Tu Amor me duele

Tu Amor me duele

Gavin

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Yo, Isa, una restauradora de arte luchando en Madrid, creí haber encontrado el amor cuando rescaté a Javi, un hombre amnésico. Compartiendo miserias y sueños, construimos un amor puro en un pequeño piso de Lavapiés; él incluso se tatuó "Tú eres mi norte". Pero la realidad golpeó: Javi recuperó la memoria, se reveló como Javier Mendoza, un heredero millonario, y me abandonó fríamente. Su madre, Carmen Mendoza, apareció para ofrecerme cien mil euros y exigirme que desapareciera de sus vidas. Entonces comenzó el calvario. Él se comprometió con la altiva Sofía. Fui humillada repetidamente por su familia y la propia Sofía. La peor parte: en un acto de cruel agresión, mi mano derecha, mi medio de vida, fue destrozada, arruinando mi futura carrera como restauradora. ¿Cómo el hombre que fue mi refugio, que juró cuidarme, podía ser capaz de tanta traición? El amor de Javi se había convertido en la fría indiferencia de Javier, un abismo de incredulidad y dolor me consumía. Pero de las cenizas surge la fuerza. Con el "dinero de su desprecio", me reinventé en Londres. Cinco años después, Isabela Vargas, ahora una renombrada restauradora, regresa a Madrid. No soy la paloma herida de antes; estoy lista para enfrentar a mis demonios.

Introducción

Yo, Isa, una restauradora de arte luchando en Madrid, creí haber encontrado el amor cuando rescaté a Javi, un hombre amnésico. Compartiendo miserias y sueños, construimos un amor puro en un pequeño piso de Lavapiés; él incluso se tatuó "Tú eres mi norte".

Pero la realidad golpeó: Javi recuperó la memoria, se reveló como Javier Mendoza, un heredero millonario, y me abandonó fríamente. Su madre, Carmen Mendoza, apareció para ofrecerme cien mil euros y exigirme que desapareciera de sus vidas.

Entonces comenzó el calvario. Él se comprometió con la altiva Sofía. Fui humillada repetidamente por su familia y la propia Sofía. La peor parte: en un acto de cruel agresión, mi mano derecha, mi medio de vida, fue destrozada, arruinando mi futura carrera como restauradora.

¿Cómo el hombre que fue mi refugio, que juró cuidarme, podía ser capaz de tanta traición? El amor de Javi se había convertido en la fría indiferencia de Javier, un abismo de incredulidad y dolor me consumía.

Pero de las cenizas surge la fuerza. Con el "dinero de su desprecio", me reinventé en Londres. Cinco años después, Isabela Vargas, ahora una renombrada restauradora, regresa a Madrid. No soy la paloma herida de antes; estoy lista para enfrentar a mis demonios.

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Siempre creí que mi vida con Ricardo De la Vega era un idilio. Él, mi tutor tras la muerte de mis padres, era mi protector, mi confidente, mi primer y secreto amor. Yo, una muchacha ingenua, estaba ciega de agradecimiento y devoción hacia el hombre que me había acogido en su hacienda tequilera en Jalisco. Esa dulzura se convirtió en veneno el día que me pidió lo impensable: donar un riñón para Isabela Montenegro, el amor de su vida que reaparecía en nuestras vidas gravemente enferma. Mi negativa, impulsada por el miedo y la traición ante su frialdad hacia mí, desató mi propio infierno: él me culpó de la muerte de Isabela, filtró mis diarios y cartas íntimas a la prensa, convirtiéndome en el hazmerreír de la alta sociedad. Luego, me despojó de mi herencia, me acusó falsamente de robo. Pero lo peor fue el día de mi cumpleaños, cuando me drogó, permitió que unos matones me golpearan brutalmente y abusaran de mí ante sus propios ojos, antes de herirme gravemente con un machete. "Esto es por Isabela", susurró, mientras me dejaba morir. El dolor físico no era nada comparado con la humillación y el horror de su indiferencia. ¿Cómo pudo un hombre al que amé tanto, que juró cuidarme, convertirme en su monstruo particular, en la víctima de su más cruel venganza? La pregunta me quemaba el alma. Pero el destino me dio una segunda oportunidad. Desperté, confundida, de nuevo en el hospital. ¡Había regresado! Estaba en el día exacto en que Ricardo me suplicó el riñón. Ya no era la ingenua Sofía; el trauma vivido había forjado en mí una frialdad calculada. "Acepto", le dije, mi voz inquebrantable, mientras planeaba mi escape y mi nueva vida lejos de ese infierno.

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