Volví a abrir los ojos y un calendario marcaba diez años en el pasado. Había muerto en un accidente de coche, con la mano de Ricardo aferrada a la mía, justo después de que me culpara por no haber triunfado en su carrera musical. El universo, o lo que fuera, me otorgó una segunda oportunidad. Cambié mi destino, me convertí en una arquitecta exitosa y forjé una vida plena, lejos de su toxicidad. Pero el reencuentro de exalumnos me arrastró de nuevo a su presencia. Ahí estaba él, Ricardo, el músico frustrado, ahora un arrogante inversionista inmobiliario, acompañado de Jimena, la misma que siempre buscó separarnos. Con un fajo de billetes en la mano, me ofreció un puesto de "asistente sencilla" y me humilló frente a todos, aludiendo a mi supuesta pobreza y fracaso. Jimena, con su falsa compasión, me llamó "simple" y "amargada", mientras los demás se reían. ¿Cómo se atrevía a tratarme así después de todo lo que sacrifiqué por él en mi vida pasada? Justo cuando estaba a punto de explotar, un torbellino de pelo castaño entró corriendo, aferrándose a mis piernas. "¡Mamá!", gritó mi hijo, Mateo. Y detrás de él, mi esposo, el magnate de la construcción, Alejandro Castillo, llegó sonriendo para llevarnos a casa. Fue entonces cuando Ricardo, y todos los demás, se quedaron mudos, al ver la vida que había construido, lejos de su sombra.
Volví a abrir los ojos y un calendario marcaba diez años en el pasado.
Había muerto en un accidente de coche, con la mano de Ricardo aferrada a la mía, justo después de que me culpara por no haber triunfado en su carrera musical.
El universo, o lo que fuera, me otorgó una segunda oportunidad.
Cambié mi destino, me convertí en una arquitecta exitosa y forjé una vida plena, lejos de su toxicidad.
Pero el reencuentro de exalumnos me arrastró de nuevo a su presencia.
Ahí estaba él, Ricardo, el músico frustrado, ahora un arrogante inversionista inmobiliario, acompañado de Jimena, la misma que siempre buscó separarnos.
Con un fajo de billetes en la mano, me ofreció un puesto de "asistente sencilla" y me humilló frente a todos, aludiendo a mi supuesta pobreza y fracaso.
Jimena, con su falsa compasión, me llamó "simple" y "amargada", mientras los demás se reían.
¿Cómo se atrevía a tratarme así después de todo lo que sacrifiqué por él en mi vida pasada?
Justo cuando estaba a punto de explotar, un torbellino de pelo castaño entró corriendo, aferrándose a mis piernas.
"¡Mamá!", gritó mi hijo, Mateo.
Y detrás de él, mi esposo, el magnate de la construcción, Alejandro Castillo, llegó sonriendo para llevarnos a casa.
Fue entonces cuando Ricardo, y todos los demás, se quedaron mudos, al ver la vida que había construido, lejos de su sombra.
Introducción
Hoy, a las 10:29
Capítulo 1
Hoy, a las 10:29
Capítulo 2
Hoy, a las 10:29
Capítulo 3
Hoy, a las 10:29
Capítulo 4
Hoy, a las 10:29
Capítulo 5
Hoy, a las 10:29
Capítulo 6
Hoy, a las 10:29
Capítulo 7
Hoy, a las 10:29
Capítulo 8
Hoy, a las 10:29
Capítulo 9
Hoy, a las 10:29
Capítulo 10
Hoy, a las 10:29
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