Vendida Al Mafioso: Entre El Amor Y La Venganza
a. -Se marchó con el peso de la culpa sobre sus
etuvo. Tal vez casarse era la solución: nunca más tendría que ver el rostro de su madrastra o de su traidora media hermana. Además, ahora no sentiría remordi
e a su lado. Aunque la ceremonia era perfecta, la ausencia de amor verdadero la hacía sen
llozo. Ahora estaba atada a un hombre que bien p
mira hasta que ella cumpliera veinte años. Él firmó sin objeciones, lo que convenció al padre de Amira de que todo
Amira, el futuro
umplieron. En cambio, comenzó a sufrir maltratos constantes. En dos ocasiones, la desesperación la llevó a intentar quitarse la vida, pero
, le arrebató las píldoras y la obligó a vomitarlas. Luego, furioso, la golpeó brutalmente has
Ni siquiera la muer
on una mirada vacía, es
rse, aturdida por un leve mareo. Cada movimiento que hacía le provocaba un dolor agudo por los golpes que cub
ocasionaba, solo pensaba en poder morir de una vez por todas, en ese instante comenzó a limpiarse y a ocultar las her
o. Mientras cerraba los ojos, recordó el rostro de su padre y su hermano la última ve
una efímera felicidad y por un momento creyó que, con la noticia
estalló de furia. Golpeó la
r todo mi dinero si no la cumplo? ¡Claro! Lo único que quieres es meterme en problemas. Eso es lo que buscas para des
arranque de furia, él la golpeó con saña hasta derribarla. Luego, comenzó a patear su vient
a su vientre, sintiendo un dolor desgarrador en el cuerpo y el alma. Sabía que algo iba muy mal.
mira se retorcía de dolor, sin hacer nada. Solo aspiró el humo
inado su cigarrillo, llamó a Emilio, uno de sus empleados. A
ado nada. Ve al establo y trae al veterinario
turdido,
... un veterina
ulminó con
si se te ocurre hablar de esto, enviaré tus ojos y
o hacia el establo a buscarlo. Minutos después, regresó con
arreg
, alarmado, se
¿Qué le pas
visto, perdió al bebé. ¡Arregla esto ahora! -
as palabras de Assim. Con
ero soy veterinario. N
abortar y no quiero que muera aquí. Y levántala ya de ahí, está arruinando mi a
, con las manos temblorosas, miró a