Mi Hermana, Mi Peor Dolor

Mi Hermana, Mi Peor Dolor

Gavin

5.0
calificaciones
13
Vistas
12
Capítulo

El dulce y espeso olor a gas llenaba mis pulmones. Mis padres yacían inconscientes. Yo era la última en caer, una víctima más de la obsesión de mi hermana Elena por las narconovelas. Ella, sonriendo, nos había encerrado y abierto las llaves de la estufa, convencida de que así nos libraría de las deudas que ella misma había causado. Su delirio por ser la esposa del capo, la reina de un imperio, había culminado en este cruel sacrificio familiar. Cerré los ojos, sintiendo la oscuridad, mi último pensamiento fue un arrepentimiento profundo. "Debimos haberla detenido... haberla abandonado a su locura mucho antes." Entonces, desperté. El aroma era a huevos con chorizo, no a gas. El calendario marcaba el 15 de abril, un año antes de nuestra horrible muerte. Mis padres sonreían, pero sus ojos delataban un cansancio que no debía existir. "¿Ustedes también...?" Mi madre, con lágrimas en los ojos pero una expresión firme, confirmó: "Sí, Sofía. Lo recordamos todo." Mi padre dobló el periódico, su voz grave: "Esta vez, no haremos nada. Que se hunda sola." Un pacto silencioso se selló. Esa tarde, Elena entró corriendo, sus ojos brillando de emoción: "¡El Patrón dará una fiesta hoy! ¡Es mi oportunidad!" Mis padres y yo permanecimos mudos. Ya no había apoyo, solo un frío y pesado silencio. Esa noche no dormimos, esperamos. Y, como estaba escrito, el teléfono sonó en la madrugada. Era la policía.

Introducción

El dulce y espeso olor a gas llenaba mis pulmones.

Mis padres yacían inconscientes.

Yo era la última en caer, una víctima más de la obsesión de mi hermana Elena por las narconovelas.

Ella, sonriendo, nos había encerrado y abierto las llaves de la estufa, convencida de que así nos libraría de las deudas que ella misma había causado.

Su delirio por ser la esposa del capo, la reina de un imperio, había culminado en este cruel sacrificio familiar.

Cerré los ojos, sintiendo la oscuridad, mi último pensamiento fue un arrepentimiento profundo.

"Debimos haberla detenido... haberla abandonado a su locura mucho antes."

Entonces, desperté.

El aroma era a huevos con chorizo, no a gas.

El calendario marcaba el 15 de abril, un año antes de nuestra horrible muerte.

Mis padres sonreían, pero sus ojos delataban un cansancio que no debía existir.

"¿Ustedes también...?"

Mi madre, con lágrimas en los ojos pero una expresión firme, confirmó: "Sí, Sofía. Lo recordamos todo."

Mi padre dobló el periódico, su voz grave: "Esta vez, no haremos nada. Que se hunda sola."

Un pacto silencioso se selló.

Esa tarde, Elena entró corriendo, sus ojos brillando de emoción: "¡El Patrón dará una fiesta hoy! ¡Es mi oportunidad!"

Mis padres y yo permanecimos mudos.

Ya no había apoyo, solo un frío y pesado silencio.

Esa noche no dormimos, esperamos.

Y, como estaba escrito, el teléfono sonó en la madrugada.

Era la policía.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
De Chica Pobre a Magnate

De Chica Pobre a Magnate

Cuentos

5.0

El aire denso y sofocante de la habitación de hotel barata me asfixiaba. Frente al espejo manchado, la joven de ojos vacíos que me devolvía la mirada era casi una extraña. Pero el montón de billetes en la mesita de noche era real, sucio, tangible. Cien mil pesos. El precio, me convencía, de la vida de Alejandro. Por él, todo valía la pena; incluso la pureza que había sacrificado. Con el corazón latiéndome entre la esperanza y el pánico, corrí al hospital, el olor familiar a antiséptico prometiendo un nuevo comienzo. Pero al doblar la esquina, risas. No, no risas de alivio, sino carcajadas burlonas; la voz de Valeria, mi detestable rival, seguida por la de Alejandro. "¿En serio te creíste que esa tonta iba a conseguir la lana?" , dijo Valeria. "Claro que sí, mi amor. Sofía es tan ingenua... Le monté el numerito del enfermo terminal y se lo tragó enterito. Ya debe estar vendiendo hasta el alma para juntar el dinero" , respondió Alejandro. El suelo bajo mis pies se derrumbó. Su enfermedad, nuestro amor, todo era una farsa cruel. Una elaborada venganza por una beca que yo gané con mi esfuerzo. "Cuando traiga el dinero, la grabaré... Será la humillación de su vida" , susurró Alejandro, su voz conspiradora. Ahogué un sollozo, el dolor físico y emocional era insoportable. Me habían golpeado, manipulado, usado para el entretenimiento de una audiencia cruel. ¿Por qué? ¿Por qué esta maldad? En medio de mi desesperación, el teléfono sonó. Una llamada de Londres. La inoportuna noticia de un abuelo al que creía muerto para mí. Pero en ese instante de quiebre, una idea. Una única y afilada oportunidad para escapar. Decidí que no me destruirían. Esta vez, se acabó la Sofía ingenua. Ahora solo quedaba una Sofía decidida a contraatacar. Y ellos, mis torturadores, pagarían.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro