Me levanto con pocas ganas, como siempre, de empezar el día. Si fuera por mí me quedaría todo el día en la cama pero solo los lunes puedo hacerlo, hoy es viernes.
Me hago un café y escucho los perros de mi vecino ladrar como todas las mañanas. Siempre le llega un paquete de mercado libre, no tienen mucha plata por lo que me entere con las chusmas del barrio, me gustaría saber que compra.
Me ducho para despertarme del todo y me arreglo para ir al gimnasio. No tengo un cuerpazo de noventa sesenta noventa, pero soy una chica se podria decir aceptable para la sociedad y el mundo del show.
Soy morena, ojos color café, mis pechos tipo melones, mis caderas son un poco anchas pero con un trasero que cuando lo muevo se vuelven locos. Mido un metro con sesenta centímetros tengo piernas largas que es lo que más me gusta. Tampoco estoy tan mal. Si tengo autoestima alta, por ahí baja, pero siempre me enamoro de mi cuerpo.
Hago localizado una hora. Media hora de aparatos. Me encanta sentir la adrenalina en mi cuerpo. Me ducho en el gimnasio y me voy a comprar para toda la semana.
Mi vecindario no es tan malo me gusta es cálido pero hay que tener cuidado con las chusmas, pero se sobrellevarlo, digo lo que quieren escuchar y quedan contentas.
Me cocino un poco de fideos con queso y un poco de pollo. Dejo todo para lavar más tarde, pero como siempre pienso en el quilombo que queda y prefiero limpiarlo en dos minutos. Subo a mi habitación y me tiro en la cama. Me duermo un ratito, cuando subí eran la una y cuarto del medio día, tengo tiempo. Al sentir el cansancio, mis párpados se cierran en cuestión de segundos.
Entré en una casa muy hermosa, aunque si era muy moderna, se me hace que ya había estado en un lugar así pero no sé bien en donde o cuando. Me dirijo hacia una puerta que se ve una luz tenue.
Al entrar veo una cama grande y un hombre durmiendo. De lejos se vio que es de contextura grande, el pelo color negro.
Con curiosidad y miedo, al acercarme lo veo mejor y su cara es hermosa. Es un hombre moreno, espalda ancha y se nota que trabaja sus músculos. Lo sigo observando y se despierta dejándome verle sus ojos color marrones oscuros. Su mirada es cálida, sus ojos brillan de admiración por lo que ve. Sentí como que ya tuvimos algún encuentro anteriormente.
Pensé: “tiene unos ojos muy bonitos”.
Me sonrió como si me hubiera leído el pensamiento. Y en ese momento sentí un leve aleteo en mi abdomen.
A lo lejos escucho un sonido y quería ignorarlo para seguir viendo a ese hombre que me miraba con tanta dulzura como nunca antes.
Para mi mala fortuna la imagen se empezó a desaparecer poco a poco y me desperté por el sonido de la llamada de mi celular.
Con mala gana concurso.
- ¿Si? ¿Quién es?- con la esperanza de que nadie responda y poder seguir durmiendo.
- ¡Hola loca!. ¡Al fin responde! ¿Andas con alguien?- pregunta mi mejor amiga Sofía.
- ¿Qué pasa Sofía? Quiero seguir durmiendo...- tiene la maldita costumbre de llamar cuando duermo.
- ¡Para…! ¿Nena cuanto más piensas dormir? Son las ocho de la tarde.- su tono es de molestia.
- ¡QUE!- salté de la cama y me fije la hora en mi celular. Es cierto son las ocho. Tengo que bañarme y vestirme rápido. Espero que llegue a ensayar sino Paolo me mata.
- Te llamo mañana- le corto rápido, empiezo a arreglarme.
Como no llegue ni a comer compro un sándwich en el camino y me voy rápido al club. Lo bueno que me toma veinte minutos caminando y diez corriendo.
- Al fin llegas Erica Tolder... sabes que detesto las llegadas tardes y más cuando hoy están los hombres más ricos de toda Argentina, por lo tanto necesitamos ensayar para que salga perfecto- Paolo me mira con total molestia, pero por dentro, muy adentro, de su cuerpo delgado me ama.
- Si loco ya se pero quédate tranquilo que vas a ver que tu coreografía, en mi, queda perfecto- le guiño y me sonrío.
Como ya he estudiado el baile durante mis ratos libres no me cuesta memorizarlo. Ayudo con las otras chicas ya que bailamos en dúos.
Antonela es mi compañera de baile, no le interesa llevarse bien con todos. Pero en el baile tenemos química, así que depende en el ambiente que estemos es agradable y otras veces no.
- Vamos chicas a vestirse que ya son las nueve y media de la noche y dentro de treinta minutos empieza el show- Paolo nos avisa con toda la emoción, le encanta ver sus coreografías en vivo y ver la reacción de los clientes.
-¡Vamos chicas a romperla!- Doy ánimos como todas las noches y nos cambiamos.
El primer show la interpreto junto a Antonela. Mi vestuario es súper sexy pero cómodo para bailar en el caño. Uso un top que se ata por debajo de mis pechos, color blanco, una corbata que la pongo entre mis senos, una minifalda de colegiala de color rojo con negro, medias de red color negro y mi antifaz de color rojo con brillos con una peluca corta de color negro, para que no sepan mi identidad. Nos llaman el dúo Gold, ya que la mayoría de los hombres y mujeres que vienen a vernos son muy adineradas, viene de todas partes del mundo.
Y aunque en el club The Mask también se puede tener relaciones sexuales si la bailarina quiere, yo me dedico solo a bailar y nada más. No realizo shows privados.
Salgo del vestuario y me dirijo hacia atrás del escenario para ver si hay mucha gente y esta hasta reventar el club. Se escucha a los clientes pidiendo al dúo oro y yo emocionadísima por hacer algo que me apasiona.
Escucho como el presentador avisa por microfono a los clientes que el primer show va a comenzar.
- Señoras y señores, bienvenidos a otra gloriosa noche en el club The Mask. Van a ver el mejor número de todos. A dos preciosas bailarinas. ¡Aplaudan para el dúo Gold!- Julián, el presentador, se dirige hacia detrás del escenario.
- Hola preciosura no te vi antes de que ensayes. ¿Llegaste tarde?- me pregunta Julián con esa sonrisa burlona ya la misma vez seductora, que en realidad no le costó para hacer nadala.