Termina el Mar

Termina el Mar

Gavin

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Capítulo

Isabella, bailaora célebre y embarazada de cuatro meses, llegó a la hacienda de su esposo en Sevilla para un ensayo. Pero lo que encontró la dejó helada: Mateo, su marido, celebraba el bautizo de un bebé que no era el suyo, junto a una mujer llamada Sofía. Su mundo se hizo añicos al oír a Mateo llamarla "celosa y dramática", mientras sus cómplices disfrutaban de su humillación. Descubrió que Sofía, la "viuda desconsolada", era la amante de su esposo y madre de ese niño, y que Mateo la ignoraba por completo. Sofía la atacó públicamente en su tablao, luego la empujó brutalmente, casi causándole un aborto. En el hospital, con Isabella sangrando, Mateo consoló a su agresora, acusando a su esposa de drama y egoísmo. ¿Cómo pudo el hombre por quien había sacrificado todo -su dinero, su carrera- entregarla a tal traición y desprecio? El shock, el dolor y la rabia la envolvieron, revelando siete años de engaños inimaginables. Con su corazón destrozado, Isabella tomó la decisión más firme de su vida, una que tendría consecuencias devastadoras. "Papá," susurró con voz rota, "tenías razón." "Quiero volver a casa. Prepara todo para que mi hijo y yo nos vayamos de España." Esta vez, Isabella no huiría; se levantaba para una venganza fría, decidida a demoler cada pilar de la vida de Mateo. Se asegurarían de que nadie olvidara el nombre Vargas.

Introducción

Isabella Vargas, una bailaora de renombre y con cuatro meses de embarazo, regresó a su hogar, confiada en el amor de su esposo, Mateo Herrera, y en el futuro que habían construido juntos, invirtiendo su fortuna en el negocio de él.

Pero lo que encontró la dejó helada: Mateo celebraba el bautizo de un bebé que no era suyo, abrazando a una mujer, Sofía, la supuesta viuda de un banderillero. Lo peor fue escucharlo decir que ella era "celosa" y que era mejor que no supiera nada para no "alterarla con su estado".

Su mundo se desmoronó. Él la humilló públicamente en su tablao, se puso del lado de Sofía y hasta las instaló en su propia casa. Luego, en un acto de pura maldad, Sofía la agredió, haciéndola caer y golpearse el vientre. Mateo, ciego, corrió a socorrer a su amante, dejándola a ella sangrando en el suelo. Incluso en el hospital, él la despreció por "dramática", ignorando su embarazo.

¿Cómo podía el hombre que amaba incondicionalmente, por quien lo había sacrificado todo, ser tan cruel e indiferente? ¿Cómo pudo su amor de siete años convertirse en un infierno de traición y desprecio? La injusticia y el dolor la asfixiaban, pero una pregunta persistía: ¿por qué tanta crueldad?

En medio de la desolación, una fría determinación la invadió. Haría un último movimiento, uno que él nunca esperaría. "Me voy, Mateo. Para siempre", le dijo, mientras planeaba quitarle hasta el último céntimo de su imperio, iniciando una nueva vida lejos de él. La verdadera batalla apenas comenzaba.

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5.0

Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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