LOS SECRETOS DE LOLA.
Capítulo 1.
Mi virginidad.
Mi nombre es Lola, en la actualidad tengo 18 años, soy alta, rubia, ojos verdes, caderas pronunciadas, la menor de tres hermanas, pero vamos atrás. A los 15 años mis amigas ya tenían sus experiencias sexuales, pero yo aún no.
Tenía que buscar, el chico perfecto qué tuviera más experiencia. Así lo hice. Un sábado llegaron a casa de mis padres mis tíos con sus tres hijos, mis primos.
Manuel; el mayor 20 años.
Felipe; de 18 años.
Martín; 16 años.
Todos estaban lindos, pero para mí el más guapo de todos obvio era Manuel. Alto, cuerpo marcado, cabello negro y ojos miel, era perfecto. Solo tenía un pequeño detalle, tenía novia, parecía muy enamorado, pero mejor para mí. Un gran reto.
Ya lo había elegido, él será el que me enseñe lo prohibido. Tenía tres días para lograrlo, ese era el tiempo que pasarían en casa. Me puse un vestido muy corto, me queda debajo de mis nalgas, con escote en el pecho. Solté mi cabello y me puse un poco de maquillaje. Cuando llegaron todos se quedaron embobados conmigo, menos Manuel, ese ni me miró. ¡Pero qué rayos! ¿Ahora cómo llamo su atención? Nos reunimos todos, empezamos a charlar, decidí acercarme a Manuel.
-¿Por qué tan callado? -lo miré.
-Para nada nena, aquí escuchando música - ni me miró.
-¡Qué bien! ¿ puedo escuchar? -me acerqué con una sonrisa coqueta. Levantó la mirada por un momento se fijó en mi pecho.
-¡Por supuesto! Es mi música favorita, el reggaetón.
-¡Oh si! Te gusta el perreo -Sonreí.
-¿Perreo? - sonrió tan hermoso, quedé derretida- ¡tú eres una niña! ¡Que vas a saber de eso!
-¿Niña? Eso crees tú -lo miré malvadamente, por un momento lo puse nervioso, eso me gustó.
-¡No me hagas reír! ve mejor a jugar con Martín, que es casi de tu edad.
-No pues tan chistoso -sonreí- a mí me gusta jugar con los grandes, así como tú.
-¡Vaya que eres una niña mala!
-Mala dices, ¿seguro? - Lo dije con doble sentido, él se quedó mirándome de pies a cabezas y sonrió.
-¡Digamos que traviesa! porque guapa si estás.
-Que bien que lo reconoces -se levantó y se fue, al menos fue un logro, se fijó en mí.
El que no me quitaba la mirada era Martín, pero no, nada que ver, yo quiero a Manuel en mi cama, lo lograré. Ese día nos fuimos todos para una piscina. Aproveché y me puse el traje de baño más pequeño que tenía. Todos disfrutaban en el agua, pero Manuel no estaba.
-¡Con que aquí estás! No seas amargado, vamos al agua.
-Estaba checando unos mensajes, al rato voy -Comentó.
-¿Qué? Este sol divino y tú pegado a ese teléfono, ¡no! -se lo arrebaté de las manos y salí corriendo, él tras de mí tratando de quitármelo, me rodeó por la cintura, eso me gustó, por un segundo nuestras miradas se encontraron.
-¡Qué inquieta eres! ¡Traviesa!
-¿Quieres ver que tan traviesa soy? - Bajé mi mano suavemente por su pecho hasta su abdomen. Sonreí.
-Eres un demonio con cara de ángel -Tomó mis manos-, insitas a pecar.
-¿Eso es malo? Ya sé, tu novia no te deja despegar de ese celular, y eres un amargado.
-¿Quieres ver que no soy un amargado? -me tomó en sus brazos.
Saltó a la piscina conmigo, nadé bajo el agua salí lentamente frente a él, mordí mi labio inferior. Es más que claro, él sabía que era lo que yo quería.
-¡Eh vamos a jugar! -Gritó Felipe-, lancen el balón y atrapen.
-¡Vale! -me giré rozando su sexo con mi trasero-, tíralo que yo lo atrapo ¿Manuel, me levantas? -le guiñé un ojo.
Él se quedó mirándome, me tomó por la cintura y me levantó. Sentí como su respiración aumentaba, como sus manos temblaban, como mi piel se electrizaba. Cuando me bajó, lo hizo pegándome a su cuerpo, sentí un gran bulto en mis nalgas, le sonreí.
-¡Felipe es tuyo! -lancé el balón.
-¿Esto qué fue? - bajé mi mano hasta su sexo, dejé un pequeño apretón.
-¡Eres mala! No juegues conmigo.
-¡Eso es lo que yo quiero -lo aprieto, sentí como tensó su cuerpo -, ¡quémate con este demonio!
Nuestras miradas hablaban por si solas, seguí nadando, él se quedó mirándome. Estaba más que satisfecha, porque no me alejó, sé que logré tener su atención. A los minutos todos fuimos almorzar, él trataba de ignorarme, por eso puse mi plan en marcha, empecé acercarme a Felipe.
-¿Felipe, me acompañas al súper? - hice un gesto de puchero.
-¡Obvio que sí! -Respondió.
Ese sí, que se moría por mí, pero yo solo quería usarlo como carnada, le sonreía ignorando por completo a Manuel. Seguí mi conversación con Felipe entre risas, aunque Manuel lo disimulaba, noté su molestia.
-¡Familia nos vemos en la casa! -Comenté-Iré con Felipe al súper a comprar lo que falta para la comida.
-¡Manuel, ve tú! -comentó mi tío-,toma las llaves de mi auto, así les quedará más fácil.
-No te molestes tío -Añadí-, además Manuel anda ocupado.
-Lo siento Felipe, iré yo, ya que yo sí puedo conducir-Respondió.
Disimulé al ver la cara de tristeza de Felipe, pero en el fondo estaba feliz. Salimos camino al súper, me subí al coche, Manuel me tomó de la mano.
-¿A qué juegas? ¡Ahora mi hermano! Estabas muy sonriente con él.
-¿De qué hablas? -puse los ojos en blanco-Normal, no juego a nada, son... - Me interrumpió con un beso apasionado, oww exquisito, pero si besa como los dioses, mantenía mis ojos fijos a los suyos.
-¿Eres una perversa? -Comentó.
-¿Te gustaría probar este infierno? -inquirí.
-¡Eres una niñita!
-Hazme mujer entonces o te d...
Me volvió a interrumpir. Sentí sus labios insistentes sobre los míos, su lengua recorría cada parte de mi boca. Un beso insistente y continuo, un beso que me quemaba por dentro. Bajó su mano por mi cuello hasta llegar a la mitad de mis pechos. Me acariciaba suavemente, mientras me besaba. Bajó su mano y la metió en mi short. -¡Ah g! -un gemido se escapó de mi boca. Sentía que ardía fuego entre mis piernas. Estaba completamente húmeda. Empezó a acariciar mi sexo con sus dedos, haciendo círculos suaves.
Susurró en mi oído.
-Que mojada estás, bien, te llevaré al paraíso.
Se bajó la cremallera de su pantalón, dejando libre su gran longitud ¡Oh, por Dios! ¿qué es todo eso? Tenía muy buen tamaño y un buen grosor.
-¿De verdad es tu primera vez? -Inquirió.
Estaba tan excitada que no podía ni hablar, solo asentí.