicleta. Acelera hasta mi c
ca que se roba los suéteres de sus… —me callo, desviand
rvioso y me acepta e
ener una amiga con más cosas en com
nueva —digo con gracia, hacien
ti después
uerdo—. Buenas n
noches,
rse a mí. Sin embargo, no me besa en los labios
ndose en su motocicleta. Lo veo colocarse el blazer y el c
spirar sino el recuerdo de las manos frí
demasiad
larme, dejando atrás ese estúpido suceso. N
Así que debo recordarme lo cavernícola que es y que
**************************************
rto? —le pregunto a Federica, quien se
scando algo en su
o importa que sea sábado, ¿cierto? —vue
runzo el ceño al ver que sigue
ando? —pregunto, levan
rojo! —protes
lo prestaste ayer? —le recuerdo, busca
uede y se mira con nervios en el esp
nto, mirándola de forma acosadora. Ella frunce el ce
mite, un poco nerviosa—. Debo ir a
puerta y saliendo como a
cielo y jeans blancos corte alto. Me coloco unas zapatillas azules y un blazer blanco para verm
del café. Espero que la memoria no me falle y me pier
y exagerando per
a los minutos me encuentro frente al café. Me adentro
on una sonrisa me
todavía están buscando mesera para la tarde —h
ener la entrevista? —me preg
posible —respon
a las dos de la tarde —me informa—. Es mejor
e tu mala suerte pa
spondo—. Muchas g
disfrutando de los olores de la zona. La comi
o y reviso quién me está llamando
pregunto a
errat Díaz, ¿cómo estás?
oy bien, ¿y tú? —p
al club. Estaba pensando en que podíamos q
unto, mirando a mí alre
ebastián estaría allí, pero no h
de y no quiero incomodar —admito
quedar también —dice—. Sin
oblema, en
¿C
se detestan —le cu
e verdad que no será ninguna molestia.
parece? Es mi prima, no puedo
ás pronto posible —dice y cuelga,
s cejas y marco el número de mi prima,
sí que espero que sea import
en su casa, pero hay un detalle
es el detalle? —pregunta
una Díaz,
—gruñe, molesta—. ¡No me v
sta a Montse. Además, ella dijo que se enc
que si me llega a
e a coñazo, lo ju
a pastelería está a r
al menos, mi prima y yo estamos dispuestas a queda
una camisa roja de tiras con escote en forma de corazón y mis zapatos deportivos. Me aliso el cabello y
en un pequeño bolso rojo y tomo mi c
ribe diciéndome que ya tiene aventón al club.
enes en camin
por un aventón y ya está ye
o en diez —me corta,
—respondo
cribirle
n te dio
acá. Para qué te digo aven
más. Estoy segura de que el a
, ¿significa que Mauricio también? ¡
de sitio de todas form
ocicleta y me encamino a la salida. Sonrío cuand
r que andar pilas con el poco de tipos e
peradas allí que llaman más la atención
hermosas de la noche: Fede, Montse y tú —d
”. El sitio es precioso, con muchas luces rojas que le dan sensualidad al lugar. Ya hay ba
gus
donde están algunos compañeros de clase, como Mont
ve—. Ten, toma un shot de tequila. Vas a q
ó, pero al escuchar su voz sé a lo que se refie
rellano, qu
ot de una sola sentada, sin limón ni sal, y me estremezco en mi sitio. «Verga, esta va
jodiendo —mascullo,
er amigas de mi hermana, tenías que
nos de mi amiga, tenías que ser tú —respond
persona afortunada —se ja
itamente nerviosa ante su cercanía. Sin
o —respondo, alzando mi barbilla con
mira de arriba abajo, esta
e me hunde el corazón en el pecho ante ello, pero ni lo