PISO DE ABAJO
IL
, haciéndome saber que hablaba muy en serio. Me deslicé una mano por el
y cada una de las leyes, de no ser así podía matarlo y alegar ignorancia del código penal ante el juez. Y sí, soy consciente de que,
nor. -dijo con una expresión relaja e inclinándose más en mi escritorio. Inhale y exhale
e ir... ¡Y ni siquiera me habías comentado nada! -grité golpeando
irmó Camilo, por la forma en que me observaba e
ue solo era tres años más joven. -Odio con mi vida el tipo de música que tocan y tú lo sabes perfectamente. -le recordé señalándolo con un dedo. Ahora ambos es
y ejercía mucha presión sobre sus hijos. En fin, estábamos unidos por padres exigentes y controladores, era más que obvio que debíamos apoyarnos. A pesar de su carácter, Camilo siempre cumplió con todas las expectativas que ponían sobre él;
e dar la vida por el otro. En la escuela éramos un trio de problemáticos, nunca se podía saber cuál sería nuestra siguiente broma y entre Camilo y yo siempre lográbamos zafarn
antas similitudes físicas que más de uno llegaba a pensar que eran gemelos. Los tres sudábamos carisma y desde jóvenes aprendimos que l
icarse a la música después de pasar tantos años buscando su vocación. Así pues, los quería tanto como podía querer a otra perso
vantándose de la silla y abrochándose el saco. Abrí mi computadora
que son muy sabias. -dije sin mirar
e un c
n colega, sobre una asesoría que me había solicitado hace semanas. No escuche una respuesta p
rtos, no podía saber que tácticas usaría para intentar persuadirme. Pasé un buen rato distraída con el trabajo pendiente, por lo que pronto
arias y los de limpieza, me sentí más tranquila al ver que el guardia de seguridad aún estaba en su puesto. Me despedí de él con un asentimiento de cabe
a donde no los había; sin embargo, había demasiado silencio, lo único que escuchaba era el repiqueteó de mis tacones contra el asfalto. Empezaba a ponerme nerviosa e
o. Grité y por instinto comencé a lanzar golpes en el aire, tratando de zafarme del desconocido. Fue un esfuerzo inútil, aquel hombre era demasiado fuerte y me mantenía
encontrándome con sus ojos azules que me miraban furioso. Pasado el shock principal yo también
achetada había aplacado a mi bestia interior y en su lugar quedaba un tempano de hielo, cont
a sonrisa inocente que la hacía parecer mucho más joven de lo que en realidad era. -Lamento mucho todo esto, sorella. -se disculpó la menor de los hermanos llamándome
osotros>> pensé sin poder evitar senti
qué está pasando? Casi tengo un infarto fulminante por
nos me miraro
isma te lo pidiera. -respondió Camilo hinchando el pecho, cual niño orgulloso q
arar a su hermana. -Lo lamento Kat, no es que no quiera apoyarte, pero ese no es mi tipo de música y solo terminare por amargarte la noche. -dije tomando las manos de la rubia, tratando de que me entendiera. -¿Tu
con la mirada a
atención a ella. -Igual quiero vengas, aunque sea unos minutos. -Abrí la boca para negarme, pero Katherine me int
ta vez, ya no teníamos dieciséis años; me mordí el labio inferior, sabiendo que en cualquier m
os treinta años, somos adultos. -a
itamente infantil. Cuadre los hombros para recuperar la habitual seguridad de abogada que utilizaba en los juzgados, era consciente de que había p
compañía. -afirmé arqueando las cejas de forma sugerente y esbozando una sonrisa pícara. -Primero debo pasar por mi casa a camb
ción al auto de Camilo, en el que no había reparado hasta ahora. Era un Audi de color negro con vidrios polarizados, él estaba muy orgulloso de poseerlo, yo no ente
ongestionadas, por lo que no tarde mucho en llegar al condominio donde vivía. Estacioné el vehículo en el aparcamiento del edificio, saludé a los guardias que estaban en el turno de la tarde y caminé hasta el as
, ni siquiera con los ocasionales ligues que traía a casa, pero por alguna razón que no lograba comprender, esta pequeña p
o. No pude evitarlo y solté una risita por lo bajo, me encantaba su actitud defensiva,
noté Amanda aún estaba dentro del elevador, deteniéndolo. Di un paso hacia atrás para darle espacio para que saliera, lo cual hiz
rá, intenté no sentirme ofendida por eso y me alejé. Nos quedamos calladas, cada una perdida en sus pensamientos sin saber que decir; no entendía porque nos llevábamos de esa forma, nunca seriamos mejores ami
aciones, por la forma en que me observaba daba a entender que ten
enas noches, supongo que ya nos veremos. -dije presionando de nuevo el botón del ascensor e internándome entre sus paredes. Lo último que
rsonas no entendían qué hacía viviendo en lugar como ese, siendo mi padre quien era; cada vez que visitaba a mis progenitores escuchaba los comentarios maliciosos, alegando que solo era una etapa y que pronto vo
nder del diner
brindaron y no podía decir que mi infancia hubiese sido mala, todo lo contrario, a pesar de que nunca fueron padres que se deshacían en mimos, siempre supe que estarían a mi espalda resp
eña firma de abogados y debido a las grandes calificaciones que tenía no tarde mucho en escalar de rango, sin embargo, decidí quedarme en el mismo apartamento
urmiendo, tenía instinto de supervivencia así que me levante inmediatamente y empecé a despojarme de la ropa, esa era una de las muchas ventajas de vivir solo, podrías caminar desnudo por toda la casa y nadie te