El Heredero Inesperado del Viñedo

El Heredero Inesperado del Viñedo

Gavin

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Capítulo

Soy Sofía, la última guardiana de la Uva Corazón, y mi mano debía elegir al heredero del vasto imperio vinícola Del Valle. En el aire de la Fiesta de la Vendimia, todos esperaban que mi elección recayera en el arrogante Ricardo, el tercer hijo del patriarca. Pero él, con una sonrisa petulante y su amante Isabella, se atrevió a proponer un matrimonio público que humillaría mi existencia. Ante la multitud, Ricardo solicitó mi mano, afirmando que Isabella sería su verdadero amor, aquella a quien mantendría a su lado, mientras yo sería solo la dueña de la hacienda. Su gesto era un eco venenoso de mi vida pasada, donde lo elegí por un amor falso, solo para que él destruyera mis tierras ancestrales y me dejara morir sola, llamándome "salvaje". Las miradas de complicidad entre Ricardo e Isabella, los murmullos de la gente sobre su supuesta pasión, encendían una ira fría en mi alma. ¿Creía de verdad que la Sofía que él conocía, la sumisa y ciega, regresaría para acatar su desvergonzada farsa? Se equivocaba, porque esa Sofía ya había muerto, y el destino me había dado otra oportunidad para reescribir esta tragedia. Con una calma que heló a la multitud, ignoré la mano que Ricardo me tendía y, con la vista fija en otro hombre entre los asistentes, anuncié mi verdadera elección: "El hombre que elijo como esposo es Mateo".

Introducción

Soy Sofía, la última guardiana de la Uva Corazón, y mi mano debía elegir al heredero del vasto imperio vinícola Del Valle.

En el aire de la Fiesta de la Vendimia, todos esperaban que mi elección recayera en el arrogante Ricardo, el tercer hijo del patriarca.

Pero él, con una sonrisa petulante y su amante Isabella, se atrevió a proponer un matrimonio público que humillaría mi existencia.

Ante la multitud, Ricardo solicitó mi mano, afirmando que Isabella sería su verdadero amor, aquella a quien mantendría a su lado, mientras yo sería solo la dueña de la hacienda.

Su gesto era un eco venenoso de mi vida pasada, donde lo elegí por un amor falso, solo para que él destruyera mis tierras ancestrales y me dejara morir sola, llamándome "salvaje".

Las miradas de complicidad entre Ricardo e Isabella, los murmullos de la gente sobre su supuesta pasión, encendían una ira fría en mi alma.

¿Creía de verdad que la Sofía que él conocía, la sumisa y ciega, regresaría para acatar su desvergonzada farsa?

Se equivocaba, porque esa Sofía ya había muerto, y el destino me había dado otra oportunidad para reescribir esta tragedia.

Con una calma que heló a la multitud, ignoré la mano que Ricardo me tendía y, con la vista fija en otro hombre entre los asistentes, anuncié mi verdadera elección: "El hombre que elijo como esposo es Mateo".

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