Ella podía mentir y decir que el caos había comenzado a reinar en su vida desde que Erick Sowler la secuestró, pero no era verdad.
El caos era parte de su vida desde que nació, o incluso antes de esto.
Aún así, debía admitir que los horrores volvieron a hacerse carne desde el primer instante que despertó.
Sin embargo, para una mujer que jamás había experimentado en carne propia lo que significaba la verdadera felicidad, era extraño poder concebir algo diferente al caos; aún así, mientras sus ojos estaban cerrados y su mente permanecía atrapada en el mundo de los sueños, Daphne pudo imaginar otra vida.
Una hermosa y tranquila, dónde había conocido al atractivo millonario cuando este aún no lo era, cuando solo era Dorian Fleyman, su atractivo compañero de clases. En aquel extraño deseo, incluso ella era diferente; su corazón no estaba pesado por las dolorosas cargas de una vida pasada y se permitía amar con total libertad.
Ambos habían coincidido por primera vez en clases de la universidad de tecnología, había sido amor a primera vista.
Solo fue cuestión de tiempo para que se hicieran pareja y decidieran casarse, luego comenzaron a llegar hermosos bebés que comenzaron a crecer para abandonar el nido de amor que ambos habían construido.
Solos, el uno junto al otro, vieron pasar la vida frente a sus ojos, felices porque pronto partirían a la eterna oscuridad.