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Vendida Al Mafioso: Entre El Amor Y La Venganza

Vendida Al Mafioso: Entre El Amor Y La Venganza

Liz Parra

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Capítulo

Amira es obligada por su madrastra a casarse con un hombre millonario que le doblaba la edad, sacrificando su vida para costear los gastos médicos de su media hermana. Su padre, sin saber qué hacer, apoya la decisión de su esposa. Amira, sumida en el dolor, tuvo que aceptar la propuesta, enterrando en lo más profundo de su corazón al gran amor de su vida: Pascual. El día de su boda, sorprende a su media hermana teniendo relaciones íntimas con Pascual, su amor de toda la vida. Con el corazón destrozado, enfrenta a su media hermana. Sumergida en llanto, Amira pensó en renunciar a ese matrimonio arreglado, pero se detuvo. Por un instante creyó que quizá ese enlace sería la mejor opción para vengarse del daño que le causaron

Capítulo 1 La Traición

La barbilla de Amira temblaba mientras procesaba las palabras de su padre, ella estaba muriendo por dentro, su pecho se encogía bruscamente siendo doloroso -Por favor- les suplico, pero pudo ver en sus ojos que ya no había marcha atrás

-Lo siento mucho, hija, pero la decisión ya está tomada y no puedo echarme atrás. Ya hablamos con el señor, y él está por llegar. Así podrás conocerlo. Te prometo que no te pasará nada, hija. Estarás muy bien. El señor Assim es una buena persona, y sé que cuidará de ti-sus ojos reflejaban el dolor que sentía por la decisión que su esposa lo llevo a tomar

Amira miro a su padre a los ojos y pudo ver que, en él, se reflejaba el mismo dolor que ella estaba sintiendo, pero aun sabiendo lo que pasaría con ese matrimonio, ella no podía aceptar esa decisión, sabía que su madrastra quería cortarle las alas, ya que, al casarse con ese hombre, toda su vida ya planeada se derrumbaría hasta los escombros

La puerta sonó y el sonido hizo que los latidos del corazón de Amira se aceleraran, ella sabía que no había vuelta atrás. La madrastra de Amira se acerca con una sonrisa burlona, al abrir la puerta, Amira trago en seco al ver al hombre justo frente a ella. Ese hombre le doblaba la edad, y podía notar en su rostro lo cruel que era. Amira, sumida en el pánico, se esconde detrás de su padre, aterrorizada, al ver que el hombre era mucho mayor de lo que imaginaba

Su padre se apartó, y miro a Amira, él también sufría con la decisión que había tomado, pero no podía hacer nada para detener esa situación, ellos necesitaban ese matrimonio para poder costear los gastos médicos de la enfermedad de Monserrat, la media hermana de Amira, aunque su padre sufría por dentro, sabía que Amira con esa decisión podría tener una mejor calidad de vida al lado de ese hombre.

La madrastra se acerca a Amira, sujeta su brazo con fuerzas, enterrando sus largas y filosas uñas en ella, con una sonrisa amenazadora y una voz sutil le dice:

- Ve a saludarlo, no te quedes allí parada malagradecida -arrojo una mirada escalofriante.

Amira la miro suplicante, mientras sus lágrimas empañaban su visión, sentía querer salir corriendo en ese instante y desaparecer de la vista de todos, pero sabía que debía hacer lo que era correcto para ellos y para su media hermana. Asintió con la cabeza, limpio sus lágrimas y se acercó a él.

Él la miro de arriba abajo, y Amira se sintió desnuda por su escrutinio.

-Eres más hermosa de lo que imagine- le dijo él con una media sonrisa.

Amira se obligó a sonreírle y darle un gracias, pero en el fondo ella sentía completa repulsión por él.

Ella volteo a mirar a su padre y a su hermano y les sonrió, para después volver a mirar al hombre que desgraciadamente seria su esposo.

Fue así como Amira se obligó a meter en lo más profundo de su corazón a aquel hombre del cual estaba enamorada desde que era una niña, tenía que hacerlo, o su vida seria aún más miserable.

El señor Assim le dio una última mirada, para después llamar a su madrastra, a la cual le entrego un sobre, y después se marchó.

Amira se derrumbó, llorando como loca, ella no quería vivir toda su vida junto a ese hombre, no era justo que debía ser ella quien se sacrificara por su malvada media hermana.

Los días pasaron tan rápidamente que en un abrir y cerrar de ojos llego el día de su boda, Amira mientras se miraba en el espejo, lo único en lo que pensaba era en morir, pero si lo hacía, sabía que su padre se llevaría la peor parte.

Respiro profundamente, llenándose de valor, se dio una última mirada al espejo y sonrió, dándose ánimos, diciéndose que todo estaría mejor.

Luego subió a su cuarto para darle un último adiós a todos sus hermosos recuerdos. Sus tacones de aguja marcaban cada paso por el largo pasillo, mientras un gemido se hacía cada vez más fuerte. Amira, sorprendida, abrió la puerta de su habitación y palideció al ver a su media hermana completamente desnuda, siendo penetrada por el hombre del que había estado enamorada desde niña.

Lágrimas brotaron de sus ojos, cayendo sobre su hermoso vestido. Paralizada por el shock, permaneció inmóvil mientras su media hermana reía a carcajadas. El hombre que había amado toda su vida, visiblemente nervioso, se acercó cubriendo sus partes íntimas y le dijo:

-Por favor, entiéndeme... ¿Qué podía hacer? Tú te vas a casar con ese hombre asqueroso sin importar cuánto te amaba. No pensaste en mí. Así que yo también debía seguir con mi vida.

Amira, sumida en el dolor, lo miró completamente asqueada mientras las lágrimas continuaban surcando su rostro. Con voz gélida, respondió:

-¿Con mi media hermana? ¿Tenías que seguir con tu vida, pero con ella, Pascual?

Monserrat la interrumpió con sarcasmo:

-¿Y qué tiene de malo que esté conmigo, hermanita?

Amira se secó las lágrimas y la miró con firmeza:

-¿Cómo pudiste hacerme esto, sabiendo cuánto lo amo? -gritó Amira, con las manos temblorosos.

Monserrat arqueó una ceja con desdén: -¿Amarlo? Qué curioso ¿no?... cuando en cuestión de minutos jurarás amor eterno al señor Assim Montesinos. Que descarada, Amira.

-¡Maldita seas! -Amira apretó los puños, sintiendo cómo las lágrimas ardían en sus mejillas-. ¿Qué demonios te pasa, Monserrat? Sabes perfectamente que este matrimonio es una farsa. Me caso con un extraño... ¡Todo por tu maldita enfermedad! ¿Y así me pagas? -Escupió las palabras con desprecio-. Eres repugnante.

Monserrat esbozó una sonrisa burlona:

-¿Enfermedad? ¿De qué enfermedad hablas? Mi madre mintió solo para venderte a ese hombre y deshacerse de ti. Y el idiota de nuestro padre hizo exactamente lo que ella le pidió.

Amira quedó petrificada, incapaz de articular palabra. La revelación la golpeó como un puñal: su madrastra los había engañado, manipulando incluso a su propio padre.

Pascual, repentinamente, volvió su mirada hacia Monserrat con odio puro. Recogió su ropa y escupió:

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