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A fuego lento |Libro 1|

Capítulo 3 3.

Palabras:1921    |    Actualizado en: 04/08/2023

ostoso, o al menos así se ve. Su fachada es inmensa, está a cielo abierto y tiene unos cuantos árboles regados por el ambiente. Hay algunas decoraciones sobre ellos como luces co

son cuadradas y rusticas, las sillas negras tienen un acolchado gris y una tela suave, un poco gruesa, de color rojo. Están decoradas con unas pequeñas luces e

un volumen bajo, agregando

-pregunta Cristian,

a dejado sin palabras -admito, m

omenta, sonriendo-. Llevo cua-tro años viviendo aquí, a veces si

compañe-ros. El brillo en su mirada parece desvanecerse y me cubro la boca-. Perdón, es

que salir de allí. Honestamente, quedé muy traumado c

deplorable del país -me quejo, n

todos los chefs preparando platillos. Me apoyo sobre ella y me alzo de puntitas para ver mejor. La comi

abuelo del señor Díaz y este último ha ido agregando algunas cosas -me explica-. He estudiado los r

n despegar la vista de

ce y yo le miro, sorprendida-

vergonzada-. Pensé que dirías E

n la cabeza

cio y usted -comenta como quien no q

e respondo de inmediato-, pero sí. Tuve un

unta, mirándome co

uiné su súper traje -imito pobremente su voz, rodando los ojos-

saladita, ¿no? -se burla y y

ergonzado-. Además, el señor Díaz acaba de encontrar a quien no se arrodillará jamás ante él -agrego, mirand

rando en mi dirección-. Tiene rat

ia-. Y lo seguirá haciendo por un largo tiempo. No voy a permi

eja-. No vaya a ser que gané

No puedo decirle lo que me dijo, ni a él ni a nadi

ste sea el único restaurante mara

me lo vas a negar? -pregunta y yo concuerdo con

do de aquel cavernícola, pero segur

nícola, no tenía derecho a alterarse de esa forma

e ha costado una g

de mis pensamientos y toma mi mano, tirando de la misma para que me sie

tio a comer y observar cómo manejan todo en los restaurantes importantes -intercede una

a -musito en respu

qué tienen los Díaz pero hasta el menor es un bombón -

y otro Díaz? -inquie

s el mayor, luego le sigue Sebast

agada, ¡eh! -se queja Cristian y ella rueda

ué los multiplicas?» pregun

gras, también tienen zonas grises -expresa en voz alta y yo busco con la mirada a

ojos sobre mí con total descaro. Yo alzo una ceja y ruedo los ojo

en cuna de oro es bien

**************************************

o el almuerzo. Me siento junto a ellos

s a ver un restaurante en el centro histór

fuera. Es como parte de un ho

estaurante muy bonito, lástima

Gaby. Mira que ya te conozco -me a

quedar callada ante injusticias, así como tampoco aumentaré egos

les y le escribo a mi primo por WhatsApp para saber cómo están mis señoras.

deje llamarlas por aquí

ndo ya he reposado la comida, me doy otro baño y me cambio de ropa. Me visto con una camisa blanca con las mang

do de mis tíos. Abro la puerta y me sorprendo

areces el niño bueno de la historia, pe

un poco-. Los chicos buenos t

mos? -pregunto, trep

erca de la escuela. Así no te me pierd

se coloque su casco. Él acelera y me sostengo bien de su cintura, sintiendo

uela y estaciona su moto,

y le tiendo el casco para qu

a (que es un bar restaurant), una gasolinera y un restaurante belga llamado Le P

mente, mientras me va mostrando los alrede-dores.

estoy enamor

os a nuestro próximo destino-. No es tan lejos, pero com

na gran e imponente fuente. Puedo ver que hay algunos re

-pienso en voz alta-. Todo esto es mara

ndola en su trabajo. Aunque aún falt

arnos un caf

ro gracias -acepto, colgá

mi amigo dentro donde se puede apreciar todo mejor. Hay mesas pequeñas y largas, con luces tenues colgando sobre las mismas y

late caliente y dos golfeado

y nos sentamos en la pri

rece el luga

o, mirando todo a

nar. El vino de aquí es excelente -me dice,

risa-. También me gusta mucho beber, así que di

de la escuela -dice, guiñándome un ojo-. Varios de los m

ara mí -respo

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