El Fénix y Su Corazón Roto

El Fénix y Su Corazón Roto

Gavin

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Capítulo

El aroma a cebolla asada y cilantro, el perfume del esfuerzo de mi padre Don Pedro Ramírez, era el aire que respiraba mi sueño: una beca deportiva en la mejor academia del país. Estaba a punto de tocar el éxito, hasta que un acto de mi supuesta caballerosidad lo torció todo. Laura Pérez, la chica más popular de la escuela, me señaló con un dedo tembloroso y sollozó: "Él me atacó." En cuestión de horas, mi mundo se desmoronó, mi beca se detuvo y mi apodo de "El Fénix" cambió a "El Monstruo". Pero lo peor llegó cuando mi padre, mi héroe, murió en un "accidente" intentando limpiar mi nombre. La culpa me carcomía, ¿por qué fui tan ingenuo? Meses después, hundido en la miseria, los vi: Laura y Alejandro, riendo, confesando su cruel plan. "Tu padre fue un imbécil por meterse donde no lo llaman. Se buscó su propio final," dijo ella con una sonrisa helada. La rabia me cegó, me abalancé sobre Alejandro, pero sus guardaespaldas me arrastraron a un callejón. Los golpes llovieron, y mientras la oscuridad me envolvía, mi último pensamiento fue: "Te fallé, papá." Pero entonces, el familiar olor a cebolla y cilantro invadió mis sentidos. Abrí los ojos, ileso, en el mismo callejón, escuchando el mismo grito de Laura. Estaba en el pasado, justo en el momento en que todo comenzó. Esta vez, no habría héroes. Solo un Fénix resurgiendo de sus cenizas para cobrar venganza.

Introducción

El aroma a cebolla asada y cilantro, el perfume del esfuerzo de mi padre Don Pedro Ramírez, era el aire que respiraba mi sueño: una beca deportiva en la mejor academia del país.

Estaba a punto de tocar el éxito, hasta que un acto de mi supuesta caballerosidad lo torció todo.

Laura Pérez, la chica más popular de la escuela, me señaló con un dedo tembloroso y sollozó: "Él me atacó."

En cuestión de horas, mi mundo se desmoronó, mi beca se detuvo y mi apodo de "El Fénix" cambió a "El Monstruo".

Pero lo peor llegó cuando mi padre, mi héroe, murió en un "accidente" intentando limpiar mi nombre.

La culpa me carcomía, ¿por qué fui tan ingenuo?

Meses después, hundido en la miseria, los vi: Laura y Alejandro, riendo, confesando su cruel plan.

"Tu padre fue un imbécil por meterse donde no lo llaman. Se buscó su propio final," dijo ella con una sonrisa helada.

La rabia me cegó, me abalancé sobre Alejandro, pero sus guardaespaldas me arrastraron a un callejón.

Los golpes llovieron, y mientras la oscuridad me envolvía, mi último pensamiento fue: "Te fallé, papá."

Pero entonces, el familiar olor a cebolla y cilantro invadió mis sentidos.

Abrí los ojos, ileso, en el mismo callejón, escuchando el mismo grito de Laura.

Estaba en el pasado, justo en el momento en que todo comenzó.

Esta vez, no habría héroes.

Solo un Fénix resurgiendo de sus cenizas para cobrar venganza.

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