El Precio de la Infidelidad

El Precio de la Infidelidad

Gavin

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Capítulo

Mi hijo Carlitos, mi campeón, lo era todo para mí. Había donado mi valiosísima colección de artefactos prehispánicos, un legado ancestral, al Museo Nacional. Todo para asegurar su lugar en el prestigioso "Encuentro de Líderes Comunitarios del Mañana", su gran sueño. Pero al día siguiente, el mundo se vino abajo. Carlitos regresó a casa, con los ojos llenos de lágrimas, sollozando que le habían arrebatado su lugar. Se lo habían dado a Ramiro Jr., el mocoso arrogante, cuyo padre, el magnate Ramiro "El Buitre" Guzmán, había comprado el puesto con un millón de pesos. Cuando enfrenté al director, Ramiro Guzmán se mofó, diciendo que en este mundo "las cosas no se ganan, se compran". Con desprecio, agitó una tarjeta de crédito negra, sin límite aparente, alardeando de su poder. Pero el horror me golpeó al reconocerla: era la tarjeta adicional que le había dado a mi esposa Sofía. Era el dinero que yo había ganado. El "Buitre" no solo robaba la oportunidad de mi hijo, ¡era el amante de mi esposa! La traición me caló hasta los huesos. Apreté los puños, la rabia crecía en mi interior. ¿Cómo pudo Sofía, mi propia esposa, hacerme esto? Bloqueé la tarjeta al instante y me acerqué a Ramiro. Con voz helada, le pregunté: "¿Si esa tarjeta realmente puede sacar un millón de pesos de mi cuenta, qué te parece si me arrodillo aquí mismo y te llamo 'papá'?" Hice una pausa. "¿Pero gastar mi dinero en tus amantes y encima querer que un muerto de hambre como tú pisotee a mi hijo? Ni en tus sueños, pendejo." El Jaguar había despertado.

Introducción

Mi hijo Carlitos, mi campeón, lo era todo para mí.

Había donado mi valiosísima colección de artefactos prehispánicos, un legado ancestral, al Museo Nacional.

Todo para asegurar su lugar en el prestigioso "Encuentro de Líderes Comunitarios del Mañana", su gran sueño.

Pero al día siguiente, el mundo se vino abajo.

Carlitos regresó a casa, con los ojos llenos de lágrimas, sollozando que le habían arrebatado su lugar.

Se lo habían dado a Ramiro Jr., el mocoso arrogante, cuyo padre, el magnate Ramiro "El Buitre" Guzmán, había comprado el puesto con un millón de pesos.

Cuando enfrenté al director, Ramiro Guzmán se mofó, diciendo que en este mundo "las cosas no se ganan, se compran".

Con desprecio, agitó una tarjeta de crédito negra, sin límite aparente, alardeando de su poder.

Pero el horror me golpeó al reconocerla: era la tarjeta adicional que le había dado a mi esposa Sofía.

Era el dinero que yo había ganado.

El "Buitre" no solo robaba la oportunidad de mi hijo, ¡era el amante de mi esposa! La traición me caló hasta los huesos.

Apreté los puños, la rabia crecía en mi interior.

¿Cómo pudo Sofía, mi propia esposa, hacerme esto?

Bloqueé la tarjeta al instante y me acerqué a Ramiro.

Con voz helada, le pregunté: "¿Si esa tarjeta realmente puede sacar un millón de pesos de mi cuenta, qué te parece si me arrodillo aquí mismo y te llamo 'papá'?"

Hice una pausa.

"¿Pero gastar mi dinero en tus amantes y encima querer que un muerto de hambre como tú pisotee a mi hijo? Ni en tus sueños, pendejo."

El Jaguar había despertado.

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5.0

Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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