A fuego lento |Libro 1|
anó Cristian, por supuesto), me encuentro secando
pregunta y yo lo miro con ojos
es tenemos
un sitio con buen vino? -pregunta
y voy secando los t
gustas -invita, mirándome mient
sábado podremos ir a tomar algo? A este
ponde, riéndose-. Aunque
cubriéndome la cara con el
iano me derrite por completo, pero eso no significa que me guste. E
carajos sucede c
no... tendremos una charla un tanto incómoda y, la
**************************************
e, pero ha mejorado. El chef Guzmán notó mi progreso y mejo
-pregunta Cristian c
u belleza de moto, sí -re
nosotros y Cristian frunce el ceño,
cerca a la muchacha, que se oculta tras de nos
nsistiendo en arreglar nuestra pinche relación -responde ella y yo me
uiñándole el ojo-. ¿Quién
ga, rodando los o
n, la comprendo. Seguro tienen una relación de porquería,
habla, estirando su mano y la estrecho, sonrién-d
mando con la cabeza y
delantales de la
estia en su voz-. ¿Te importa si me llevas a casa, Cris? ¿Por
-respondo cuando me mira, un
es -acepta él, lanzando las l
gunto, esperando que ella
onde Cristian y yo niego con la cabeza, creyendo
-inquiere ella y yo afirmo, así que se
rmano es un bruto -me qu
o parece recordar algo-. ¡Oigan! Ma-ñana tenía pensado
asiente con una sonri
escribiré a Cristian -me dice y se de
de los Díaz e
me un beso en la mejilla
ti luego -
respondo con
ección contraria de siempre. Yo espero el autobús
rato antes de arreglarme para la cena con Cristian. ¿O acaso d
lo
un pantalón de vestir corte alto, con un lazo en el frente, de color beige. Un
no ir muy arreglada -me digo frente al
-pregunta mi prima,
ue voy muy arreglada -admito,
-pregunta, recargando
viendo a verme al espejo mie
así te da el suyo cuando haga fr
ar lo que tengo con él. Es mi único amigo, hasta ahora, en México -digo y
e gu
lo
e gu
ondo de nuevo,
ándose para colocarse detrás de mí-. Que él sea hombre y tú mujer no
riendo con alivio-. Gr
s de la casa. Federica alza una ceja en mi dirección y yo le saco el
r semi formal. Viste una camisa blanca de botones, un flux negro y
tras de mí-. Estás muy guapo, pe
endiéndome su mano-. Supuse q
un casco y nos trepamos a la motocicleta, él acelera has
de lomito y pizza. El mesero nos sirve la bebida en las copa
la copa-. Salud porque subiste
un poco más fuerte de lo que espe-raba y terminamos riéndonos
ndome un ojo-. Iba a preguntarte por qué te mudaste de Venezue
era hora de salir de allí -le cuent
osos de Barranquilla -admite él, haciendo
un barrio mucho más seguro -respondo y me encojo de hombros-. Ninguno
yo lo miro confundida-. Perdón, quiero de
l certifica-. Ella se mudó hace un par de años y vive con sus padres, me es
ar más días. Tengo que enviar dinero a Barranquilla -admite y le da otro sorbo a su copa de vino-. He cambi
la mesa-. Un trabajo para sobrevivir mientras una pas
tres pasantías en Fraga -dice, soltando un suspiro-. Y sé que la obtend
sero llega con nuestra entrada, que luce muy buena y no puedo
turando nuestra atención. Trato de encontrar a los homb
ranquilla? -pregunto antes de me
o miro sorprendi-da-. Tuve novia en Barranquilla, pero tuvimos diferencias irrec
odía irme con él en ese entonces, así que decidí cortar por la buena. Sabía que no iba a poder con una relación
parcera -es lo que res
arpacho y coloca la pizza sobre la mesa. N
apetit
n ap
a, mientras nos deleitamos con la exce-lente pizza y unas cu
a, ¿quieres algo
la cuenta -le aviso, levantándome de mi asiento,
ayuda? -propo
un ojo y me rio
o siga presentable. Retoco un poco el ma-quillaje y me ar
e caer. Unos brazos me sostienen de la cintura y un exquisito olor m
a vez no tenía un
mediato al rec
-hablo, en
nuevo, no sé si analizándome o con desprecio. Supongo que le hace grac
no -murmura con
isa se en
Romance
Romance
Romance
Romance
Hombre Lobo
Romance