El Amor Veneno Me Ruina

El Amor Veneno Me Ruina

Gavin

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En mi última vida, estuve atrapada en un baile de toros silencioso durante treinta años. Yo, la torera, y mi marido, Mateo, el toro herido, nos odiábamos, nos torturábamos sin piedad. Hasta que el veneno en mi cuerpo finalmente hizo su obra. Caí al suelo, la visión borrosa, y vi a Mateo correr hacia mí, con el rostro cubierto de pánico. Pensando que él era el asesino, clavé una daga decorativa en su pecho con mis últimas fuerzas. Pero él no me miró, sino que gritó desesperado al mayordomo: "¡Rápido! ¡Denle el antídoto a la señora, y sigan investigando al verdadero culpable!". Me quedé helada. Todo el odio de esas tres décadas había sido solo un inmenso malentendido. Con un dolor agudo y asfixiante, renací. Volví a despertar en mi cama en Sevilla, en el preciso instante en que la lluvia golpeaba mi ventana. Justo después de nuestra infame noche en la Feria de Abril, donde lo obligué a casarse conmigo. Esta vez, lo soltaría, pero ¿podría borrar nuestro pasado tóxico?

Introducción

En mi última vida, estuve atrapada en un baile de toros silencioso durante treinta años.

Yo, la torera, y mi marido, Mateo, el toro herido, nos odiábamos, nos torturábamos sin piedad.

Hasta que el veneno en mi cuerpo finalmente hizo su obra.

Caí al suelo, la visión borrosa, y vi a Mateo correr hacia mí, con el rostro cubierto de pánico.

Pensando que él era el asesino, clavé una daga decorativa en su pecho con mis últimas fuerzas.

Pero él no me miró, sino que gritó desesperado al mayordomo: "¡Rápido! ¡Denle el antídoto a la señora, y sigan investigando al verdadero culpable!".

Me quedé helada.

Todo el odio de esas tres décadas había sido solo un inmenso malentendido.

Con un dolor agudo y asfixiante, renací.

Volví a despertar en mi cama en Sevilla, en el preciso instante en que la lluvia golpeaba mi ventana.

Justo después de nuestra infame noche en la Feria de Abril, donde lo obligué a casarse conmigo.

Esta vez, lo soltaría, pero ¿podría borrar nuestro pasado tóxico?

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5.0

Introducción Me desperté en mi propia cama, el sol de La Rioja se filtraba suavemente por las persianas de mi habitación. Por un momento, el familiar aroma a madera vieja de la bodega llenó el aire, y todo pareció extrañamente normal. Pero entonces, un escalofrío glaciar me recorrió, no del frío, sino de un recuerdo que me heló hasta el alma. Era la vívida pesadilla de estar atrapada en un cuerpo diminuto y peludo, ladrando desesperadamente sin que nadie entendiera mis gritos. El recuerdo pavoroso de ver mi propio rostro, o el cuerpo que una vez fue mío, sonriendo mientras el veterinario inyectaba la letal dosis en una fría y maloliente perrera. Vi a Carmen, la esposa de mi hermanastro, habitar mi cuerpo, celebrando mi muerte con una copa de nuestro mejor reserva. A su lado, mis cómplices: mi prometido, Javier, y mi hermanastro Mateo. Habían intercambiado nuestras almas, todo por la herencia y la bodega familiar que mi padre me había destinado. Fui traicionada por los que más amaba, robada de mi vida y condenada a la agonía de un animal doméstico. La injusticia me quemaba, la crueldad de su plan era simplemente inconcebible. Miré mis manos, eran mis propias manos, no las patas de un cachorro. Toqué mi piel, era la mía, no el pelaje blanco y rizado de un Bichón Frisé. Había renacido. Estaba de vuelta. En el día de mi compromiso, el día exacto en que todo había comenzado. Esta vez, armada con la desgarradora memoria de mi muerte y una sed insaciable de justicia, ellos no tendrían escapatoria.

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