Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Destinada a mi gran cuñado
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Extraño, cásate con mi mamá
Todo lo que es duradero es lento de crear
-Louis de Bonald
Mientras más miraba el reflejo de la mujer parecida a mí, vestida de novia sobre un banco mientras la modista le tomaba las últimas medidas al vestido más rabia sentía. En definitivas cuentas yo no solo era la burla de Dios sino toda su rutina de comedia. Y mi abuelo seguramente mientras está cómodamente en su nube o desde el mismo infierno debe estar retorciéndose de risa porque su última voluntad será acatada. ¡Agg! que rabia sentía.
Que lo que tenía ganas era de quitarme el voluminoso y pesado vestido. Quitarle a la costurera sus tijeras y hacerlo pedazo, picadillo aquí mismo sin importarme un comino que el vestido haya sido de mi difunta abuela que en paz descanse y que Vivienne Westwood, lo estuviera modernizando para mí, exclusivamente.
¡Si, si, si! Era precioso y podría hacerle a cualquier mujer derramar una lágrima de boda. Una lágrima de anhelo. Pero para mí no pasaba de ser un mugroso trapo el cual quería quitarme desesperadamente porque me daba comezón y me dificulta respirar. ¡Me falta el aire!