El engaño del marido y el despertar de su esposa

El engaño del marido y el despertar de su esposa

rabbit

5.0
calificaciones
Vistas
20
Capítulo

Este era mi tercer intento de suicidio; cada vez, mi cuñado, Dustin Martin, me encontraba y me salvaba. Pero entonces encontré su reloj, un Patek Philippe que había encargado para mi marido, Evertt, al que dieron por muerto en un accidente aéreo. Las palabras grabadas en la parte de atrás decían: "H y E, para siempre". Al ver esto, me dio un vuelco el corazón. ¿Por qué Dustin tenía el reloj de mi esposo? Me sentí aterrorizada. Tenía que investigarlo y descubrir la verdad. Salí tambaleándome de la habitación del hospital y escuché voces en la sala de espera. Era Kylee, la prometida embarazada de Dustin, y la voz de un hombre que conocía mejor que la mía; la de Evertt. Me asomé por una esquina, y vi que "Dustin" sosteniéndola en brazos. "Evertt, ¿y si se entera?", susurró Kylee. "¿Y si se da cuenta de que no eres Dustin?". "No lo hará", dijo Evertt con indiferencia. "Su dolor es tan profundo que solo ve lo que quiere ver". El hombre que me había salvado del suicidio, y que yo creía mi cuñado, era mi marido. Él todavía estaba vivo, y me había visto sufrir, dejando que me ahogara en el dolor, todo por la prometida de su hermano muerto. Todo mi mundo había sido una mentira; una broma cruel y retorcida. Pero entonces, una nueva idea, fría y aguda, atravesó mi dolor: una escapatoria. Yo sería lo suficientemente fuerte para destruirlo.

Capítulo 1 Engañada

Este era mi tercer intento de suicidio; cada vez, mi cuñado, Dustin Martin, me encontraba y me salvaba.

Pero entonces encontré su reloj, un Patek Philippe que había encargado para mi marido, Evertt, al que dieron por muerto en un accidente aéreo. Las palabras grabadas en la parte de atrás decían: "H y E, para siempre". Al ver esto, sentí que mi corazón se detuvo. ¿Por qué Dustin tenía el reloj de mi esposo?

Me sentí aterrorizada. Tenía que saberlo y descubrir la verdad. Salí tambaleándome de la habitación del hospital y escuché voces en la sala de espera. Era Kylee, la prometida embarazada de Dustin, y la voz de un hombre que conocía mejor que la mía; la de Evertt.

Me asomé por una esquina, y vi que "Dustin" sosteniéndola en brazos.

"Evertt, ¿y si se entera?", susurró Kylee. "¿Y si se da cuenta de que no eres Dustin?".

"No lo hará", dijo Evertt con indiferencia. "Su dolor es tan profundo, que solo ve lo que quiere ver".

El hombre que me había salvado del suicidio, y que yo creía mi cuñado, era mi marido. Mi esposo estaba vivo, y me había visto sufrir, dejando que me ahogara en el dolor, todo por la prometida de su hermano muerto.

Todo mi mundo había sido una mentira; una broma cruel y retorcida. Pero entonces, tuve una nueva manera de pensar fría y audaz en medio de mi dolor; una escapatoria. Sería lo suficientemente fuerte para destruirlo.

Capítulo 1 Engañada

Era la tercera vez que intentaba suicidarme. La primera tomé pastillas para dormir; la segunda, me corté las venas. Cada vez, mi cuñado, Dustin Martin, me encontraba y me salvaba.

En esta, estaba en el balcón de la casa de la familia Martin, mientras el viento me azotaba el cabello en la cara. Sería una caída larga. Pero justo cuando estaba a punto de saltar, sentí un fuerte brazo que me rodeó la cintura y me haló hacia atrás.

Entonces Dustin me dijo con la voz áspera por el cansancio: "Helen, detente".

Tras eso, me desperté en la blanca habitación de un hospital, en la que podía percibir el olor a desinfectante.

La puerta se abrió y entró Dustin, con el rostro demacrado y cansado. Kylee Armstrong, su prometida embarazada, lo seguía apoyando su mano en el estómago.

"Helen, ¿cuántas veces más harás esto?", dijo él, con voz grave y llena de un profundo cansancio. "Evertt se ha ido; tienes que aceptarlo".

Me quedé mirando al techo, en silencio. Tenía un nudo en la garganta que me impedía hablar.

Kylee se adelantó, diciendo con voz suave y dulce: "Helen, todos estamos de luto, pero también tienes que pensar en nosotros. Dustin está agotado, y yo estoy embarazada; no podemos seguir así".

Permanecí en silencio, pues sus palabras no eran más que ruido, desvaneciéndose en el fondo de mi inmenso dolor.

Dustin extendió la mano para tocarme el hombro y luego la dejó caer. Suspiró en señal de completa derrota y me dijo: "Descansa un poco, Helen".

Se dio la vuelta y salió de la habitación, mientras Kylee lo seguía de cerca, tomándolo de la mano. La puerta se cerró con un clic, dejándome sola y en el silencio. Fue entonces cuando volví a sentir ese profundo dolor, como un peso físico que me oprimía el pecho.

Desvié los ojos hacia la ventana, notando que afuera había un gran roble que llegaba casi hasta el cielo, y sus hojas se movían con el viento.

Recordé un día con Evertt, mi marido, bajo ese mismo árbol. Habíamos hecho un picnic. Él me había pelado cuidadosamente una naranja, asegurándose de quitarle toda la cáscara blanca porque sabía que yo la odiaba.

En otra ocasión, llenó nuestra habitación de cientos de gardenias, mi flor favorita, solo porque yo había tenido un mal día en la galería de arte.

Las lágrimas corrían silenciosamente por mis mejillas. ¿Cómo podía una vida tan llena de amor y felicidad convertirse en esto tan vacío?

Las noticias decían que su avión privado se había estrellado en las montañas en medio de una tormenta repentina. Solo encontraron un sobreviviente: Dustin, su hermano menor. Mi esposo, Evertt, el famoso magnate de la tecnología, fue dado por muerto. Yo no podía aceptarlo; no lo haría.

El mundo sin él era vacío y sin propósito. Por esa razón había intentado seguirlo. Ahora la vida no tenía sentido.

Sentí un impulso repentino; tenía que salir de esta cama, de esta habitación.

Al balancear las piernas sobre el lateral de la cama, mi pie golpeó algo contra el suelo: era una chaqueta de hombre. Dustin debió haberla dejado.

Me agaché para recogerla, y algo pesado que había en el bolsillo se deslizó y cayó al suelo con un suave ruido; era un reloj. Al ver eso, sentí que se me paró el corazón. Conocía ese reloj. Era un Patek Philippe que había encargado para el cumpleaños número treinta de Evertt. Me costó dos años y un viaje a un remoto templo en las montañas para que el maestro artesano bendijera el metal.

Me temblaron los dedos al agarrarlo. En el reverso, el grabado personalizado era inconfundible: "H y E, para siempre".

Ante esto, todo mi cuerpo empezó a temblar. ¿Por qué Dustin tenía el reloj de Evertt? Él nunca se lo quitaba.

Sentí un escalofrío. Tenía que saberlo y descubrir la verdad.

Me levanté y salí de la habitación con las piernas temblorosas. En el pasillo, escuché voces procedentes de una sala de espera vacía. Me detuve, escondida junto a la esquina.

"...no puedo creer que lo haya vuelto a intentar. Es tan frágil". Era la voz de Kylee, pero sin la dulzura, sino severa y molesta.

"Es más fuerte de lo que crees", respondió la voz de un hombre; una que conocía mejor que la mía.

Ante eso, sentí que se me heló la sangre. Me quedé completamente inmóvil, pues era la voz de Evertt.

Me asomé por la esquina, y vi que "Dustin" estaba parado de espaldas a mí, sosteniendo a Kylee en brazos.

"Evertt, ¿y si se entera?", susurró ella, con la cabeza apoyada en su pecho. "¿Y si se da cuenta de que no eres Dustin?".

"No lo hará", dijo Evertt, con indiferencia. "Su dolor es demasiado profundo, solo ve lo que quiere ver. Además, esto es lo que Dustin habría querido. Me pidió que cuidara de ti y del bebé".

"Solo me preocupo", murmuró Kylee, acurrucándose más cerca de él. "No puedo perderte a ti ni a esta vida que tenemos".

Las lágrimas nublaron mi visión, silenciosas y dolorosas. Volví a mi habitación a trompicones, tapándome la boca con la mano para ahogar un sollozo. El hombre que me había salvado del suicidio, y que creía que era mi cuñado, en realidad era mi esposo. Mi marido vivo y respirando.

Me había visto sufrir, y dejado que me ahogara en el dolor, creyéndome una muñeca frágil que podía manipular; todo por la prometida de su hermano muerto.

Me derrumbé en la cama, sollozando cruda y agonizantemente. Todo mi mundo había sido una mentira; una broma cruel y retorcida.

De repente sonó mi teléfono, que estaba sobre la mesita de noche. Lo miré fijamente y mis lágrimas se detuvieron por un momento, pues era mi madre. Le contesté con voz ronca.

"¿Helen, cariño? ¿Te sientes bien? Escuché lo que pasó".

Sin embargo, yo podía hablar, solo escuchaba su voz preocupada.

"Helen, sé que es duro oír esto", dijo con cautela. "Pero tal vez... quizás sea hora de pensar en seguir adelante. Aún eres joven".

No obstante, me quedé en silencio, con la mente agitada por la traición.

"Daniel Campos llamó de nuevo", continuó mi madre, sin darse cuenta de la gravedad de lo que estaba diciendo. "Lleva meses preguntando por ti. Es un hombre tan bueno; tiene mucho éxito. Y su familia está planeando mudarse a Europa para siempre".

Europa, lejos de aquí, de este infierno.

Tuve un nuevo pensamiento, frío y audaz en medio de mi dolor. Era una escapatoria.

"Mamá", dije con la voz sorprendentemente firme.

"¿Sí, cariño?".

"Dile a Daniel que lo veré".

Mi mamá guardó silencio por un momento. "¿En serio? Helen, ¿estás segura?".

"Sí", dije con firmeza. "Dile que estoy lista para empezar de nuevo, pero él debe encargarse de todo. Los papeles del divorcio, la mudanza, de todo".

Terminé la llamada antes de que ella pudiera seguir preguntándome, y miré el reloj que tenía en la mano, cuya inscripción brillaba en la penumbra: "H y E, para siempre".

Se me escapó una risa amarga. Ese "para siempre" había terminado.

'¿Querías que fuera fuerte, Evertt?', pensé, apretando los dedos alrededor del reloj. 'De acuerdo, lo seré. Tan fuerte como para destruirte'.

Seguir leyendo

Otros libros de rabbit

Ver más
El engaño de él, el destino de ella en Londres

El engaño de él, el destino de ella en Londres

Cuentos

5.0

"El puesto ha estado esperándote durante tres años, Elaine. Solo basta tu confirmación para que comiences en tu nuevo empleo". La voz al otro extremo del teléfono llegó en un tono relajado, profundo y familiar. Era Evan Mcknight, su antiguo mentor y quien se convirtió en un arquitecto de renombre mundial. Una hora antes, la chica firmó la autorización para que su hermano menor, Kelsey, fuera trasladado a cuidados paliativos. El tratamiento experimental que podría salvarlo requería un depósito de cincuenta mil dólares, dinero que obviamente no tenía; ya había agotado todos sus ahorros, y a pesar de que su negocio, el cual construyó desde cero con su novio, Brett Vega, era todo un éxito, él le tenía prohibido acceder a los fondos. El día que decidió empeñar su reloj Patek Philippe, se suscitó un gran revuelo. Brett irrumpió por la puerta, llevando en sus brazos a Daniella Chen, quien lloraba dramáticamente porque se había torcido un tobillo. Su novio ni siquiera la saludó cuando llegó, pero en el momento que se percató de su presencia, la llevó a un almacén de suministros vacío y la cuestionó en voz baja: "¡¿Qué haces aquí?! No malinterpretes las cosas. Todo esto es parte del plan. Tengo que hacerle creer que tiene el control". Luego le dio quinientos dólares, ordenándole que se marchara antes de que Daniella la viera. Al percatarse de que su novio creía que estaba ahí solo para pedirle dinero, Elaine dejó que los billetes cayeran al suelo. Él siempre fue muy bueno para mentir y fingir; nunca se preocupó por su dolor o tristeza, viéndola solo como una molestia dentro de su gran plan. En ese momento, la chica decidió ponerle fin a todo esto; lo sabía con una certeza que se sintió tanto aterradora como liberadora. Era hora de ir a Londres.

La traición del amor: un matrimonio falso

La traición del amor: un matrimonio falso

Cuentos

5.0

"Quiero el divorcio". Las palabras, tranquilas pero llenas de firmeza, cortaron la tensión del ambiente. Durante cinco años, yo, Harlow Love, fui la esposa de Kaden Barnes solo en apariencia, un matrimonio que existía únicamente para salvaguardar el honor de su familia después de que mi padre muriera salvándole la vida. En todo ese tiempo soporté su crueldad, sus humillaciones constantes y lo vi amar sin reservas a otra mujer. Cuando finalmente reuní el coraje para pedir mi libertad, fue su madre, la cabeza de la familia, quien me informó con frialdad que tendría que aceptar el llamado "castigo físico severo" de los Barnes: treinta latigazos, para demostrar que no estaba siendo expulsada. Pero entonces, Kaden reveló una verdad impactante que derrumbó mi mundo: "Fue una falsificación, este matrimonio jamás fue válido". Cinco años de sufrimiento, de golpes y de vergüenza pública, todo por una mentira. El alivio que sentí apenas duró un instante. Pues Brittaney, la amante de Kaden, me acusó de haber lastimado a su perro, y más tarde, de intentar asesinarla durante un paseo a caballo. Él, enceguecido por su devoción hacia ella, aceptó cada palabra como cierta. Me castigó brutalmente, fracturándome la pierna y dislocándome el brazo, dándome por muerta. Yo no era más que un accesorio, un simple reemplazo, incluso menos importante que ese perro consentido. Mi sufrimiento y mi dignidad no tenían valor. ¿Por qué confiaba en cada palabra y cada lágrima de ella, ignorando la evidencia de mi cuerpo ensangrentado? Y, sin embargo, cuando todo parecía perdido, apareció un salvavidas. Su madre, horrorizada por su crueldad, decidió enviarme en secreto a Londres, concediéndome por fin la libertad que tanto había ansiado. Finalmente era libre, y juré no volver a ver a Kaden Barnes nunca más.

El juego cruel de él, el corazón roto de ella

El juego cruel de él, el corazón roto de ella

Cuentos

5.0

Estaba a punto de casarme con Holden Dalton, quien era el heredero de un vasto imperio inmobiliario. Durante tres años, el mundo fue testigo de nuestro romance de ensueño y de cuento de hadas: la pobre estudiante de arte que había logrado conquistar el corazón de un príncipe. Pero en la víspera de nuestra boda, descubrí la verdad: toda nuestra relación había sido una mentira; un cruel "experimento social" de tres años que él orquestó para humillarme y así entretener a su amor de infancia, Estella. La verdad salió a la luz a raíz de un accidente de auto que reveló mi embarazo de tres meses. Con el corazón destrozado, ingresé sola a una clínica y dejé atrás a nuestro bebé en una fría mesa de operaciones, pero mi dolor solo era parte de su diversión. Luego simularon un secuestro, y Holden eligió "salvar" a Estella sin dudarlo, dejando que yo cayera de un acantilado sobre una bolsa de aire, mientras sus amigos reían. En una gala benéfica para un centro de arte en el que yo había puesto mi alma, él le dio públicamente todo el crédito a esa mujer, señalándome como fraude. El escándalo resultante hizo que mi mentor muriera de un infarto. Ellos simplemente enviaron a su funeral un pastel de "condolencias" que decía en su alegre cobertura: "¡Lamentamos tu pérdida! ¡Otra víctima de la broma!". Y estaba firmado por ambos. En ese momento la última parte de mi corazón se transformó en piedra. Entonces me alejé de la tumba, tomé mi teléfono con manos temblorosas e hice una llamada. "Gael, perdí la apuesta. Estoy lista para irme", alcancé a decir con voz entrecortada.

Tras la traición: la venganza de una esposa

Tras la traición: la venganza de una esposa

Cuentos

5.0

Recibí una llamada a mitad de la noche: mi hermano, Ezra, había tenido un accidente de motocicleta. El doctor, con una escalofriante tranquilidad, me dijo que necesitaban operarlo inmediatamente. Luego recibí una noticia que destrozó mi mundo: le habían amputado una pierna. La cirujana encargada de su caso, Kaitlin Russo, citó "complicaciones", pero yo, como periodista de investigación, intuí que mentía. No había sucedido ninguna complicación, sino que el procedimiento había sido mal realizado. Mi reportaje, en el que detallaba su negligencia, se volvió viral, pero rápidamente desapareció de internet. Además, de repente no podía contactar a mi esposo, Hayden Bridges, un magnate de Silicon Valley. Y por si fuera poco, mi hermana Ivy, desapareció de su apartamento, dejando atrás nada más que un conjunto de huellas lodosas y el aroma del miedo. Decidí confrontar a Kaitlin, y la encontré admirando una nueva pulsera de diamantes. "Hayden me cuida muy bien", ronroneó, con una sonrisa burlona en los labios. La verdad cayó sobre mí como un balde de agua fría: mi esposo no solo era su poderoso respaldo, sino también su amante. Él me obligó a disculparme públicamente con Kaitlin, amenazándome con una transmisión en vivo en la que salía Ivy, aterrorizada y llorando en una habitación oscura. "Estará a salvo, siempre y cuando dejes pasar el asunto", me prometió, con una voz tan fría como el hielo. Yo no tenía elección. Sin embargo, mi decisión no sirvió de nada: Ivy fue torturada por el monstruoso hermano de Kaitlin, Kyle, y murió en mis brazos. Días después, Ezra fue encontrado muerto en su cama de hospital. En medio de un silencio desgarrador, una nueva y fría determinación emergió dentro de mí. Esos dos habían destruido a mi familia, así que yo me encargaría de quemar su imperio hasta los cimientos.

Traicionada por el amor, salvada por el sacrificio

Traicionada por el amor, salvada por el sacrificio

Cuentos

5.0

Mi esposo, Julian Mcgee, una estrella en ascenso de Manhattan y heredero de una familia muy influyente, me fue totalmente fiel. Desafió a sus padres elitistas por nuestro amor y me prometió que estaríamos juntos para siempre. Pero después apareció Katia French. Encontré una carpeta secreta en el portátil de mi esposo, con un montón de fotos de ella y análisis detallados de su vida. Parecía obsesionado. Él me prometió que no era nada, solo "curiosidad", y yo, aferrándome al recuerdo del hombre que me adoraba, elegí creerle. Su manera de "manejarlo" fue comenzar un romance, llevándola a eventos públicos, lo cual fue supremamente humillante. Cuando descubrí que estaba embarazada, esperé que nuestro bebé salvara nuestra relación. De hecho, durante unas semanas, él parecía feliz. Sin embargo, Katia llamó después, diciendo que Julian también quería un bebé con ella, y que yo estaba perdiendo mi "puntuación" en su corazón. Entonces, un día, en un momento de pura frustración, le di una bofetada a esa mujer. El castigo de mi esposo fue terrible: hizo que me arrestaran, con tres meses de embarazo, dejándome en una celda fría. Incluso se inclinó hacia mi vientre y susurró: "Tu madre se portó mal, y este es su castigo". El hombre que una vez movió cielo y tierra por mí ahora me abandonaba en una celda, dándole prioridad a su amante. Mi cuento de hadas se había convertido en una pesadilla, y no podía entender cómo había llegado a esta situación.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro