Sí, Acepto Al Matrimonio Contratado

Sí, Acepto Al Matrimonio Contratado

Gavin

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Capítulo

El sudor frío se pegaba a mi espalda mientras Víctor, mi novio de casi tres años, se apartaba de mí después de otro intento fallido de intimidad. Esa misma noche, lo encontré absorto en su tablet, susurrando el nombre de "Isabela", su ex, mientras su mano se movía bajo una manta con una intensidad que nunca me había dedicado a mí. Entonces, el teléfono sonó y escuché a Víctor confesar a su amigo: "Lina es increíble, pero para mí, siempre ha sido un consuelo. Si me dejara, sería una liberación". Mi corazón se hizo añicos al darme cuenta de que mi amor había sido solo un sacrificio unilateral para un hombre que seguía obsesionado con otra. Con el alma rota, tomé una decisión: él quería ser libre, y yo le daría esa libertad, encontrando la mía en un matrimonio arreglado con el enigmático Máximo Sullivan. Pero el destino, o la miseria, me alcanzó antes de poder escapar. Horas después, al ver a Víctor pujar cien mil euros por una cena con Isabela y luego presenciar su furioso reencuentro en la suite de un hotel, corrí sin mirar. El chirrido de los neumáticos fue lo último que oí antes de la oscuridad total. Desperté en un hospital con la pierna rota y, al intentar llamarle, Isabela contestó su teléfono con una voz cargada de satisfacción: "Está ocupado. No puede atenderte ahora...". De fondo, escuché a Víctor decir, gélido: "Cuelga. Esta noche es mía". Fue la prueba definitiva de que él nunca me elegiría, incluso después de un accidente casi fatal. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Por qué esta humillación pública, este dolor insoportable, tenía que ser mi destino? No más consuelo, no más sacrificios. Me casaría con Máximo Sullivan, el temido y desfigurado empresario, para escapar de esta pesadilla y forjar mi propio futuro.

Introducción

El sudor frío se pegaba a mi espalda mientras Víctor, mi novio de casi tres años, se apartaba de mí después de otro intento fallido de intimidad.

Esa misma noche, lo encontré absorto en su tablet, susurrando el nombre de "Isabela", su ex, mientras su mano se movía bajo una manta con una intensidad que nunca me había dedicado a mí.

Entonces, el teléfono sonó y escuché a Víctor confesar a su amigo: "Lina es increíble, pero para mí, siempre ha sido un consuelo. Si me dejara, sería una liberación".

Mi corazón se hizo añicos al darme cuenta de que mi amor había sido solo un sacrificio unilateral para un hombre que seguía obsesionado con otra.

Con el alma rota, tomé una decisión: él quería ser libre, y yo le daría esa libertad, encontrando la mía en un matrimonio arreglado con el enigmático Máximo Sullivan.

Pero el destino, o la miseria, me alcanzó antes de poder escapar.

Horas después, al ver a Víctor pujar cien mil euros por una cena con Isabela y luego presenciar su furioso reencuentro en la suite de un hotel, corrí sin mirar.

El chirrido de los neumáticos fue lo último que oí antes de la oscuridad total.

Desperté en un hospital con la pierna rota y, al intentar llamarle, Isabela contestó su teléfono con una voz cargada de satisfacción: "Está ocupado. No puede atenderte ahora...".

De fondo, escuché a Víctor decir, gélido: "Cuelga. Esta noche es mía".

Fue la prueba definitiva de que él nunca me elegiría, incluso después de un accidente casi fatal.

¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Por qué esta humillación pública, este dolor insoportable, tenía que ser mi destino?

No más consuelo, no más sacrificios.

Me casaría con Máximo Sullivan, el temido y desfigurado empresario, para escapar de esta pesadilla y forjar mi propio futuro.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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