Novia del Señor Millonario
Los Mellizos del CEO
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Extraño, cásate con mi mamá
El arrepentimiento de mi exesposo
El dulce premio del caudillo
Yo soy tuya y tú eres mío
El réquiem de un corazón roto
Ya no te amo, Sr. Exesposo
El regreso de la esposa no deseada
Era temprano en la mañana, el rocío como seda bañaba todo a mi alrededor. Quería empezar una rutina distinta en mi vida. Luego de sufrir tantos agravios, por fin mañana ya es mi cumpleaños, podré conocer a mi Loba. Quiero que ella se sienta orgullosa de mí, empezaré a practicar y correr en el bosque, así podré fortalecer todo mi cuerpo. Ya no dejaré que me maltraten y humillen. Esta vez yo tomaré el control de mi vida. Adentrándome en el bosque, me percate que apenas los tenues rayos del sol encontraban una rendija para penetrar los grandes árboles a mi alrededor.
Sin tomar más tiempo me adentro para examinar la ruta a seguir. No quería tropezar con nadie, ni tampoco quería alejarme demasiado para no correr el riesgo de ser atacada por pícaros o animales salvajes. Tomando una decisión rápida, decido dirigirme a la frontera este, donde está el río y el manantial, subiendo la montaña, ya que llegar ahí era un ejercicio agotador, así que me serviría de calentamiento. Llevo conmigo una pequeña cesta con una toalla, para el sudor, varios sándwiches, panqueques, una ensalada de fruta, y una gran botella de agua y otra de jugo de mango, mi preferido. Al llegar ya estaba exhausta, pero de los cobardes no se ha escrito nada, me dispuse a hacer estiramiento y luego corrí por todo el borde del río, de ida y regreso. Como 1 hora y 20 minutos después estaba jadeando, al punto del desmayo, así que decidí que por hoy bastaba. Sin mucho pensar quité mi ropa y me di un chapuzón. El agua estaba un poco fría, pero ya el sol estaba en la cima, ya estaba haciendo un poco de calor, así que refrescarme era bueno. Me disponía a salir del río para secarme, vestirme y sentarme a comer mientras disfrutaba de la vista, cuando siento un ruido en los arbustos que estaban a mi izquierda. Pensé que sería un ciervo o algo así, pero al girarme me congelo en mi sitio, al ver unos ojos color Azul hielo brillantes, mirarme fijamente. La arboleda en esa parte era tan vasta que era prácticamente imposible distinguir la forma del cuerpo a los que esos ojos penetrantes pertenecían. El animal se podía ver que era enorme, ya que la altura en la que estaban los ojos era alta. Doy 2 pasos hacia atrás sin voltearme en un intento por coger mi ropa y salir corriendo, pero eso fue peor ya que al moverme los 2 pasos se oye un gruñido muy fuerte que me hace brincar en mi sitio y ahogue un grito. Escucho como varias ramas secas se parten, al percatarme de que el enorme animal estaba caminando muy lentamente en mi dirección. Quise correr, pero era mi mente la que corría, yo estaba clavada en el lugar como una estaca, mirando fijamente a aquella figura imponente salir al claro. Era un... Un Lobo, más bien un hombre Lobo. Los Lobos normales no tienen esas dimensiones. Él Lobo no quitó su mirada de mí, ni por un instante, su andar era seguro e irradiaba poder, algo que sí pienso me daba tranquilidad y paz. Pero el miedo me estaba consumiendo. Mi cuerpo involuntariamente estaba temblando, hice mis manos y puños, para que no fuera tan visible el temblor, aunque era inútil, cualquier hombre Lobo podía escuchar y oler todo lo que en mi cuerpo estaba pasando. Cuando el Lobo se paró a apenas un metro de mí, mi respiración se contuvo y de la nada se me olvido como respirar, solo me quede petrificada. Él Lobo se acercó y era tan alto y grande que su cabeza estaba a la misma altura que la mía …. O más. Él Lobo baja su cabeza y me empuja suavemente al piso, pero antes de caer su cola y parte de su cuerpo me atrapan. Esto hizo que soltara un jadeo contenido y comencé a respirar con frenesí entre grandes bocanadas y respiraciones nerviosas, ya que había estado conteniendo la respiración todo este tiempo. Él enorme y majestuoso Lobo se acurruco a mi alrededor, haciendo que me recostara sobre él. De alguna manera esto me dio paz, y pude relajarme. Unos minutos más tarde comencé a hablarle muy bajo, pero el Lobo escuchaba muy bien. Movió su cabeza para mirarme y levantó las orejas en señal de que me oía atentamente. Lo miró fijo y le preguntó. “¿Quién eres? ¿Nos conocemos? ¿Por qué me ayudaste con mi pánico?”
En respuesta ladea su cabeza y resopla. Deja de mirarme y en cambio pone su atención en el río.
“Yo, nunca vengo aquí, si es tu lugar, en definitiva, me iré así no quiero perturbarte. No quiero problemas” Dije suavemente, mientras cruzaba mis brazos por encima de mi busto.
De la nada el Lobo se levanta. Camina hacia el río y se sumerge un poco en la parte profunda. Un ruido como de huesos partiéndose se oyó. Él Lobo desapareció y en cambio surgió entre las aguas una gran y musculosa espalda en forma de (V). En efecto era un hombre. Él se voltea, y no sé si asustarme, o desmayarme. Si, lo reconocí, era el futuro Alfa de mi manada. Él ha estado hace ya un tiempo, acosándome constantemente, y haciéndome la vida miserable. Y lo más importante no estuvo cuando más lo necesite, aquella noche trágica y nefasta. Me levanté de un tirón. Y me percato de que ando semidesnuda. Llevando una triste toalla, cubriendo a duras penas mi exuberante cuerpo. Para mi propia inconformidad, demasiada cantidad de teta y nalga. En mi arrebato de huir, recojo mi ropa, y sujeto con dificultad la toalla. Cuando una voz baja y profunda me hablo. Pero era extraño, no había el timbre normal de burla, ni palabras groseras y mucho menos el nefasto mandato de Alfa, el cual podían utilizar para egoístamente obligarme a hacer cosas que no quería. Aunque cabe recalcar que no lo conseguía. Las pocas veces que ascentí hacer algo fue por libre voluntad.
“No te vayas, quisiera hablar un momento contigo” declaró Maximo. “Claro si me lo permites” Adiciono.
Me volteo en un giro rápido, para mirarlo fijamente. ¿Era en serio una petición? ¿Y qué pasaba si no quería hablar? Antes de que pudiera negarme, él volvió a hablar. “¿Me prestas tu toalla? Así podré salir y no estar desnudo delante de ti”
Miro a mi alrededor, quería saber cuál era la burla esta vez. ¡Sí! Imaginé de pronto que los otros, sus amigos o compinches, estaban escondidos, y así salir en el momento indicado y hacer de las suyas. Maximo me pregunta. “¿Qué estás viendo? ¿Sientes algo o viene alguien?”
Niego con la cabeza. Y le preguntó, con mi tono de voz áspera y seca. “¿Dónde están todos?”