El aroma a café rancio y papel viejo se había vuelto el perfume de mi vida, un recordatorio constante de la urgencia que me consumía. Faltaban menos de veinticuatro horas para que mi reportaje expusiera a Diego "El Diablo" Garmendia como el asesino que le arrebató la vida a mi hermana Sofía. Su muerte, catalogada por la policía como un simple "ajuste de cuentas", era en realidad un crimen encubierto por aquellos que juraron proteger. La traición se hizo palpable cuando "El Zorro", mi informante, reveló que el Comandante Ramírez, el mismo que me prometió justicia en el funeral de Sofía, se reunía en secreto con los hombres de "El Diablo" para "cerrar el caso" e inventar "pistas falsas". No podía creer que la corrupción llegara tan lejos, que la vida de mi hermana fuera solo un número en sus juegos de poder. La rabia me consumió, y con una determinación inquebrantable, decidí enfrentar a Ramírez y exponer la verdad que intentaban ocultar, aunque eso significara poner mi propia vida en riesgo.
El aroma a café rancio y papel viejo se había vuelto el perfume de mi vida, un recordatorio constante de la urgencia que me consumía.
Faltaban menos de veinticuatro horas para que mi reportaje expusiera a Diego "El Diablo" Garmendia como el asesino que le arrebató la vida a mi hermana Sofía.
Su muerte, catalogada por la policía como un simple "ajuste de cuentas", era en realidad un crimen encubierto por aquellos que juraron proteger.
La traición se hizo palpable cuando "El Zorro", mi informante, reveló que el Comandante Ramírez, el mismo que me prometió justicia en el funeral de Sofía, se reunía en secreto con los hombres de "El Diablo" para "cerrar el caso" e inventar "pistas falsas".
No podía creer que la corrupción llegara tan lejos, que la vida de mi hermana fuera solo un número en sus juegos de poder.
La rabia me consumió, y con una determinación inquebrantable, decidí enfrentar a Ramírez y exponer la verdad que intentaban ocultar, aunque eso significara poner mi propia vida en riesgo.
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