Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Novia del Señor Millonario
Una esposa para mi hermano
Mi esposo millonario: Felices para siempre
La heredera fantasma: renacer en la sombra
No me dejes, mi pareja
Aitana
—¿Hola? —respondo al desbloquear la pantalla del móvil mientras mis nervios se hacen latentes, pues sé de dónde proviene el número destino.
—Buenas tardes, ¿me comunico con la señorita Aitana Quiroga? —pregunta la voz de una mujer por la línea telefónica.
—Sí, ella habla —comento con incertidumbre.
—Le llamamos de empresas Zerax para decirle que la vacante como encargada del departamento de producción es suyo. ¡Felicidades! La esperamos el día lunes por nuestras oficinas para dar inicio a su jornada laboral.
«¡Oh, por Dios!», exclamo de emoción internamente.
—¿De verdad, señora? —pregunto, conmocionada.
—Sí, señorita.
Doy pequeños saltos sobre mi mismo eje al escucharla.
—Muchas gracias por la oportunidad —logro decir—. Estaré el lunes sin falta por las oficinas.
—La estaremos esperando. Que pase feliz tarde.
—Igualmente. —Me despido.
—¡Sí! —grito, elevando los brazos al aire a modo de victoria.
Coloco música y bailo sola en medio de la sala.
Realmente ansiaba que me llamaran de esta empresa, cuando fui a la entrevista me gustó la estructura de las oficinas y el ambiente que se respiraba en la parte de producción fue maravilloso.
Pocas veces en mi vida me emociono de este modo con un trabajo, pero este en particular me genera mucha expectativa. Quizás es por el hecho de que podré hacerme cargo de un departamento que me encanta y del cual estoy dispuesta a dar lo mejor de mí.
Anteriormente, trabajaba en otra empresa textil como jefa de producción, pero mi supervisor inmediato era un insoportable de mierda que no toleraba a nadie y nos hizo la vida imposible a todos para salir de allí. Al final, cada uno tomó su rumbo y nos retiramos.
Fue el primer trabajo en darme la oportunidad como encargada de un área bastante extenuante, ya que, lastimosamente, vivimos en una sociedad en donde a la mujer no suele dársele el trato que se merece y me costó muchísimo llegar a donde estaba.
Había ido a varias entrevistas anteriormente, pero ninguna volvió a llamarme, así que esta noche hay que celebrar mi nuevo trabajo.
Marco rápidamente el número de Ela y esta me responde al cuarto tono:
—Aitana, estoy ocupada en este momento —escucho risas al fondo.
—¿Ocupada? Ya puedo imaginarlo… ¡Ela, te llamo por algo importante!
—¿Quién murió? —pregunta.
—¡Nadie! Por qué siempre estás matando a la gente, ¡por Dios! Es mucho mejor, ¡me dieron el empleo!
—¡¿Qué?! ¿Estás de coña?
—¡No, cariño! Tu amiga consiguió el trabajo, tal y como lo oyes…
—¡Ahh! —grita—. Para un momento, Claudio —dice en voz baja.
—Con que muy ocupada, ¿no? —bromeo.