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Cuando Sofía entró nerviosa en la oficina del director ejecutivo, pudo sentir su mirada penetrante agobiándola como si estuviera juzgando su valía. A pesar de su inquietud, ella se mantuvo firme con una feroz determinación de obtener el trabajo. El CEO, se quedó observándola en lo que leía su expediente, aunque tenía excelentes calificaciones, no tenía experiencia laboral. ¿Por qué su antigua asistente se la propondría?
Es verdad que reunía las características que le exigió en su físico, es una mujer sin gracia femenina oculta detrás de sus enormes espejuelos. Por la manera tan correcta y sencilla que viste, se percata que es una buena e inocente chica, muy lejos de lo que necesita, piensa. Pero al notar su confianza, y porque su antigua asistente se la recomendó, decide entrevistarla.
—Sofía, ¿estás casada?
—No, señor.
—¿Tienes novio?
—Tampoco, señor.
—¿Familiares, amistades, conocidos que impidan que realices tu trabajo?
—No, señor. Si leyó mi expediente, soy huérfana, vivo y trabajo en un orfanato. Vine porque la señora Imelda insistió mucho en que yo era la persona indicada que usted necesitaba. Como ella es muy buena conmigo, al decirme que había cerrado una entrevista con usted, no quise que quedara mal. Nunca imaginé que fuera en una empresa como esta. ¿Puedo saber por qué pregunta sobre mi vida personal?
—Porque el trabajo que te voy a ofrecer es de veinticuatro horas, no puedes negarte a venir a mi encuentro, ni a ir conmigo a ningún lugar que sea necesario. Tienes que estar disponible para mí todo el tiempo. No te preocupes, te pagaré un buen salario y todas las horas extras que hagas, y si crees que es poco puedes decírmelo después que pases el periodo de prueba de quince días. ¿Alguna pregunta?
—Señor, no sé si podré cumplir con eso que me pide. Le acabo de decir que vivo en el orfanato, eso queda fuera de la ciudad. Tengo que tomar dos buses para llegar aquí. Y el último pasa a las once de la noche, después de esa hora, no puedo salir. Así que no puedo aceptar su trabajo, aunque quiera —dijo soltando un suspiro.
Sofía se había hecho a la idea de que al fin iba a poder salir del orfanato y vivir la vida normal de las personas. Pero con eso que él CEO le estaba exigiendo, aunque quería hacerlo, le iba a ser imposible cumplirlo. Por su parte el señor López se había quedado mirándola curioso, al parecer ella no tenía ni idea que el trabajo que le ofrecía era el de su asistente personal, casi confidente, y que con el enorme salario del mismo, podría alquilar un buen apartamento en uno de los mejores repartos de la ciudad.
Y por un momento entendió el motivo por el que se la había recomendado su anterior asistente. Sofía era un diamante en bruto que él podría moldear a su antojo sin que ella protestara, sobre todo, no era una belleza que lo persiguiera queriendo meterse en su cama y en su vida. ¡Justo lo que necesitaba! Y se sintió satisfecho con ella. Por eso en un tono condescendiente le habló.
—Ya veo que la señora Imelda, no le dijo a cuánto asciende el salario de la asistente personal del CEO de esta empresa, deje que le muestre —dijo anotando la cifra en un papel y extendiéndolo a Sofía que lo tomó y abrió los ojos desmesuradamente, para beneplácito del señor López, que había cumplido con la promesa que le hizo a la señora Imelda de no engañar a la chica. —Y eso solo es por ocho horas. Las otras horas restantes que usted se verá obligada a trabajar, agendando mi vida personal en estricto secreto, se las pagaré el doble. Por lo que si acepta, le haré ahora mismo un cheque como adelanto de su salario de prueba, para que alquile un buen apartamento muy cerca de la empresa, así no tendrá que tomar bus, y cuando aprenda a conducir si no sabe, le otorgaré un auto. ¿Qué responde a mi oferta? ¿Acepta?
Ahora mismo Sofía tenía un nudo en la garganta que no la dejaba hablar, en lo que trataba que las lágrimas tintineantes en sus ojos, no rodaran por sus mejillas. No podía creer que al fin, después de veintitrés años iba al fin abandonar el orfanato. El señor López la miraba complacido, pensando en hacerla su sombra, su confidente y su más fiel aliada en su desordenada vida. Sabía de solo observar a la joven, que ella era ese tipo de personas, honesta, confiable y fiel. Aunque empezaba a impacientarse al ver que ella no respondía.
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