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El aire de la hacienda Mendoza, empapado de agave y riqueza ajena, era un asalto para Sebastián, un hombre de la sierra que venía a cumplir un pacto ancestral. Llegó a una fiesta bulliciosa para encontrar a Sofía Mendoza, su prometida por un acuerdo de honor entre abuelos, colgada del brazo de otro. Las palabras de burla de Sofía, sus risas vacías y la arrogancia de su amante, Carlos, lo rodearon, mientras ella, ciega de desdén, destrozaba un amuleto de obsidiana, el corazón de la fortuna Mendoza. ¿Cómo era posible tanto desprecio por la sangre y por la historia, por un legado que su propia familia había mantenido con sudor y sacrificio? Entonces el amuleto se quebró, lo que selló el destino de todos, y Sebastián, con una calma aterradora, se limitó a señalar el inevitable abismo que se abría ante ellos, un abismo del que ella, y solo ella, era la arquitecta.
El aire de la hacienda Mendoza, empapado de agave y riqueza ajena, era un asalto para Sebastián, un hombre de la sierra que venía a cumplir un pacto ancestral.
Llegó a una fiesta bulliciosa para encontrar a Sofía Mendoza, su prometida por un acuerdo de honor entre abuelos, colgada del brazo de otro.
Las palabras de burla de Sofía, sus risas vacías y la arrogancia de su amante, Carlos, lo rodearon, mientras ella, ciega de desdén, destrozaba un amuleto de obsidiana, el corazón de la fortuna Mendoza.
¿Cómo era posible tanto desprecio por la sangre y por la historia, por un legado que su propia familia había mantenido con sudor y sacrificio?
Entonces el amuleto se quebró, lo que selló el destino de todos, y Sebastián, con una calma aterradora, se limitó a señalar el inevitable abismo que se abría ante ellos, un abismo del que ella, y solo ella, era la arquitecta.
Cuentos
Me llamo Luna y, por años, la gente me miró con lástima, susurrando sobre la viuda del heredero del cártel, cuyo esposo había muerto en una redada sangrienta. Pero la cruel verdad era otra: el hombre que ahora todos llamaban el "nuevo líder", mi cuñado, era en realidad mi esposo, Ricardo. Él, el gemelo idéntico de mi fallecido esposo, me había engañado, usando su voz hipnótica para convencerme de que era por "un bien mayor", que volvería a mi lado después de estabilizar el cártel por nuestra "frágil" hermana, Estrella. Fui tan tonta que le creí, confiando en sus promesas vacías y en el amor que creía compartir con él. Mi confianza se hizo pedazos el día que me incriminó, acusándome de traición y entregándome a un cártel rival como un trozo de carne para consolidar su poder. Mientras sus hombres me arrastraban, vi a Ricardo abrazando a mi hermana Estrella, no con consuelo, sino con la pasión de un amante y una sonrisa satisfecha en su rostro. El dolor de la tortura fue insoportable, pero el veneno de su engaño fue aún peor, y al cerrar los ojos, solo recé por venganza. Y mis plegarias fueron escuchadas. Desperté en el día de la supuesta muerte de mi esposo, con Ricardo y Estrella nuevamente en una actuación de duelo y consuelo, para la cual yo no derramaría ni una lágrima. Ahora, con un corazón de hielo y la verdad en mis manos, mi silencio no sería mi debilidad, sino mi arma más letal. Esta vez, no sería la viuda afligida, sino el terremoto que sacudiría los cimientos de su imperio de mentiras. "Según las tradiciones de la familia, ahora que soy viuda, debo casarme de nuevo para mantener el honor y la línea de sangre." La guerra apenas comenzaba, y esta vez, Luna iba a ganarla.
Cuentos
La puerta de madera se abrió de golpe, y con ella, Ricardo irrumpió en lo que fue mi hogar, su traje impoluto chocando brutalmente con la miseria que dejó atrás. Vino buscándome a mí, Sofía, la que él creía "desaparecida", mientras mi madre ciega temblaba en su silla y mi hermano cojeaba, ambos víctimas invisibles de un pasado cruel. Él no sabía que yo estaba allí, flotando, un espíritu atrapado entre la vida y la muerte, condenada a ver cómo destruían lo poco que quedaba de mi familia, mientras él exigía mi paradero. ¿Cómo podría explicarles que, para ellos, yo estaba muerta, pero para mí, la pregunta era: ¿cómo podía seguir sintiendo tanta rabia y, sobre todo, tanto dolor? Fui yo quien donó un riñón por amor, creyendo en su promesa de futuro, solo para despertar abandonada en un centro de recuperación, mi cuerpo traicionado y mi alma rota por la verdad: fui un instrumento para la hermana que él adoraba. Mi sacrificio, el acto de amor más grande, se convirtió en mi sentencia de muerte, dejándome sola, consumida por la infección y el olvido, mientras ellos vivían su farsa. Ricardo, el hombre que juró amarme, había destrozado mi foto y pisoteado el pastel de cumpleaños que mi madre, en su ceguera, me preparaba cada año. Luego, con una crueldad inhumana, golpeó a mi madre y humilló a mi hermano, forzándolos a confesar mi "ubicación" mientras mi tumba, en la colina, esperaba ser profanada. Soy un fantasma, un alma errante, pero la visión de mi familia sufriendo a manos de Ricardo y su hermana Daniela, me ha despertado con un propósito feroz. No puedo descansar mientras la injusticia impere, y mi "muerte" se convierta en el inicio de su perdición. La verdad de mi partida es solo el comienzo.
Cuentos
Mi relación con Máximo era un ciclo vicioso de humillación y súplica. Él me amenazaba con la ruptura, disfrutando el poder de verme implorar que se quedara. Pero la centésima vez, después de humillarme públicamente en una milonga, algo cambió. No fue su crueldad lo que me liberó, sino el descubrimiento de una caja secreta. Dentro, no había vino, sino docenas de poemas escritos a mano por él. Describían su retorcida obsesión, su sádico placer al verme luchar por su amor, al verme sufrir. Comprendí que solo era un juguete en su perverso juego. Luego, una llamada. "¿Mi medallón? Se lo di a Isabella. Era insignificante, ya lo perdió". Verlo proteger a Isabella en el accidente, mientras yo caía herida, confirmó su indiferencia. Me forzó a beber el licor al que soy alérgica, observando mi sufrimiento con una sonrisa casi imperceptible. Acusaciones falsas de Isabella que él creyó, palizas de matones que él permitió. El robo descarado de mi coreografía, mi alma. ¿Por qué hizo esto? "Te advertí que no debías volver a ese ambiente", dijo con frialdad. Cualquier resto de amor murió. Sabía que no le quedaba tiempo. A punto de colapsar, Máximo me exigió un ultimátum final: donar sangre para salvar a Isabella o perderlo todo. Acepté, mis ojos fijos en mi verdadera meta: la libertad. El día que nuestra separación legal expiró, salí del registro civil con mi certificado de divorcio en mano, rumbo a París. La verdad es que no, Máximo. Ya no te quiero.
Cuentos
Juan, el charro más respetado de la hacienda, agonizaba en su cama. Su propia esposa, Doña Elena, veía con frialdad cómo le extraían la sangre, una sangre destinada a salvar a Don Ricardo, el capataz, por quien, decían, se estaba muriendo Juan. Pedrito, mi hijo de cinco años, entró corriendo, sus ojitos llenos de pánico al ver a papá tan pálido. "Mamá, por favor, ayuda a papá," suplicó, "se está muriendo." Pero ella, como una reina de hielo, me ignoró, sus ojos solo mostraban irritación fría. "Tu padre está haciendo lo que debe, está cumpliendo con su deber para con esta hacienda," me dijo, y luego me mandó callar y me abandonó, dejándome a merced del cruel Ricardo. Cuando volví al lado de mi padre, vi su respiración volverse más superficial, más débil. Corrí a buscar ayuda, pero en el patio, Don Ricardo me detuvo, más sano que nunca, y con una sonrisa burlona me dijo: "Ladra para mí, Pedrito, ladra como el perrito que eres." La humillación me ahogó, pero por mi padre, abrí la boca y un ladrido ahogado y patético salió de mi garganta. Los sirvientes murmuraron sobre mi madre, sobre cómo me odiaba ¡incluso parecía que yo no era su hijo! Mientras, Ricardo se reía a carcajadas, una risa que resonó en la peor noche de mi vida. Papá, ¿por qué mamá nos odiaba tanto? Ya no podía respirar, mi cuerpo se enfriaba, pero una última pizca de fuerza me ayudó a pedirle a Pedrito un último favor: "Necesito que me traigas un dulce de leche, mi niño. Y a partir de hoy, no solo serás Pedrito, serás 'El Justo' ." Y así, mientras mi hijo corría por el dulce de leche, yo el charro Juan, moría. Mi espíritu se elevó, y no sentí odio, solo una profunda y abrumadora tristeza, pues vi a mi alma y a mi pequeño Pedrito, solos en un mundo cruel, con una traición que nos había destrozado.
Cuentos
Mi perfume, un regalo caro de mi difunta abuela, se estrelló contra el suelo de mármol. El ruido fue ensordecedor para lo que parecía ser un simple accidente causado por Pedrito, mi hijo de cinco años, que jugaba con su avión de juguete. Pero Ricardo, mi esposo, apenas levantó la vista de su laptop, y Sofía, su amante sentada a su lado, lanzó una mirada cargada de malicia. "¡Mi perfume! ¡Ricardo, mira lo que hizo tu hijo!" chilló ella. Él arrastró a Pedrito al cobertizo del jardín, un lugar oscuro y polvoriento, prohibido para él. Pedrito era alérgico a las abejas, y Ricardo, para complacer a Sofía, había llenado el jardín de las flores favoritas de ella. Le rogué, le supliqué que no lo hiciera, pero él solo se rió. "Se quedará ahí hasta que aprenda a respetar." En mi desesperación, golpeé la puerta del cobertizo hasta que mis nudillos sangraron. Escuché su voz ahogada: "Mami… me picó una abeja…" Le grité a Ricardo que abriera, que Pedrito estaba teniendo una reacción. Pero él se encogió de hombros, "Está haciendo un berrinche." Sofía se burló, "Siempre tan dramática, Lunita." Cuando la policía y los paramédicos llegaron, solo pudieron confirmar mi peor pesadilla. Pedrito estaba muerto. Y mientras me arrancaban a mi hijo, el hombre que me juro amor eterno, el padre de mi Pedrito, publicó una foto de celebración con su amante. "Felicidades, asesino," le comenté. No me importaron sus amenazas, ni esa estúpida excusa de embarazo que siempre usaba Sofía. En ese momento, mi corazón dejó de latir por el dolor y empezó a latir por la venganza. Yo, Luna, ya no era la misma. Ahora era su peor pesadilla.
Cuentos
Mi nombre es Elena, y mi infancia fue un infierno en mi propia casa. Mi madre, Carmen, me odiaba; sus miradas de hielo y golpes eran mi pan de cada día. Mientras mis hermanas, Sofía y Camila, disfrutaban de su amor, yo dormía en el cuarto de lavado y vestía sus sobras. Nadie entendía por qué, ni siquiera yo, así que en secreto hice una prueba de ADN: sí, era su hija biológica. Intenté buscar ayuda en mis abuelos, tíos y hasta mi novio Diego. Pero cada vez que mi madre les mostraba un video en su celular, sus rostros cambiaban de la compasión al asco, y todos me pedían que muriera. Mi propio padre, Ricardo, al principio prometió protegerme, pero luego de ver el video, permitió que mi madre me golpeara sin piedad. ¿Qué podía haber en ese maldito video para que todos me odiaran de esa manera? Una noche, antes de huir para siempre, encontré el celular de mi madre desbloqueado con el video. Temblorosa, presioné "play". Lo que vi me heló la sangre: mi padre Ricardo, usando a mis hermanas en rituales depravados y vendiendo jóvenes. De repente, lo entendí todo: el odio de mi madre, la crueldad de mi padre, el silencio de mis hermanas. No me estaban maltratando por odio, sino para salvarme de un destino mucho peor. Ahora, con la terrible verdad revelada, ya no hay vuelta atrás; la hora de la justicia ha llegado para mi padre.
Lascivia. Lujuria y Deseo Las vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tiene ojos sino dagas de acero que la ponen entre la espada y la pared al sentirse tentada por su superior. Ella sabe que no es sano, bueno, ni correcto sencillamente porque quien incita deseos impuros es el mejor amigo de su novio; Bratt Lewis. Christopher Morgan no es solo el coronel, verdugo y dictador del ejército más importante del mundo, tambien es el terror de la mafia italiana y a futuro el arma que dañara al que predica ser su hermano. Él tenía claro a lo que iba, pero Rachel despertó tentaciones sexuales regidas por aquel pecado desconocido llamado lascivia, demostrando que en cuestiones de pasión no hay amigos, alianzas ni compromisos. Él esta casado y ella sueña con lo mismo, pero la tentación desencadenará entre ellos un torbellino de pasiones, lujurias y deseos que solo viven aquellos que se hacen llamar amantes. "Sus actitudes son las de un desalmado sin sentimientos, pero su físico... Joder, su físico me humedece las bragas." Mafias, ejércitos secretos, infieles, adicciones y engaños. ¿Complicado? No, complicado es convivir con la tentación hecha hombre.
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
Valeria Montes no esperaba que un tropiezo torpe la arrojara a los pies de Damián Valtor, el implacable CEO de Vortex Enterprises, un imperio que doblega al mundo bajo su mando. Arrogante, magnético y envuelto en un aura de dominio absoluto, él es un enigma que guarda un hijo pequeño y un secreto que quema tras las puertas cerradas de su mansión. Ella, desempleada y sumisa por naturaleza, entra en su vida como niñera, pero pronto se convierte en algo mucho más peligroso: una tentación que desafía su control. Entre órdenes cortantes y miradas que desnudan, la tensión crece como un fuego imposible de apagar. Damián la observa, la prueba, la empuja al borde de su voluntad, mientras ella descubre fragmentos de un pasado que él entierra bajo capas de poder: una esposa perdida, un collar roto, un hombre roto. Cada roce accidental, cada palabra afilada, enciende una pasión que amenaza con consumirlos. Pero en este juego de control, donde él dicta las reglas y ella lucha por no rendirse del todo, un misterio oscuro espera. ¿Quién dominará a quién cuando las sombras del deseo se apoderen de ambos?
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Joelle pensó que podría cambiar el corazón de Adrian después de tres años de matrimonio, pero cuando se dio cuenta de que ya pertenecía a otra mujer, ya era demasiado tarde. "Dame un bebé y te liberaré". Sin embargo, el día en que Joelle se puso de parto, Adrian viajaba con su amante en su jet privado. "No me importa a quién ames. Ahora ya he pagado lo que te debo. A partir de ahora, no tenemos nada que ver el uno con el otro". No mucho después de que Joelle se fuera, Adrian se encontró suplicando de rodillas: "Por favor, vuelve conmigo".
Introducción
Hoy, a las 17:58
Capítulo 1
Hoy, a las 17:58
Capítulo 2
Hoy, a las 17:58
Capítulo 3
Hoy, a las 17:58
Capítulo 4
Hoy, a las 17:58
Capítulo 5
Hoy, a las 17:58
Capítulo 6
Hoy, a las 17:58
Capítulo 7
Hoy, a las 17:58
Capítulo 8
Hoy, a las 17:58
Capítulo 9
Hoy, a las 17:58
Capítulo 10
Hoy, a las 17:58
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