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Libros de Adulto Joven para Mujeres

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Mi Niña Sumisa

Mi Niña Sumisa

La mala influencia de la mejor amiga de Mina Manson la lleva a cometer muchos errores una noche donde su vida cambia totalmente ya que debido a una escapada nocturna con su amiga termina drogada y ebria y lo peor de todo en brazos de un extraño. Paolo Scarton, un CEO arrogante de carácter fuerte y dominante quien no se deja impresionar por cualquier mujer y menos si la conoce en un club nocturno, pero extrañamente esa noche sucede algo que él no se esperaba. Conoce a Mina en un club nocturno y esta joven castaña lo impresiona desde el primer momento que la ve. Por desgracia su primera impresión fue todo lo que él imaginaba, Mina estaba drogada esa noche por culpa de su supuesta mejor amiga. Para mala suerte de la joven se mete en problemas con un sujeto, pero afortunadamente Paolo logra salvarla y sacarla de aquel embrollo. Pero ambos terminan teniendo sexo oral en el coche de Paolo y es cuando el CEO se queda impregnado de esa joven a quien la catalogaba como una cualquiera. Pero Mina era diferente y Paolo lo descubre cuando él termina follando con ella una tarde que la secuestra luego de salir de la universidad, ese día se da cuenta de que era virgen, desde entonces, su obsesión por ella se intensifica. Pero se le dificulta poder estar con ella cuando se da cuenta de los padres de la misma son complicados, cuando la mejor amiga de Mina es una envidiosa y cuando su mano derecha se encapricha de su chica.
Entre Cenizas: Un Nuevo Pacto

Entre Cenizas: Un Nuevo Pacto

El aroma familiar del mole, promesa de un futuro brillante y una beca codiciada, llenaba la cocina de la escuela mientras Sofía Romero se preparaba para el examen final. Justo entonces, un empujón brutal de Daniela Vargas la lanzó contra la estufa, escaldándole el brazo y destrozando su plato. "¿Qué crees que haces, gata arrimada?", espetó Daniela, acusándola de ladrona y de robar la receta ancestral de su familia, la misma que había sido la tradición de los Romero por generaciones. Ignorando a Don Manuel, el viejo ayudante que conocía el pacto secreto, Daniela hundió el preciado cucharón familiar de Sofía en su mole, tirándolo al suelo con desprecio, mientras sus amigas se burlaban de Sofía por "coquetear" con Ricardo Vargas. La humillación culminó en una agresión salvaje: Daniela, con la ayuda de sus cómplices, la tiró al suelo, y con un crujido nauseabundo, le rompió la mano con el tacón. El dolor era insoportable, pero la traición de saber que Armando, el mayordomo que conocía la verdad del pacto que ligaba el destino de los Vargas a su familia, se puso de lado de Daniela, fue aún peor. La advertencia de Sofía, "Están acabando con su propia fortuna", se cernía sobre ellos, pero Daniela solo aumentó la humillación, cubriéndola de harina. En ese instante de abrumadora desesperación y abandono, un pensamiento le dio fuerza: Ricardo Vargas. Ricardo llegó, interponiéndose entre Sofía y su familia, llevándola al hospital y revelando que él conocía el pacto ancestral. "El pacto no está roto, Sofía", le dijo. "Solo está buscando un nuevo ancla. Un nuevo pacto. Entre tu familia y la mía. Mi rama de la familia." Con la decisión de Ricardo de protegerla y establecer un nuevo pacto, Sofía, la chica de origen humilde, se levantaría de las cenizas.
El Fénix y Su Corazón Roto

El Fénix y Su Corazón Roto

El aroma a cebolla asada y cilantro, el perfume del esfuerzo de mi padre Don Pedro Ramírez, era el aire que respiraba mi sueño: una beca deportiva en la mejor academia del país. Estaba a punto de tocar el éxito, hasta que un acto de mi supuesta caballerosidad lo torció todo. Laura Pérez, la chica más popular de la escuela, me señaló con un dedo tembloroso y sollozó: "Él me atacó." En cuestión de horas, mi mundo se desmoronó, mi beca se detuvo y mi apodo de "El Fénix" cambió a "El Monstruo". Pero lo peor llegó cuando mi padre, mi héroe, murió en un "accidente" intentando limpiar mi nombre. La culpa me carcomía, ¿por qué fui tan ingenuo? Meses después, hundido en la miseria, los vi: Laura y Alejandro, riendo, confesando su cruel plan. "Tu padre fue un imbécil por meterse donde no lo llaman. Se buscó su propio final," dijo ella con una sonrisa helada. La rabia me cegó, me abalancé sobre Alejandro, pero sus guardaespaldas me arrastraron a un callejón. Los golpes llovieron, y mientras la oscuridad me envolvía, mi último pensamiento fue: "Te fallé, papá." Pero entonces, el familiar olor a cebolla y cilantro invadió mis sentidos. Abrí los ojos, ileso, en el mismo callejón, escuchando el mismo grito de Laura. Estaba en el pasado, justo en el momento en que todo comenzó. Esta vez, no habría héroes. Solo un Fénix resurgiendo de sus cenizas para cobrar venganza.
El Secreto Bajo El Maltrato

El Secreto Bajo El Maltrato

El olor a madera vieja y el sudor se mezclaban en el patio, mis pies descalzos siguiendo el ritmo de un jarabe tapatío imaginario. "Sofía." La voz de mi madre, María, era un cuchillo: "¡Qué torpe eres, niña! ¡Siempre haciendo el ridículo! ¡Bájate de ahí, nos estás avergonzando a todos!" Ese día en la fiesta de mi abuelo, mi cuerpo cayó al suelo, pero mi corazón se hizo pedazos cuando mi padre, mi santuario, me gritó con furia desconocida: "¡Lárgate a tu cuarto!" Desde ese día, el mundo se encogió. La vecina me negó el pan, la gente bajaba la mirada en el mercado. Todos parecían conocer un secreto sobre mí, una verdad terrible que me convertía en un monstruo a sus ojos. ¿Qué había hecho yo? ¿Qué palabra, qué frase, convertía el amor en violencia con un solo susurro? Estaba sola en una isla de odio, rodeada por un mar de susurros que no podía entender. Pero una noche, cansada de tanto dolor, decidí enfrentarla, gritándole: "Si tanto me odias, ¡déjame ir!" Ella me agarró del pelo, pero antes de que me golpeara, la voz de mi abuelo tronó: "¡María, suéltala!" Creí que la pesadilla terminaba. Pero entonces, mi madre pronunció esas palabras que me helaron la sangre: "No sin saber la verdad, tengo que decirles algo. Un secreto." Yo supliqué: "¡No escuches su secreto! ¡Por favor, abuelos, vámonos ahora!" Fue inútil. Mis abuelos escucharon el veneno, y sus miradas de amor se transformaron en horror. "Eres un error," dijo mi abuelo, y su golpe dolió más que todos los demás. Me abandonaron. Todos. La "tía" Carmen, mi última esperanza, también me traicionó. "¡Tía Carmen! ¡Ayúdame! ¡Me lo juraste!" Pero ella, mi supuesta salvadora, solo miró. La golpiza me dejó al borde de la muerte, pero el llanto de mi madre en la habitación contigua me detuvo. "No puedo más, Carmen. No puedo seguir haciéndole esto." Me arrastré, conteniendo la respiración, y pegué la oreja a la puerta. Fue entonces cuando escuché el secreto, la verdad que lo cambió todo, una verdad mil veces más oscura de lo que jamás imaginé.
Corazón Quebrado, Alma Incendiada

Corazón Quebrado, Alma Incendiada

El olor a carnitas y el humo de cigarros llenaban el patio. Era mi fiesta de despedida. Mi mamá y mi papá, orgullosos, presumían mi carta de aceptación a la universidad. "Nuestra Luz se nos va a la capital", decía mi padre con la voz quebrada. "Va a ser alguien grande." El "Tío" José y mi abuelo Don Pedro me miraban con admiración. "Siempre fuiste la más lista", me palmoteaba el Tío José. Mi abuelo me entregó un sobre abultado de dinero. "Para que no te falte nada, mi niña." Todos aplaudían, me llamaban "Luz María", la promesa del barrio. Pero en mi boca, la palabra "gracias" se sintió como ceniza. Mientras todos caían borrachos, entre ronquidos y el zumbido de mosquitos, supe que era el momento. Llené dos cubetas con gasolina. El fuego corrió como una serpiente hambrienta. Las llamas naranjas y rojas devoraban todo. Vi las siluetas arder, escuché los gritos. Contaba a los muertos en mi cabeza. "Uno. Dos. Tres. Catorce." En la sala de interrogatorios, el oficial Sánchez me gritaba. "¡Catorce personas, Luz! ¡Incluyendo a tu propio abuelo! ¿No sientes nada? ¿Eres un monstruo?" Él no entendía. El Comandante Ramírez, con sus ojos cansados, me preguntó. "¿Por qué una chica como tú quemaría a todo su barrio? ¿Qué puede hacer que una luz brille tanto hasta quemarlo todo?" Lo miré, la sonrisa seguía en mi cara. "No soy una luz, Comandante", le dije, mi voz sonando extraña. "Soy el incendio." Pedí ver a mis padres. Ellos entraron, mi madre con el rostro hinchado, mi padre envejecido. "¡Dime que no es verdad, mi vida!", gritó mi mamá. "¡Ellos te dieron todo!" "Yo prendí el fuego", dije en voz baja. "Yo los maté a todos." Mi madre tembló. Mi padre palideció. "¿Por qué?", susurró mi padre. "Porque se lo merecían", respondí, con una sonrisa torcida. Sus ojos se llenaron de terror.
Adiós al Rockero Mi Venganza es Mi Felicidad

Adiós al Rockero Mi Venganza es Mi Felicidad

Mi mundo giraba en torno a Jax Harding: el carismático amigo roquero de mi hermano mayor. Lo adoraba desde los dieciséis años. A los dieciocho, me aferré a una promesa que me hizo al pasar: "Cuando tengas veintidós, tal vez siente cabeza". Aquel comentario casual se convirtió en el faro de mi vida. Guió cada una de mis decisiones y me llevó a planificar meticulosamente mi vigésimo segundo cumpleaños como si fuera nuestro destino. Pero en ese día crucial, en un bar del Lower East Side, aferrada a mi regalo, mi sueño se hizo añicos. Fue entonces cuando oí la voz gélida de Jax. "No puedo creer que Savvy vaya a aparecer", dijo. "Todavía está obsesionada con esa estupidez que dije". Luego, su plan se desveló en toda su crueldad. "Vamos a decirle a Savvy que estoy comprometido con Chloe. Quizá hasta podríamos insinuar que está embarazada. Eso seguro que la espanta". Mi regalo, y con él mi futuro, se me resbaló de los dedos entumecidos. Devastada por la traición, huí hacia la fría lluvia de Nueva York. Más tarde, Jax presentó a Chloe como su "prometida". Mientras los miembros de su banda se burlaban de mi "adorable enamoramiento", él no hizo nada. Cuando una instalación de arte se desplomó, salvó a Chloe y me abandonó a una grave herida. En el hospital, vino para hacer "control de daños", pero en un acto шокирующе, me empujó a una fuente. Me dejó allí, sangrando, mientras me llamaba "psicópata celosa". ¿Cómo pudo el hombre que amaba, el mismo que una vez me había salvado, volverse tan cruel y humillarme públicamente? ¿Por qué mi devoción fue vista como una molestia que debía ser erradicada brutalmente con mentiras y agresión? ¿Era yo solo un problema, cuya lealtad fue recibida con odio? No sería su víctima. Herida y traicionada, hice un voto inquebrantable: se acabó. Bloqueé su número y el de todos los conectados a él, cortando todos los lazos. No era una huida, sino mi renacimiento. Florencia me esperaba, una nueva vida en mis propios términos, libre de promesas rotas.
Mi Hermanastro Adiós a tu Amor Roto

Mi Hermanastro Adiós a tu Amor Roto

Dieciocho días después de darse por vencida con Brendan Maynard, Jayde Rosario se cortó la melena que le caía hasta la cintura. Acto seguido, llamó a su padre para comunicarle su decisión de mudarse a California y estudiar en la UC Berkeley. Su padre, desconcertado por un cambio tan repentino, le preguntó el motivo y le recordó que siempre había insistido en quedarse por Brendan. Jayde rio sin alegría y le confesó la dolorosa verdad: Brendan iba a casarse y ella, su hermanastra, no podía seguir aferrada a él. Esa misma noche, intentó contarle a Brendan que la habían aceptado en la universidad, pero su prometida, Chloie Ellis, los interrumpió con una alegre llamada. Las tiernas palabras que Brendan le dedicó se clavaron como un puñal en el corazón de Jayde. Recordó los tiempos en que esa ternura era solo suya, cuando él la protegía. Recordó cómo le había abierto su corazón en un diario y una carta de amor, solo para verlo estallar en cólera, hacer la carta pedazos y gritarle: "¡Soy tu hermano!". Él se había marchado, furioso, dejándola sola mientras ella, con el corazón destrozado, intentaba recomponer pacientemente los trozos de papel. Sin embargo, su amor no murió. Ni siquiera cuando él llevó a Chloie a casa por primera vez y le pidió que la llamara "cuñada". Ahora lo comprendía todo. Tenía que extinguir ese fuego por sí misma. Tenía que arrancar a Brendan de su corazón.
Mi Escape de la Casa Asfixiante

Mi Escape de la Casa Asfixiante

El cursor parpadeaba en la pantalla, ofreciéndome la oportunidad de escapar a Edimburgo, un mundo lejos de esta casa asfixiante y de Sofía. Meses llevaba ignorando los comentarios que defendían ciegamente a Sofía, mientras ella me exigía sacrificar mis sueños por una promesa vacía de ir a Madrid, solo para que pudiera atender a Leo, ese parásito que siempre ponía antes que a mí. Desde la guitarra de mi padre hecha pedazos por sus manos, mi habitación despojada de nuestro mural infantil, hasta la herida en mi sien que arruinó mis exámenes, todo fue por él, y Sofía siempre lo justificaba. Pero el límite se quebró cuando lo encontré saliendo del baño, e Isabel, mi pequeña y dulce hermana, lloraba aterrorizada, acusándolo de haber intentado besarla a la fuerza. La rabia me cegó, y aunque lo golpeé hasta que Sofía me detuvo, ella no vio a Isabel, solo a su preciado Leo. Con el puño ensangrentado, la vi, arrodillada, consolando al mismo monstruo que acababa de asaltar a su hermana, mientras me miraba con reproche. Y entonces, el mundo entero se volvió en mi contra cuando, al día siguiente, Sofía publicó un comunicado oficial, invirtiendo la historia, declarándome a mí el agresor y a Leo la víctima, para proteger su reputación. ¿Cómo pudo la persona que una vez amé, y que pintó un mural de nuestra familia entrelazada, destruirme tan completamente y mentir así? Con el corazón hecho añicos por la traición, cogí a Isabel de la mano, y juntos, dejamos esa casa y el veneno de Sofía para siempre, buscando nuestra propia paz y un nuevo comienzo lejos de las mentiras.
De Campesina a CEO: Mi Propia Luz

De Campesina a CEO: Mi Propia Luz

El aire del aula olía a perfume caro, un recordatorio constante de que, por más becas que consiguiera, yo jamás pertenecería a ese mundo. Mi nombre es Lucía, hija de un humilde agricultor, y mi única ambición era la Selectividad. Pero ellos tenían otros planes para mí. Me llamaban «campesina» y me lanzaban billetes al suelo, un despliegue cruel de su riqueza. Luego, escuché mi nombre en el baño: yo era el nuevo objetivo del «juego del amor ciego», un plan retorcido para enamorarme y humillarme en público. Mateo, el chico más popular e inteligente de la escuela, fue quien se acercó. Fingía quererme, pero yo sabía que era una trampa. Sin embargo, en sus ojos no había solo engaño; también vi los recursos que necesitaba para mi venganza. Así que entré en su juego, no como presa, sino como cazadora. Dominaba cada sesión de estudio, cada roce «accidental», plantando semillas de duda en su mente. Le entregué mi confianza, mi vulnerabilidad calculada, haciéndole creer que me estaba conquistando. En la fiesta de su cumpleaños, delante de todos, lo besé apasionadamente, sellando lo que él creía su victoria. Pero esa noche, me aseguré de que su corazón fuera completamente mío, sin saber que lo necesitaba para la siguiente fase de mi plan. Justo antes del examen más importante de mi vida, él me rompió en pedazos, diciendo que todo era una apuesta, una humillación. Me di la vuelta y corrí, fingiendo estar destrozada, mientras sus risas resonaban a mis espaldas. Creían que iría al examen con el corazón roto. Qué ilusa era yo… No lloré esa noche. Estudié, con una rabia fría y calculadora. Cuando se publicaron las notas, mi nombre estaba el primero; el suyo, una décima por debajo. Mientras los periodistas se abalanzaban sobre mí, revelé mi verdadero secreto: no solo era la mejor estudiante de la provincia, sino la hija biológica de la famosa diseñadora Catalina Rivas, ¡la madrastra de Sofía! Mi «madre», que me había abandonado por su carrera, había pagado mis estudios a cambio de mi silencio. La verdad explotó, destrozando su reputación y su imperio. Hoy, rechacé la arrepentida mano de Mateo; su amor, manchado por el engaño, no vale nada. Ahora soy jefa en la empresa de mi propia madre, porque, a diferencia de ellos, yo he brillado con mi propia luz.