Camino por las concurridas calles de Palermo como lo hago todos los días. Durante esta hora de la mañana se puede observar a las personas que van a sus trabajos.
Palermo era una ciudad hermosa, donde los turistas disfrutaban desde sus restaurantes, hasta el pub que la zona proporcionaba.
Me detengo en la acera, antes de pasar la calle y llegar hasta mi destino. Saco las llaves de mi bolso y abro para voltear el cartel de abierto. Sonrió al repartidor que va hasta la cafetería de enfrente. Pero, siempre me saluda gentilmente. Miro mi lugar de trabajo y la sonrisa se me hice más grande.
Bella Donna es mi bebé, por el que he trabajado por cinco años. Muchos no creían que, con veintidós años, lograría algo, pero ahora que han pasado varios años demostré que estaban equivocados. La tienda ofrecía gran variedad de ropa de las diferentes marcas que a los turistas y no turistas, les encantaban: Armani, Dolce Gabbana, Gucci, Prada, Dior, Louis vuitton y otros más que entre ropa, calzado y accesorios hacían de la tienda un destino concurrido en toda la época del año.
Voy hasta el mostrador, y dejo mi bolso.
—Buenos días, jefa —me saluda puntual, como siempre Carlo.
—Bellísimos buenos días— dice otra voz, seguida de Carlos—Traje café para mi jefa preferida— dice Nicole, entrando con mucho ánimo
—Buenos días, chicos —me rio ante la muestra de energía que traen— ¿Dónde está, Pía? —pregunté
—¡Aquí! —dice entrando rápidamente como un torbellino y con una sonrisa. Pasa a un lado de los demás y llega hasta mí— ¿Llego tarde? — me pregunta.
—No. Llegas a tiempo— digo mientas, limpio el mostrador con una toallita especial para el cedro del que está hecho el mostrador
— Bueno. Voy a poner esto atrás —habla Nicole, seguida por mis dos ayudantes. Me quedo detrás de la caja registradora mirando la nada.
—Buenos días —dice una voz desde la puerta. Miro y es un hombre mayor. Veste un traje y trae consigo, un sobre manilo en las manos.
—Buenos días—respondo dejando a un lado lo que estaba haciendo. Tomo de mi bolso una toallita antibacterial, de uso personal y me limpio las manos— Bienvenido a Paradiso Italiano. ¿En qué podemos ayudarle?
—Busco a Gianna Bianchi—dijo el hombre.
—Soy yo— respondo.
—Estos para usted— dice tendiéndome el sobre —En realidad, era para su padre. Pero no creo que él, le dé la debida importancia en este momento —Si lo sabré yo. Resoplo y tomo él sobre.
—Con permiso— dijo el mensajero— Me retiro.
—Gracias—digo, antes de que marche.
Otras personas comienzan a entrar y veo como salen de la parte de atrás los chicos para atenderlos.
Carlo se movía con gracia y aunque se defendía con la ropa para dama, era mi As bajo la manga en cuanto a la ropa de caballero. Es un hombre elegante y agraciado. Moreno, ojos verdes, alto. Pía es alta y esbelta, de cabello negro, ojos cafés y facciones delicadas. Ella, junto a Nicole, de estatura mediana, cabello castaño, piel oliva y ojos color ámbar. Son mi mejor adquisición, debido al conocimiento en la ropa de dama. Sin dudas tenía un buen equipo y eso lo apreciaba mucho
—Gianna —Nicole se acerca a mí —deberías ir atrás y revisar el pedido.