Login to ManoBook
icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
Contra Las Reglas
5.0
calificaciones
69
Vistas
6
Capítulo

Fuerza, valentía, audacia. Tres cosas que no te pueden faltar en mi mundo. Tres cosas que no te puedes permitir cambiar por el amor. No estábamos hechos para estar juntos. No debió pasar. Yo estaba prohibida. Él no debió fijarse en mi... Yo no debí caer por él. No debí olvidarme de mis motivos. Romper las reglas nunca se sintió tan bien. Incitar a romperlas nunca fue mi cometido.

Capítulo 1 Huir.

Akira Uchima.

Tienen que ganar.

Ellos siempre ganan.

Son los mejores.

Son mis padres.

El ruido de las personas se acrecienta a medida que los autos se acercan a la meta. Es la última vuelta, la euforia es la reina del lugar, personas preparándose para ganar, para tener ese dinero que apostaron al doble, incluso al triple, otros simplemente se preparan para pagar.

El auto negro. Es el único auto que mis ojos no abandonan. Está en segundo lugar, pero no por mucho.

— Te ganaré pequeña— resisto el impulso de alejarme. Su voz me hace tragar saliva, su aliento golpea mi cuello, tan válido que asusta.

— No tienes nada que ganarme— no lo miro, todo mi cuerpo se tensa.

Y sigo viendo el auto negro. Ignorando a mi opresor.

Confiando en ellos, porque van a ganar, porque tienen que hacerlo. Y sonrió. Sonrió cuando toman la delantera. Muchas personas se muestran felices, otras reacias a aceptar que están perdiendo.

— ¡Lo dije!— grita un hombre feliz— Ve preparando el dinero.

El otro hombre gira los ojos, y se dispone a terminar de ver. Lo mismo que hago yo, tratando de ignorar el ruido que en otro momento subiría mi euforia, pero ahora solo me da dolor de cabeza. No hay tiempos para sentirse bien, no en esta situación.

El auto rojo quiere traspasar, a como de lugar.

El negro acelera, y tres...

Dos...

Uno...

Pasa la meta. Personas pagan, otras reciben. Y yo quiero bajar. Quiero abrazarlos. Quiero celebrar con ellos. Todo se arremolina en mi interior. La felicidad no cabe en mi cuerpo.

— No te confíes pequeña— y otra vez esa voz. Y otra vez el miedo. Y otra vez las ganas de salir corriendo, siempre salir corriendo, siempre que se trate de él.

Estoy por decir algo. Pero ¿cómo? ¿Como decir algo cuando el auto rojo sigue a toda velocidad, no se detiene? No hasta que impacta con el auto negro.

Mi corazón se acelera. Mis ojos se abren tanto que amenazan con salirse de sus cuencas. Y todo pasa.

Ya no hay felicidad. Ahora hay temor. Dolor. Las emociones chocan, las negativas ganan.

Y todo explota.

El auto explota frente an mis ojos. Los dos autos lo hacen. Y recuerdo las palabras de papá. En medio del llanto, las recuerdo.

—Huye. Corre. Si llega a pasar algo, tienes que salir corriendo.

—Huir es de cobardes.— Le dije lo que pensaba.

—No, es de valientes saber cuando no puedes ganar una batalla. De cobardes es quedarse sabiendo que tiene todas las de perder, solo para aparentar ser valiente.

Las lágrimas no dejan de salir. Siento como mi mundo se viene abajo, todo se detiene y quiero ir hasta ellos.

Quiero ir. Quiero abrazarlos. Quiero que el mismo fuego me consuma. Quiero irme con ellos.

«Soy la culpable»

No debí hacerlo, y por lo que hice, ahora mis padres están muertos. Lloro con más ahínco, yen medio de todo, soy cargada como un saco de papas. Y soy llevada lejos.

— Suéltame— grito fuerte— Necesito ir con ellos. Mis... mis... mis padres— exhalo, se me dificulta respirar, la voz me sale a medias— estaban ahí, ellos... Ellos están ahí, y... tengo que...— lloro con más ahínco— tengo que salvarlos... Por favor. Déjame salvarlos.

— Les prometí que te mantendría a salvo, Kitten.

Y no peleo más. Ya no puedo hacerlo. La voz me falla, y todo queda en mi mente.

Queda en mi mente, cuanto los extrañaré.

Queda en mi mente, cuanto los amo.

Queda en mi mente, todo el dolor:

Queda en mi mente, nuestro recuerdo juntos.

Quedan en mi mente, ellos, mis padres, las personas a las que más ame, y ahora por mi culpa están muertos.

Y queda en mi mente su última petición.

Huye:

Huye Akira, porque si te encuentran, lamentaras no haber huido.

•••

Huir. A eso se resume todo.

Escapar...

Fugarse...

Marcharse...

Desertar...

Correr.

Y todos sus sinónimos.

Huir se ha convertido en mi día a día. Huir de mi mente, huir de los problemas, huir de mis enemigos.

Y cuando me detengo para ver mejor las cosas ¿Qué me queda? Ya no soy más esa chica risueña que soñaba con competir en las carreras más importantes del mundo. En llevarse el premio mayor.

Ya ni siquiera extraño esa adrenalina. Solo quiero huir.

Solo me obligan a huir. Cada que paro, es una ventaja para mis opresores y una desventaja para mí.

Así que, huir, huir, huir.

Es lo que hice. Es lo que hago, y lo que estoy destinada a hacer.

Las manos me duelen, mis pies no pueden más y flaqueo. Apenas puedo sostenerme de una pared, antes de obligarme a seguir. Tengo que hacerlo. No pueden atraparme. No puedo rendirme, no cuando estoy tan cerca, no cuando tengo que tomar ese tren.

Corro. Corro por mi vida. Corro porque se lo prometí a papá. Corro porque ya no quiero vivir en el sufrimiento. Corro porque todavía no es el tiempo, pero lo más importante: Corro porque tengo que volver, me voy porque necesito tiempo.

Mi respiración agitada no me ayuda. Algunas personas me ven y me miran con las peores miradas, alejándose de mí. Alguien me sigue. Disparan a mi dirección, mi bolso está por caer, pero no lo suelto. No puedo soltar mi seguro de vida.

Corro más fuerte. No me importa la lluvia que empieza a caer. No me importa las personas que tropiezo.

No. Me. Importa. Nada. Con. Tal. Dé. Sobrevivir.

Otro disparo. El ruido me vuelve loca y el tren abre sus puertas.

— Maldita hija de perra— no me detengo. La adrenalina activa todos mis sentidos. Dejo de sentir dolor cuando veo mi escape más cerca. Y de la nada, todo se viene abajo. Me voy de bruces contra el suelo, y siento un fuerte agarre en mi cabello.

— ¿Creíste que te irás? — se burla, sus ojos marrones, los ojos del mismo demonio. Ojos que profesan maldad— A mí nadie... Escúchame bien porque...

— Te odio— digo furiosa, mi pecho sube y baja. Intento soltarme, pero me es imposible.—me vas a pagar...

— Tus padres hicieron trampa— veo la mentira impresa en sus facciones. Ambos sabemos lo qué pasó, ambos sabemos que mis padres no debieron morir, debí hacerlo yo— Ellos buscaron su propia muerte.

—Tú, tú los mataste.

— Ellos pusieron explosivos en el auto rojo.

Me niego. Porque es una completa mentira. Él lo sabe, yo lo sé. Y es lo que me persigue, saber que no fueron ellos.

«—Escapar te ha hecho bien— continúa— Mira que estás más guapa— Hace una pausa, mi respiración está agitada y solo quiero poder levantarme y salir corriendo, lo que siempre he hecho durante estos 5 meses— Pero, si el consejo te vuelve a ver, te matarán ellos mismos, recuerda que en este mundo, los hijos pagan por el pecado de sus padres.

— Mientes.

— No miento— aprieta más su agarre— Solo tienes una posibilidad de escapar, y es a través de mí— niego con la cabeza— Vamos pequeña, si te casas conmigo, podrás volver, nadie va a tocarte, e incluso volverás a correr...

— No quiero...

— ¿Qué no es tu vida correr?— veo el doble sentido en sus palabras— Solo si vienes conmigo, lograrás salir ilesa, correrás en las carreras más importantes como ha sido tu sueño— Y mis ojos lo ven, el tren se va, y mi destino se va con él, porque es el único tren que sale a donde quiero ir.

— No quiero ir contigo, prefiero morir— la cabeza me duele— Eres un cerdo, asqueroso, un asesino de la mierda...

— Vendrás conmigo quieras o no...

— Joven ¿Qué pasa?— mira al guardia que se acerca, después de tanto tiempo— Joven, suéltela— me suelta para hablar con un guardia.

— Es mi hermanita— le dice con voz fingida.

— ¿Desde cuándo se le maltrata a su hermana?—Empiezan a hablar y aprovecho para correr, porque sé que el guardia no me ayudará. No cuando le ofrezcan dinero.

Vuelvo a correr, pero esta vez es un destino diferente, el tren tiene sus puertas abiertas, y corro, las puertas se cierran una vez estoy dentro. Respiro un poco de libertad.

Aunque cuando llegue a mi destino perderé esa libertad, estaré sucumbiendo a los deseos de un hombre, el hombre que siempre quiso hacerme su esposa:

Abel Barker.

Seguir leyendo

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro