El eco de la sirena de la ambulancia aún perfora mis recuerdos. Un listón suelto, según ellos. Mi carrera de bailarina, mis sueños en el Festival Nacional de Danza Folclórica, se hicieron pedazos junto con mi tobillo. Pero la verdadera tragedia fue ver a mi madre, mi única familia, consumirse por el dolor y la injusticia de todo lo que me hicieron. La enfermedad que se la llevó fue un veneno lento, goteando de cada titular que me acusaba de mi propia "negligencia". "La joven promesa, Sofía, descuidó su propio vestuario en un acto de irresponsabilidad imperdonable", repetían, mientras Catalina sonreía, inocente, detrás de su fachada de preocupación. ¿Cómo podían creerles? ¿Cómo podían culparme a mí, la víctima, de mi propia desgracia? La desesperación me llevó al borde, pastillas en mano, una carta de despedida a un mundo que me había traicionado. Pero la oscuridad no fue el final. Un parpadeo. El olor a laca. El murmullo del público. Mi tobillo, perfecto. "¡Sofía! ¡Sales en cinco minutos! ¿Estás lista?" Había vuelto. No era un sueño, ni el más allá. Era la noche del Festival, mi segunda oportunidad. Y esta vez, no caería en la trampa.
El eco de la sirena de la ambulancia aún perfora mis recuerdos.
Un listón suelto, según ellos. Mi carrera de bailarina, mis sueños en el Festival Nacional de Danza Folclórica, se hicieron pedazos junto con mi tobillo.
Pero la verdadera tragedia fue ver a mi madre, mi única familia, consumirse por el dolor y la injusticia de todo lo que me hicieron. La enfermedad que se la llevó fue un veneno lento, goteando de cada titular que me acusaba de mi propia "negligencia".
"La joven promesa, Sofía, descuidó su propio vestuario en un acto de irresponsabilidad imperdonable", repetían, mientras Catalina sonreía, inocente, detrás de su fachada de preocupación. ¿Cómo podían creerles? ¿Cómo podían culparme a mí, la víctima, de mi propia desgracia?
La desesperación me llevó al borde, pastillas en mano, una carta de despedida a un mundo que me había traicionado. Pero la oscuridad no fue el final.
Un parpadeo. El olor a laca. El murmullo del público. Mi tobillo, perfecto.
"¡Sofía! ¡Sales en cinco minutos! ¿Estás lista?"
Había vuelto. No era un sueño, ni el más allá. Era la noche del Festival, mi segunda oportunidad. Y esta vez, no caería en la trampa.
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