El Silencio de mi Venganza
odía respirar. El aire del salón d
y caí de rodillas en una alfombra solitaria. El dolor en mis rodillas
margas. Lloré por la imagen de Mateo besando a
etuoso, casi reverente. Nunca me presionó para tener intimidad. "Quiero que esté
a una fachada. Conmigo, era el caballero; con ella, era el animal. Me habí
vibró de nue
con un texto debajo: "Gracias por el regalo. A Mateo y
fono. No podía
de hotel, Mateo ya estaba allí.
"Perdí el collar. Debí dejarlo caer en algún lugar. Pero no
dimiento. Solo el pánico de un mentiroso que ha si
oz que no reconocí como la m
vuelta en Guadalaja
años: las joyas, los vestidos, las obras de arte. Los empaqué e
jé a una vieja barrica de metal. Encendí una cerilla y las vi arder. Las
arsis fría
Qué estás
on el rostro pálido de pánico.
esto?", gritó, su voz temblando.
iedo a perderme a mí. Era el miedo a perder su