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El Silencio de mi Venganza

El Silencio de mi Venganza

Gavin

5.0
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26
Capítulo

Mi boda prometía ser la unión perfecta: amor y fortuna con Mateo Vargas, el "príncipe azul" de México. Pero con un temblor en la mano, firmé un contrato que detallaba mi desaparición y mi "muerte" . Era el día de mi boda, y mi plan estaba en marcha. Durante siete años, mientras Mateo me profesaba un amor sagrado, vivía una doble vida con Valeria Ríos, "La Loba" . Lo supe todo: sus secretos, sus encuentros, sus promesas vacías. Pero la humillación alcanzó su clímax cuando Valeria me envió la foto de su vientre abultado y un mensaje: "Él dice que tú eres su deber, pero yo soy su vicio. ¿Adivina cuál prefiere esta noche?" . Estaban esperando un hijo. Valeria me bombardeaba con ecografías y fotos de la cuna del bebé. Incluso, en mi propio cumpleaños, mientras Mateo me regalaba esmeraldas, se las dio idénticas a ella, usando las mismas falsas palabras. Su familia, la misma que me trataba con frialdad, abrazaba cálidamente a Valeria, celebrando al futuro heredero. Llegué a casa enferma de dolor. Y la noche culminó cuando escuché los gemidos de Mateo y Valeria en la habitación contigua a la mía, mientras yo convalecía, sintiendo su placer en mi casa. Fue la tortura más cruel. El dolor se transformó en una calma helada, una determinación inquebrantable. Ya no era Sofía Herrera, la novia traicionada. Era un fantasma, una muñeca vacía, dispuesta a ejecutar la venganza que bullía en mi interior. Este no era un secuestro. Era mi renacimiento. Mi respuesta fue simple, dos palabras que sellaron mi destino y el suyo: "Te lo concedo" . Ahora, el "accidente" que pondrá fin a mi vida de Sofía está a solo unas horas. Mateo no solo iba a perder a su prometida, sino también su cordura.

Introducción

Mi boda prometía ser la unión perfecta: amor y fortuna con Mateo Vargas, el "príncipe azul" de México.

Pero con un temblor en la mano, firmé un contrato que detallaba mi desaparición y mi "muerte" .

Era el día de mi boda, y mi plan estaba en marcha.

Durante siete años, mientras Mateo me profesaba un amor sagrado, vivía una doble vida con Valeria Ríos, "La Loba" .

Lo supe todo: sus secretos, sus encuentros, sus promesas vacías.

Pero la humillación alcanzó su clímax cuando Valeria me envió la foto de su vientre abultado y un mensaje: "Él dice que tú eres su deber, pero yo soy su vicio. ¿Adivina cuál prefiere esta noche?" .

Estaban esperando un hijo.

Valeria me bombardeaba con ecografías y fotos de la cuna del bebé.

Incluso, en mi propio cumpleaños, mientras Mateo me regalaba esmeraldas, se las dio idénticas a ella, usando las mismas falsas palabras.

Su familia, la misma que me trataba con frialdad, abrazaba cálidamente a Valeria, celebrando al futuro heredero.

Llegué a casa enferma de dolor.

Y la noche culminó cuando escuché los gemidos de Mateo y Valeria en la habitación contigua a la mía, mientras yo convalecía, sintiendo su placer en mi casa.

Fue la tortura más cruel.

El dolor se transformó en una calma helada, una determinación inquebrantable.

Ya no era Sofía Herrera, la novia traicionada.

Era un fantasma, una muñeca vacía, dispuesta a ejecutar la venganza que bullía en mi interior.

Este no era un secuestro. Era mi renacimiento.

Mi respuesta fue simple, dos palabras que sellaron mi destino y el suyo: "Te lo concedo" .

Ahora, el "accidente" que pondrá fin a mi vida de Sofía está a solo unas horas.

Mateo no solo iba a perder a su prometida, sino también su cordura.

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El olor a tierra mojada y agave cocido era el último recuerdo de mi vida pasada. Luego, el frío del acero y la sonrisa de mi hermana Isabela mientras me desangraba. Pero desperté de golpe, no en la agonía, sino en el suelo de la bodega de la hacienda, con el eco de disparos afuera. ¡No era un sueño! Había reencarnado, justo en el día en que todo se fue al infierno. La casa estaba bajo ataque de sicarios, y mi hermana Isabela, a quien acababa de ver sonriéndome mientras moría, no solo se había llevado a todos los guardias, sino que ignoró el grito desesperado de auxilio de nuestra madre por un estúpido capricho. Luché con todas mis fuerzas para proteger a Elena, mi madre, escondiéndola en un pasadizo secreto. Pero no sin costo: recibí un disparo en el hombro y cojeé hacia la hacienda vecina, buscando la ayuda de mi prometida Sofía. Allí, la traición se redobló: Sofía, después de que Isabela la envenenara con mentiras, me acusó de un "drama" y ordenó a sus guardias que me rompieran la pierna, dejándome desangrándome en el polvo. El dolor físico era insoportable, pero la traición y la injusticia me quemaban más. ¿Cómo pudo mi propia hermana ser tan cruel, tan indiferente? ¿Y Sofía, negarme la ayuda más básica? Peor aún, al llegar al hospital, Isabela y su novio actor me culparon a mí de orquestarlo todo. Pero justo cuando pensaba que no había más fondo, mi padre llegó. Lo que ellos no sabían era que mamá, desde su lecho de dolor, acababa de revelarle toda la verdad: la llamada desatendida, la traición. Esta vez, el ciclo se rompería: con el peso de dos vidas y la verdad de mi lado, no solo sobreviviría, sino que aplastaría cada fachada, cada traición, para reclamar lo que era legítimamente mío y llevar a mi familia a una gloria nunca antes vista.

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