Mi nombre es Amanda Zúñiga soy la hija del panadero del pueblo colonial. Toda la vida la pasé junto a mi padre sin conocer su verdadero corazón, pues al cumplir mi mayoría de edad, él me presentaba con diferentes personas sin saber que yo era parte de su negocio.
Cumpliendo los 20 años fui casada con un importante CEO, pero también estaba en la mira de un temido mafioso quedando atrapada entre dos hombres poderosos y un padre sin corazón y sumamente ambicioso.
Durante todo el camino descubrí secretos y verdades que lastimaron mi corazón y de todo lo sucedido, lo único que le agradezco a mi padre, es aquel matrimonio contractual, un matrimonio que se convirtió en lo mejor que me pudo haber pasado en la vida.
¿Deseas conocer mi historia?
©©©©©
Una chica alta, delgada, de cabello castaño, ojos claros y mirada tierna. Ella jamás pensó que la vida la pondría en la situación en la que estaba en ese momento y no tenía otra opción.
—Tienes una hora para presentarte con el jefe ¿Por qué aún no estás preparada?
—¿Ha venido mi padre?
—No tienes derecho a hacer ninguna pregunta —esa mujer se acercó y sostuvo fuerte su brazo, sometiendo a la chica contra la pared y mirándola fijamente a los ojos, desafiándola con una mirada fuerte.
Amanda no tuvo otra opción que seguir las órdenes que les fueron dadas. En ese momento ella entró a la bañera, tomó un baño mientras sus lágrimas caían como cascadas, luego caminó a la habitación y fue cuando vio un gran vestido blanco sobre la cama.
Ella no podía creer lo que veía. Fue invitada a una reunión y debía ir vestida de novia. Su angustia crecía mientras los minutos pasaban, pues ella pasó toda la vida junto a su padre, un panadero del pueblo que trabajaba hasta el cansancio y estaba lleno de deudas.
—Antes de vestir ese vestido blanco debes de pensarlo bien, pues si no eres una mujer pura y virgen, lo que vivirás será un infierno —escuchó una vez más la voz de aquella mujer.
Ella no entendía nada y cada cosa que sucedía solo la confundía más —¿Te puedo hacer una pregunta?
Le parecía molesta aquella chica, pero aun así decidió escucharla.
—¿Qué deseas preguntar?
—Es que todo esto es nuevo para mí, y no sé de qué se trata ¿Podrías informarme lo qué está sucediendo?
—Seré muy directa contigo porque me has producido lástima por unos minutos —ella caminó hacia la chica mirándola con el rabillo del ojo por lo tímida e inocente que se veía.
Amanda esperaba con ansias, pero ella la hizo esperar aumentando su desesperación.
—María, el jefe espera a la chica. Sabes muy bien que él odia esperar.
—Ya vamos para allá.
Antes de iniciar a hablar, le ordenó ponerse un vestido veraniego y calzados cómodos.
—Antes del mediodía llegarán para maquillarte y arreglarte, ya que tu matrimonio será a las 5 de la tarde en el jardín de la casa. ¿Con quién te casarás? ¡Eres una chica con mucha suerte! Te casarás con un importante hombre de negocios y gran CEO de las empresas de telecomunicaciones más exitosas del momento. Elliott Walton.
Esto fue de gran impacto para la vida de la joven, pues ella soñaba con llegar al altar con el hombre que amaba y tener una familia numerosa. Jamás pensó que su boda sería de esa manera, e incluso pensó que por el sarcasmo con el que aquella mujer estaba hablando se podría tratar de una mentira o alguna broma.
—¡María! —la interrumpió el ama de llaves una vez más, haciendo que saliera de la habitación en compañía de la joven.
Juntas entraron a una sala comedor inmensa que tenía aquel lugar. Todo estaba decorado con flores delicadas, jarrones altos, candelabros finos, las mesas se veían con finas copas y todo estaba listo para una gran boda.
Aquello llamó la atención de la joven y no había notado aquel caballero que estaba justo frente a ella. Cuando logró verlo, ya estaba muy cerca y él la miraba con mirada fuerte, era un rostro sin ninguna expresión. Él la miraba directo a los ojos y no sabía que sentir en ese momento, así que solo temblaba junto a su pupila.
—¿No piensas saludar?
Ella de inmediato bajó la mirada —¡Buenos días, señor Peter!
—¿Sabes por qué estás aquí?
—No, señor
—¡Mírame a los ojos cuando te hablé! —Ella saltó cuando escuchó aquel tenor de voz tan agudo y mandatario.
Ella lo miró a los ojos y allí mantuvo su mirada aunque temblaba por completo —No, señor. No sé por qué me trajeron a este lugar.
—Te han traído porque en esta tarde te convertirás en mi esposa. Los detalles lo sabrás más adelante.