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Contra Las Reglas

Capítulo 5 Usados.

Palabras:2550    |    Actualizado en: 08/01/2024

ir

aún me p

asusta. Tuve que tragar saliva cuando hablo, su voz fuerte inund

inal de las escaleras. Considere que no era necesario molestarla más, ya bien estaba con que Baker la considerada mi sir

confundida. Mi mente sigue en ese hombre, a pesar de que han pasado largos minutos. Su aura

es ese

a entre las sabanas blancas. S

ndo escucho los g

en la habitación. Tiene un vestido que llega a sus ro

ñolienta, paso las manos por m

er quiere que

en

e?- cuestionó

7:30 de

cenar conmigo?- inqui

nfundida- A ver, no puedo hablar mucho, pero la relación de

que luego me jode la cabeza- No controlo mi voz, pero me exasperan las personas así, que nunca pueden contar las

callarme de golpe, pero tienes que entender que las paredes tiene

to. Sé lo que es el miedo, sé lo que es huir con miedo a

se hombre?- la pregunt

supone que son enemigos, pero Abel quería una tregua.

ojos, exa

mo lo

nada- Lo conocerás mejor, B

go. Me giro y me adentro en el baño, es mejor u

da a mi figura. Cae en una cascada desde mis muslos, y cuenta con una pequeñ

que dij

provocativa- fueron

cosas se calmarán, y Masashi dejará de perseguirme. Aún recuerdo sus manos en mi cuerpo, queriendo someterme. Eliminó el

o hasta mi cuerpo. Y segundo, el hombre que lo tenía sometido esta maña

nte- habla Abel con voz cansina- Kil

nca dejaría de lado el apellido de mi padre, a pe

eso: un si

mano. La tomo, bajo la atenta mirada de mi esposo. Una corriente me rec

inales le temen a este que está aquí, pero nunca supe que lle

como un maldito objeto. ¿A él que le importa como le parezco a otras personas? Oculto mi enoj

r esa respuesta, aunque esté enojada por la pregunta. Killian me

se contigo...- apoya el brazo encima de la mesa,

on Abel, y considero que no tiene que hablar sin saber. Primero debería d

, logro sentir la tensión en la mes

erme pero no puedo. Mi sangre hierve, la siento correr caliente por mis venas. Suspiro profun

o?- pregunta co

me fulminan- Tengo la cabeza muy llena, y el coño siempre ha estado vacío, dig

r contra el otro. Se siente ofen

era el líder más importante de Japón, h aunque ahora este muerto, su hija está aquí para tomar su lugar. En esta mesa

ivo, y no pienso sucumbir

ra su atención está en Abel, que bota fuego e

inar. El silencio es demasiado incómodo. Saboreo la carne, disfrutando del sabor. Mis ojos creen

pie en mi rodilla, tocando peligrosamente por encima del vestido. Me tenso- Dicen que la mujer casada está mejor

do mi

ponde el aludido aún

ndo la cara interna, y tengo que ahogar los jadeos

que posicionar sus fichas en lugares estratégicos, y lo ent

reír por eso. Ellos son las fichas, pero yo soy la dueña del tablero,

apato hace fuerza y tengo que apretar más las piernas, sintiendo el calo

pero no hablo. No digo nada, me quedo sintie

o con frutas dispuestas para disfrutar y me llevo una fresa a la boca, saboreando de

n noto la amenaza en su voz- prime

ez provocando a este hombre que cree poder jugar conmigo. Repaso mis labios con mi lengua, ut

rado. Estoy tentándolo, quiero demostrarle que no

tido. Mi respiración se acelera cuando su pie amenaza con llegar a ese punto, per

ierdas

egra que no hiciera lo

o a sentir su pie. Se quitó el zapato, puedo sentir el frío de su piel

n que mantienen estos dos hombres a mi lado. Busco su rostro, está fr

ndo la verdad es algo más. Su pie parece experto, mi coño pulsa ante su toque, y aprieto mis piernas en torno a él. Intenta

entir en un espiral, en un abismo del que quiero lanzarme sin importar lo que me e

is paredes amenazan con juntarse. Mi pecho sube y baja, su pie busca más, pero llego a la

i respiración se acelera, pincho la carne con fuerza c

ita

. Killian retira el pie lentamente y agradezco soltando una exhalación. Abel me mira co

labios en una sonrisa mezquina. Es un maldito. Quiere

una invitación para que me vaya- Vayamos a

su saco y dándome una mirada intensa qu

ia mi hombro desnudó y me tenso, sinti

i cabeza da mil vueltas

? ¿Por qué quier

rándose a mi habitación. Lo observo fijo. Se quita la camisa y se acerca a mí, su respiración pesada go

a ser ot

mis labios, me niega el oxígeno mientras me come la boca con fuerza y no sé cómo sentirme. Sus labios no se sien

a de la cama. Bajo su escrutinio, sus manos continúan en busca de mi cuerpo, acaricia mi ombligo antes de subirla y aprisio

o. No me doy cuenta cuando Abel me penetra. Lo hace con fuerza, y gruño. Duele, por la forma en qu

ración e

ques me hiciera sentir más placer que Abel, que me penetra y me toma a su antojo. Mi

maginar a otro hombre mientras mi esposo me folla. Sale dentro de mí, y se recuesta a mi lado. Llevo

dejar de tocarme, de prop

n mi interior se deforma, deshaciéndome. Esta noche, n

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