Vendida Al Mafioso: Entre El Amor Y La Venganza
abrazó con fuerza, como si quisiera proteg
sitaste y por todas las veces que no pude defenderte de ese desgraciado. Pero esta vez será diferente. Encontraremos a tu familia. Huiré contigo
ndo Assim me maltrataba, él te habría matado sin pensarlo. No te preocupes, más bien soy yo quien debe agradecerte por curar mis heridas y por es
rápidamente de la habitación, mientras Amira escon
abello y la arrojó al suelo, dándole una
n a mi invitado, pero tú siemp
sé de qué hablas -gritó Amira llena
a? ¡Puta mentirosa! -Le propinó una patada en la cara -Que
ntentaba recuperar el equilibrio. Otra patada l
otegiendo instintivamente su vientre mien
laro? -ru
r! - con voz quebrada lo promet
mis amigos como castigo. Y hazlo bien. Ahora ve a duchar
ía que no tenía fuerza para enfrentarlo, y menos arriesgando a su bebé. Debía escapar esa no
golpes en la puer
sito hablar contigo
ta y Amira la ce
Debemos irnos hoy. No a
ver su rostro hinc
tó, limpiándole la
debo acostarme con dos de sus amigos. Prefiero morir antes de tener que hacerlo. Por favor, Emilio
. ¿Qué te pidi
o pensarlo! Si no vienes, lo entiendo... per
a noche no era ideal, con los amigos de Assim en la casa... Pe
do? Esta misma noche nos iremos de este horrible lugar. Te lo prometo.
ue había vivido durante años. Rápidamente, reunió sus pertenencias más
que Emilio no llegaba. Los sollozos la sacudieron al pensar que la había abandonado. Se tumbó
elco al creer que era Assim. Se envolvió en la cobija, temblando de
nos ahora mismo -susurró, mir
y se abrazó a él, ahog
asustaste tanto... -sus ojos
sperar a que Assim y sus amigos estuvi
la casa. Aunque el terror la paralizaba, Amira siguió adelante, decidida a escapar
mente un trabajador los vio y comenzó a gritar
astrándola consigo. Cuando ella miró atrás y v
matará! ¡No puedo correr más! -gritó, s
os! -le ordenó, empujándola hacia adelante, tratand
r de inmediato, pero Emilio, al ver los pe
¡Por favor! No te quedes allí, ven con nosotros -Él sabía
milio golpeó la puerta con desesperación, sabiendo el destino que le esperaba a su amigo. Los alaridos de Jim retumbaron en la noche, mientras los