PISO DE ABAJO
IL
rme más complacida por la forma en que lo llevé acabo
signora Maria Contrera, mi actual cliente; disimuladamente estiré mi
ía allí salió por la puerta ubicada en una esquina de la
ución, sin embargo, quiero oír los argumentos finales. Así pues, tien
amos hacerlo, bien podía hablar desde el escritorio, pero yo me s
l. -Ambos padres se ven en la obligación de aportarle al menor lo necesario para su subsistencia, esto en base de las ganancias de cada uno. -continué, podía sentir la mirada de mi colega en contraparte. -Mi cliente ha cumplido a cabalidad con cada
a palabra al abogado defensor, este se neg
la última palabra si quería al menos darle una oportunidad a su c
hora para analizar mi decisión. Nos vemos en
ra en mi trabajo. Decidí estudiar derecho cuando tenía diez años, supongo que ver a mi padre entre tantos documentos y casos me había calad
y no por intervención de mi progenitor, quién para eso entonces era un abogado relativamente reconocido
estudiante dejaban mucho que desear; principalmente porque no creía que el éxito laboral fuese proporcional a una califica
masculina me sacó de mis recuerdos, nos encontrábamos
ente mantener el debido respeto, aunque sea por
, si es que podía llamarse de esa forma, lejos de nosotras. Sin emba
Ese hijo ni siquiera debe ser mío. -afirmó e
a mano en el hombro y negué disimuladamente con la cabeza para evitar que dijera algo que podría poner en riesgo lo que habíamos logrado hasta e
ue aún no la tiene. -afirme con sarcasmo. -Y todas las dudas que tenga, puede plantearlas al juez. -dije con firmez
tribunal. Hacía un día precioso, soleado y alegre; el clima le daba un aspec
e tiene las de perder y sólo está sangrando por la herida. -¿Me permites
-dijo apenada, pero se interrumpió al ver mi rostro. -D
la cabez
s rendirte tan fácilmente y debes ser capaz de insistir hasta el final. -expliqué
es a mí ya me conocían allí. Disfrutaba mucho del sitio, prácticamente me la pasaba en los juzgados así que era lugar más cercano que tenía pa
reconocer, lo que inmediatamente lo delató como un extranjero. Era de tez bronceada, ojos
aunque esa era precisamente la marca distintiva: un ambiente acogedor y clásico dónde se podía disfrutar de una comida italiana tradicional. Los muebles eran d
gricia, per favore. -le dije, luego
-respondió
tímida había terminado con hombre como aquel, tan asquerosamente desagradable. En algunas ocasiones quise interrogarla acerca de ello, pero me parecía tomar
terrogó de nuevo el mesero anotando e
, esperando que eligi
lo dejó a su criterio.
había visto esa joven en
iendo escrito lo último, el mesero se despidió c
no era ni de lejos el restaurante más caro en el que había comido, si supiera la cantidad de dinero que me gastaba e
sas banales, sobre todo de su pequeño hijo, que aún no cumplía lo
y estatura baja. Su familia provenía Panamá, eran de clase media y ella era la menor de c
bía podido pagar
Había conocido al padre de su hijo en bar, ya que aquel imbécil era amigo del hijo del dueño. Fue en esa época cuando todos sus plane
raje y una computadora, ya que trabajaba como secretaria en una editorial de poca monta. Por eso no dude ni un segundo en ponerme a sus órdenes cuando se presentó en el bu
no nos apoyamos
ás iba a
s a comer, rechazando el ofrecimiento de un postre por pa
de ella, para luego darle un trago al vino,
mitió María mirando
portunidad, debía mostrarle a esa jove
María insistió en pagar la mitad de la cuenta, pero me negué, manteniéndome firme, ella necesitaba
ía. Mi contraparte ya se encontraba ahí con su representado, no me digne a mirarlos e inste a María a que hiciera lo mismo. Su seño
Andrés Contreras en virtud del parentesco que existe entre ambos y hasta que cumpla la mayoría de edad. -decretó el juez con seriedad. -La cantidad será estipulada en base al po
amos vi que tenía los ojos brillosos y lágrimas rodaban por sus mejillas. Tenía una expr
molte grazie. -inquirió agradeciendo. La tomé d
umpliera la ley. -afirmé. Y era cierto, lo único que
pagarle. -continuó
que preparas, ten por seguro que me daré
ntió enér
odas las que quiera o mejor, las l
para que se le hicieran llegar los depósitos mes con mes, también le comenté que mañana iría por el documento con el resultado de juicio, que er
de Il Tribunale Ordinari di Roma hasta el despacho Calaglieri que quedaba en la Vía Prisciano, pero duré 40 minutos en llegar al edificio,
ntes por revolver, aun así, todos me devolvieron el saludo con efusividad, pues era bien sabido el aprecio y respeto que suscitaba en mí equipo de trab
do las manos para espantar al hombr
de bienvenida, resistí la tentación de limpiarme la zona con la mano, ya era su con que uno de los dos fu
ilo, era mi amigo, pero eso no restaba el hecho de que la únic
! -gritó en un tono efusivo. -Se que esa no es tu área, así
me iba por el derecho penal y esa demanda había sido de derecho familia, por supuesto no lo mencioné; sabía cuál era s
que el sarcasmo era palpable en la cortesía. -Repito: ¿
he inmediatamente me tense, nada
había meti