Corazón Roto, Alma Renacida

Corazón Roto, Alma Renacida

Gavin

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Capítulo

El aire en la cocina del hotel Grand Palacio era espeso, una mezcla de aceite de trufa, sudor y el chismorreo constante de la recepcionista, la Chismosa. De repente, un comentario de mi compañero, Marco López, el subgerente, me golpeó como un mazazo. "Parece que hay un escándalo en el piso de arriba, en una de las suites de lujo... dicen que es una influencer de fitness muy famosa." La gente murmullaba a mi alrededor, susurrando el nombre de mi novia. "La gente está diciendo que es tu novia, Sofía." Mi cuchillo se detuvo sobre el perejil. La cocina quedó en un silencio sepulcral, y la sonrisa de triunfo de Marco me llenó de una ira fría. "Qué pena, Ricky. Tanta chamba para que te pongan los cuernos en tu propio lugar de trabajo, qué humillación." Mi corazón se apretó, pero no era la primera vez que vivía este momento. La última vez, esta misma humillación me destruyó, me llevó a un abismo de dolor y locura. Sofía, mi amor, murió en un accidente de coche mientras huía de los paparazzi que Marco había enviado. Y yo, en mi desesperación, fui asesinado por él en un estacionamiento. Pero esta vez... esta vez es diferente. Porque volví. Mis ojos se abrieron en esta misma cocina, en este mismo infierno, con el olor a ajo y cebolla anclándome a una nueva realidad. Tengo una segunda oportunidad, y sé la verdad. Sé que la mujer en esa habitación no es Sofía, sino Brenda, la prometida de Marco. Esta vez, Marco no solo no ganará, sino que pagará con creces por cada gota de dolor que sembró. "¿Y tú le crees a la Chismosa?" pregunté con una calma que lo descolocó. La venganza se sirve fría, y la mía apenas estaba comenzando.

Introducción

El aire en la cocina del hotel Grand Palacio era espeso, una mezcla de aceite de trufa, sudor y el chismorreo constante de la recepcionista, la Chismosa.

De repente, un comentario de mi compañero, Marco López, el subgerente, me golpeó como un mazazo.

"Parece que hay un escándalo en el piso de arriba, en una de las suites de lujo... dicen que es una influencer de fitness muy famosa."

La gente murmullaba a mi alrededor, susurrando el nombre de mi novia.

"La gente está diciendo que es tu novia, Sofía."

Mi cuchillo se detuvo sobre el perejil.

La cocina quedó en un silencio sepulcral, y la sonrisa de triunfo de Marco me llenó de una ira fría.

"Qué pena, Ricky. Tanta chamba para que te pongan los cuernos en tu propio lugar de trabajo, qué humillación."

Mi corazón se apretó, pero no era la primera vez que vivía este momento.

La última vez, esta misma humillación me destruyó, me llevó a un abismo de dolor y locura.

Sofía, mi amor, murió en un accidente de coche mientras huía de los paparazzi que Marco había enviado.

Y yo, en mi desesperación, fui asesinado por él en un estacionamiento.

Pero esta vez... esta vez es diferente.

Porque volví.

Mis ojos se abrieron en esta misma cocina, en este mismo infierno, con el olor a ajo y cebolla anclándome a una nueva realidad.

Tengo una segunda oportunidad, y sé la verdad.

Sé que la mujer en esa habitación no es Sofía, sino Brenda, la prometida de Marco.

Esta vez, Marco no solo no ganará, sino que pagará con creces por cada gota de dolor que sembró.

"¿Y tú le crees a la Chismosa?" pregunté con una calma que lo descolocó.

La venganza se sirve fría, y la mía apenas estaba comenzando.

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El aroma familiar del mole, promesa de un futuro brillante y una beca codiciada, llenaba la cocina de la escuela mientras Sofía Romero se preparaba para el examen final. Justo entonces, un empujón brutal de Daniela Vargas la lanzó contra la estufa, escaldándole el brazo y destrozando su plato. "¿Qué crees que haces, gata arrimada?", espetó Daniela, acusándola de ladrona y de robar la receta ancestral de su familia, la misma que había sido la tradición de los Romero por generaciones. Ignorando a Don Manuel, el viejo ayudante que conocía el pacto secreto, Daniela hundió el preciado cucharón familiar de Sofía en su mole, tirándolo al suelo con desprecio, mientras sus amigas se burlaban de Sofía por "coquetear" con Ricardo Vargas. La humillación culminó en una agresión salvaje: Daniela, con la ayuda de sus cómplices, la tiró al suelo, y con un crujido nauseabundo, le rompió la mano con el tacón. El dolor era insoportable, pero la traición de saber que Armando, el mayordomo que conocía la verdad del pacto que ligaba el destino de los Vargas a su familia, se puso de lado de Daniela, fue aún peor. La advertencia de Sofía, "Están acabando con su propia fortuna", se cernía sobre ellos, pero Daniela solo aumentó la humillación, cubriéndola de harina. En ese instante de abrumadora desesperación y abandono, un pensamiento le dio fuerza: Ricardo Vargas. Ricardo llegó, interponiéndose entre Sofía y su familia, llevándola al hospital y revelando que él conocía el pacto ancestral. "El pacto no está roto, Sofía", le dijo. "Solo está buscando un nuevo ancla. Un nuevo pacto. Entre tu familia y la mía. Mi rama de la familia." Con la decisión de Ricardo de protegerla y establecer un nuevo pacto, Sofía, la chica de origen humilde, se levantaría de las cenizas.

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