Prólogo-
Mía golpeaba con ansiedad el suelo de madera y se mordía los labios, sus manos sudaban expresado su nerviosismo. Esperando escuchar su nombre. Había experimentado esto muchas veces antes durante estos dos últimos meses, pero parecía que nunca encontraba la fuerza para llevar adelante su decisión. Sin embargo, en esta ocasión, se había prometido a sí misma que finalmente presentaría los papeles de divorcio. Aunque su corazón no estaba de acuerdo con la idea de terminar su relación con Charles, su mente le decía que era la mejor decisión para ambos.
¿Qué esperanza tenía? Ya lo había dado todo, su dignidad, su orgullo de mujer, su autoestima, su todo, ¿pero que recibió a cambió? Ser humillada una y otra vez, ¿y por qué? Solo por un hombre.
Su único error fue amarlo.
Pero ya no más, se negaba a seguir así.
También tenía la certeza de que a Charles le encantaría la idea de separarse de una vez por todas, ya que él era la única que aún se aferraba a este matrimonio roto.
Justo en ese momento, una voz interrumpió sus pensamientos.
-Señora García. La abogada está lista para verla ahora.
Al escuchar esto, Mía se levantó y se limpió las manos sudorosas en sus jeans. Sabía que tal vez debería haber vestido algo más formal, pero había sido una decisión de último momento.
Cautelosamente, cruzó la puerta y se encontró con el interior familiar de la habitación. Reconoció la abogada sentada detrás de su escritorio.
-Buenos días, señora García. Es un gusto volver a verla. Por favor, tome asiento.
Mia se aclaró la garganta y se sentó en la dura e incómoda silla. -Buenos días, señora Surco. Es un gusto volver a verla también -respondió con educación.
La abogada miró Mía con una expresión sabia y asintió con la cabeza.
-Entonces, ¿tu razón para venir aquí hoy es la misma de siempre?
Mia asintió, sin necesidad de agregar palabras.
-¿Está segura esta vez, señora García? Ha querido presentar los papeles de divorcio desde el mes pasado, pero parece que nunca lo hace. ¿Está segura esta vez?
Mía respiró hondo y cerró los ojos. ¿Está realmente segura de que está lista para dejar al único hombre que ha amado durante estos últimos cinco años? Si fuera egoísta, probablemente habría dicho que no. Pero ahora esto no se trata sólo de ella. Podía sentir que Charles ya no la ama, eso si es que la amó en primer lugar.
Sin dudarlo, Mía asintió firmemente con la cabeza. -Sí, estoy segura de esta vez.
-¿Pero el señor García estará de acuerdo con su decisión? Tal vez pueda hablar de sus problemas con él una vez más para no tener que recurrir al divorcio.
Mía miró al suelo y se rió entre dientes. -Estoy segura de que estará encantado con mi decisión.
La señora Surco frunció el ceño y miró el formulario de solicitud que sostenía.
-Bueno, si su decisión se mantiene firme, todavía tengo que hacerle un par de preguntas más antes de que podamos seguir adelante con la solicitud. ¿Por favor dígame por qué quiere disolver su matrimonio con el señor Charles García?
Mia dudó en responder y se limitó en mira hacia la mesa.
-Sé que este es un tema delicado para las parejas casadas, pero estas son las preguntas necesarias que deben responderse para que su solicitud sea válida. También odiaría hacer esta pregunta, pero no depende de mí, si no fuera por la ley que lo exige. Así que espero su total cooperación.
El "motivo del divorcio" en el formulario está en negrita y al lado estaba la palabra "obligatorio".
Mía leyó en silencio, apretó los labios y permaneció en silencio por un momento antes de decir:
-Él no me ama.
Los ojos de la abogada Surco se abrieron ligeramente mientras se ponía las gafas en la cara.
-Muchas parejas casadas también se han desenamorado, pero optan por no divorciarse debido a las ventajas socioeconómicas, usted entiende a qué me refiero -comentó la abogada-. ¿Quieres pensar en ello otra vez? -pregunto y la miró profundamente.
Mia jugueteo con sus dedos. Se sentía incómoda ante su atenta mirada, así que apartó la mirada.
-Puedo ver que todavía tiene sentimientos profundos por su esposo, Sra. García. Con solo leer su información y mirarla ahora mismo, puedo decir que no necesariamente quiere este divorcio. ¿Ha probado otras formas de salvar su matrimonio? -pregunto intrigada.
-Sí -respondió Mía con amargura. -Es repugnante cómo todavía estoy tratando de ganar su amor estos últimos años, a pesar de que probablemente me odia. No... él me desprecia.
En ese momento, Mía se sumergió en los recuerdos de su pasado, recordando cómo solía cocinarle todos los días y esperar su regreso, a pesar de todas las incertidumbres. Incluso había intentado gestos provocativos en un intento desesperado de revivir la pasión de su relación. Sin embargo, ahora veía esos intentos como monstruosidades y comprendía por qué él nunca la había amado y probablemente nunca lo haría.
Los ojos de la abogada Surco reflejaron lástima, pero Mía no deseaba recibir ese sentimiento de nadie.
-Si el señor García realmente no te ama, entonces creo que él mismo debería tomar la iniciativa de solicitar el divorcio. Ya que no está presente en este momento, ¿por qué no hablas con él primero? Tal vez solo parezca distante por naturaleza -sugirió.
Como abogada la señora Surco siempre intentaba encontró una solución aconsejable con sus clientes, más cuando se trataba de divorcio.