A fuego lento |Libro 1|
UR
e puesto nerviosa. «Eso, así es que quería ver-te...» pie
vor. La paga el señor aquí
e aniquilar con la mirada a mi hermano, y ella se beben un shot con rapidez. No aparto
mucho a la imaginación. Sus caderas son anchas y su cintura pequeña, es delgada, pero de piernas gruesas y fuertes, de p
idiendo un whisky. Las luces rojas se mueven de aquí para allá, mien
rgido un problema antes de dirigirme a la escuela y pues... exploté sobre el
la protege de mí. Su actitud reta
a Sebastián a mi lado y lo miro de reoj
primero con l
ojos y se lleva la botel
nenosa esa que tiene―responde, sentándose a mi lado-.
fura por tenerme cerca, ¿o no te pasa lo mismo con su amiga? -inqui
esponde y me devuelve la mirada
cuando la veo con el colombiano. Siempre ha es-tad
ta Arellano, me da a entender que no la corr
más fastidiado. Tengo 36 años, no estoy para andar
apa para bailar la pachanga que suena de fondo. Yo ruedo los ojo
o ―o
vigilarnos tanto y vengan a bailar ―nos p
estas cosas y solo estoy aquí por ti
n solo hermano mayor ―se burla ella, mirando en d
da un puñetazo ―
os señala, fastidiada-. ¡Imbéciles! -se queja y s
le puede decir que
22 años, q
con las que podemos bailar ―di
que llegamos. Algunas nos sonríen y nos guiñan el ojo
stas. Le ofrezco mi mano a una morena de pelo oscuro
rpo con el mío. Una de mis manos se queda en su cintura y la otra acaricia su cue
, recargándola en mi hombro y cierra
ruzada de brazos, mirando con cierta repulsión nuestro baile. Desvía la mirada cuando
n la otra Arellano. Me acerco a ellas y le hago señas a mi herma
no? Porque no veo que hagas nada
? -inquiere, buscán
da de encima. No me digas que no te das cuenta de ello -ironizo y ma
abriela? -inquier
n a la parejita y yo vuelvo mi vista a mi hermana, quien
ellizcando mi tabique co
on Cristian, con su prima, menos con-migo. Sebastián apareci
Luego se mete en problema
bello se le pegue a la espalda, un poco al pecho y a los costados de su rostro, pero porta una sonris
í, pr
que nunca, un poco tomados, menos Cristian y yo. S
Hasta que suena Talking Bodies de Tove Lo, porque las
riginal sino un arreglo del DJ. Sin embargo, me gusta basta
eras y recogiendo su cabello hacia arriba hasta dejarlo caer de nuevo
e acomodo en mi puesto al sentir una incomodi-dad en
hecho antes y es de
se niega y lo ignora. Sin embargo, sigue insis
co, pero no es nada bueno y estoy aquí para proteger a Mont
Ella frunce el ceño y cierra la boca, seguro porque estaba por mandar
n-do le hago una ligera seña de advertencia hacia el tipejo que espera su respuesta, acechándola y
bebiéndoselo de sopetón antes de poner una mano en su pecho y arru
arme con cariño y el tipo al fin
bailar una canción sin problemas ―digo, col
manos sobre mis hombros-. Aunque te digo que yo solita p
por ustedes? Ya no estoy para siquiera madrugar hasta las tre
olita. Téngalo por seguro -reitera y yo afi
qué, señori
conocer el olor a tequila, a su sudor (que no me e
a mí. Puedo escuchar como jadea de la sorpresa y trata de
u piel. Noto que se eriza y no puedo evitar sonreír por ello. Se da la vuelta, acercándose de nuevo a
está regalando tres pasantías en mi escuela ―dice, a
cocina como baila ―res
ojos y niega
no la aceptaría ―dice, a
o maldigo en mi interior po
n cara de preocupación, le dice algo que l
agar por los tragos
las mujeres ―habla Sebastián, colocánd
s tres jóvenes que vinieron con noso-tros. Trato de ignorarlos h
ea. Otra v
amos antes de caminar
lacen con un baile? ―
sponde mi herman
a canción, señor
o que responde Gabriela, ha
ras ellas, yo sujeto a mi her-mana por los hombros y a Gabriela por l
ual no bailaríamos con us
la chocan puñ
imposible, pr
es Díaz ―dice uno de
, ¿no creen? ―habla mi hermano y noto la
tas ―dicen y se dan m
l culo ―habla Gabriela y alzo una
ordena Sebastián, d
a, pero en el depa ―corrige
n el departamento? ―pregunto, frun
olestia ―habla Gabriela al instante, tom
ia! ―le grita Sebas desde la bar
Federica se levanta, p
umpe Gabriela, suprimiendo la
ima, buscando el di
erfiriéndome en su camino―, prefiero saber que están sanas
ricio. Nosotras nos vamos en taxi ―responde,
sí, creo que no lo haría tan seguido. ¿O tal
axi mañana si quieren, pero hoy qué-dense. Me da miedo que
trata de zafarse del as
su atención―. Dormirán en la habitación de
a a ser su cara, no me complace para nada. Ni hablar de qu
era e intenta echarse para atrás, pero el orgullo la frena y se
go, Gabriela ―le digo, sonrie
esvía la mirada,
me dice que tendré pesadillas ―dice y sig
durar mucho tiempo, yo