El engaño del marido y el despertar de su esposa
erta del sótano por fin se abrió. Me tam
ntendiste lo que quería enseña
ía la garganta seca. No
ón a Kylee",
: "Yo no... hice... nada malo". Me sostuv
or, te quedarás aquí abajo". Les hizo una señ
El miedo se apoderó de mí. "Me disculparé", lo
n una sonrisa triunfante en el rostr
erpo adolorido, y repetí las pala
de lágrimas secas. Es
ero", dijo Kylee h
ue como un puñetaz
sorpr
í un momento y vi un reflejo en los ojos de Evertt: ¿Arrepentimiento?
r. La herida de la rodilla, que me hizo cuando me obligó a arrodillarme sobre cristales r
, disfrutando d
. "Dale una lección que nunca olvide. Sigu
ida por la incredulidad. Ib
olorosa. Mi cabeza se giró hacia un
idos. Me ardía la cara y
rando de su manga con falsa pr
s suerte de que Kylee sea compasiva", me
único que sentía era una profunda y desgarradora humi
omida. Él le dio un pedazo de fruta, prestándole toda su atención,
rente a la lujosa alfombr
orpresa. "Todavía está en el piso. La
tras me llevaban, oí a Kylee susurrarle
rente. Recordé que Evertt me prometió, hace años, que nunca
on palabr
miré a una desconocida. Tenía la cara golpeada e hinchada. La her
co. "Es una herida profunda, señora", susurr
la cara no era nada comparada
En la pantalla se veía una cuenta r
, al fin dormía. Las pesadillas que me atormentaron durante meses habí
fuerte me despertó d
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