- ¡PORQUE TE AMO! ¡ESTOY ENAMORADO DE TI! ¡ESTOY LOCO POR TI! – Grité con todas mis fuerzas, exasperado y sin aliento.
Ella estaba parada frente a mí, a unos metros, sus ojos, que estaban cristalizados por las ganas de llorar que sofocaba, se abrieron como platos y se puso algo pálida; mientras que yo, no podía dejar de mirarla fijamente, con la respiración agitada. “¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡La cagué!” Solo eso pensaba, no sé por qué lo hice, solo brotó de mí en el momento, como vómito verbal, sin poder contenerlo, fue un momento de desesperación.
Jamás hubiera creído que me confesaría así. Al enamorarme de ella, al enterarme de que podría tener una oportunidad con ella, lo imaginé diferente. ¡Diablos! Si hasta lo planeé. Lo repetía cada vez todo en mi mente y de la forma más romántica. No es que hubiese supuesto que siendo romántico, la confesión de mis sentimientos funcionaria y que ella inmediatamente caería a mis pies, ella no es ese tipo de chicas.
Nada más quería ofrecerle algo diferente, algo nuevo; quisiera haber podido mostrarle con un bonito gesto, todo lo que le puedo ofrecer, que puedo ser lo que ella quiera, ¡Hasta romántico! Si es que a ella eso le gusta.
En fin… Seguíamos allí parados uno frente al otro, ella seguía sin decir palabra, sus expresiones cambiaban a cada segundo, parecía ¿Sorprendida? ¿Asustada? ¿Enojada? Aunque la conocía desde hacía tres años y me había dedicado en ese tiempo a observarla, analizarla y estudiarla, en este preciso momento no podía adivinar o imaginar lo que ella pensaba, no podía saber y eso me frustraba.
Había pasado un minuto, pero para mí, se sentía como una hora; mi respiración ya se había normalizado, pero podía ver cómo ella seguía agitada. De pronto la vi observar alrededor, lo que la hizo tensarse más y nuevamente me miró sonrojada, bajando la mirada. Su actitud me hizo notar, que a nuestro alrededor se agolpaban las personas, prácticamente toda la universidad estaba detenida en nuestra periferia observándonos y murmurando, “¿Es que no tienen nada que hacer?” reflexioné, “¡Mierda! ¡Si es el intermedio para el almuerzo! Todos están libres”, lo había olvidado.
En ese momento, la ira se comenzó a apoderar nuevamente de mí, el ver todas esas personas chismosas descaradamente a nuestro alrededor. Debió ser muy visible mi rabia porque al volver la vista hacia ella, movió ligeramente la cabeza en negación; ella sabía lo que yo pensaba, sabía que empezaría a vociferar para todo el mundo insultos y ella, con un simple gesto, me detuvo.
Yo imaginaba lo que murmuraban a nuestro alrededor, “El playlover enamorado de su mejor amiga, ¡Qué cliché!”, pero eso no me importaba. Volví a olvidar que toda esa gente estaba a nuestro alrededor, mi mente se concentró en algo más; el hecho de que ella me haya hecho un pequeño gesto para detenerme, de que por fin reaccionará de alguna forma hacia mí, me dio también una pequeña esperanza; así que di un paso hacia ella para acortar el espacio entre nosotros, solo tres metros nos separaban.
Ella vio mi intención y como un animalito asustado que está al acecho del cazador, dio un paso hacia atrás lentamente. Pude ver en sus labios un “No”, con esa mirada determinada. Los murmullos a nuestro alrededor aumentaron, ella se ponía roja, se estaba enojando y estaba muy avergonzada, lo sé, la conozco y ¡Por fin podía entender su expresión!.
- Anabel. - Susurré.